Ayer almorzaba con un excompañero convertido desde hace tiempo en un importante directivo de una multinacional española. Intentamos buscar un mediodía cada unos cuantos meses para compartir mantel y actualizarnos mutuamente.
Al margen de lo personal. Quedé gratamente sorprendido por la fortísima apuesta que están haciendo en Internet. Adquisiciones de empresas, desarrollo de proyectos,…. A pesar de que en este grupo (como en la inmensa mayoría) todavía pueden recordar las cicatrices del episodio puntocom.
Pero los datos son evidentes. Una cuarta parte de sus ventas tienen relación directa con Internet, y creciendo mes a mes.
Mi amigo lo tiene claro. Para él, la penetración de Internet y en especial de la banda ancha tiene gran parte de la culpa. Además, la incorporación de las nuevas generaciones tiene mucho que ver. Lógicamente en determinadas categorías de productos y servicios.
¿Habrá llegado el momento? Pues parece que sí. El mismo día el secretario de Estado de Telecomunicaciones y para la Sociedad de la Información, Francisco Ros, ha afirmado que España cuenta ya con 20 millones de internautas que la sitúan como quinta comunidad de Europa, lo que supone que tiene ya masa crítica como receptora de aplicaciones y contenidos”.
Aunque como consumidor, como QuinTeam o Nikodemo se me hace difícil pensar en un mundo sin Internet (¿todavía es posible?), la realidad es que sólo el 39% de los hogares españoles se conectan. Otra cosa es si empezamos a mirarlo por CCAA. Pero el resumen es que en su conjunto los hogares españoles se conectan bastante menos que en Europa.
Muchos estudios han demostrado que no es un problema de acceso a la tecnología, ni de precio. El reto es encontrarle sentido y utilidad. El ejemplo de la telefonía móvil es significativo, nos salimos de la tabla. O el mismo fenómeno –no previsto por nadie- de los SMS (esperemos que la probable regulación de los mensajes premium, dé la seguridad y garantías necesarias al usuario, sin necesidad de maniatar el uso publicitario de este incipiente canal)
Quizás la mejor noticia es que todavía hay (mucho) margen de mejora. Pero mientras, aprovéchalo.