Las encuestas a empleados suelen mostrar lo poco comprometidos que están en el trabajo. En otras palabras, la mayoría de los trabajadores simplemente cumplen con las formalidades. Se sienten desconectados e incluso resentidos. Esto no sólo afecta su bienestar, sino que también socava las empresas para las que trabajan. Entonces, ¿Por qué se ha llegado a esta situación? 

La respuesta corta es esta: las organizaciones no han logrado fomentar culturas de éxito. Hoy en día, los empleados quieren más que una nómina: ahora también buscan lugares de trabajo que se alineen con sus valores y aspiraciones. Las organizaciones que pueden aportar están bien situadas para atraer y retener talento. Pero eso requiere construir culturas capaces de atraer a los mejores y más brillantes. 

La importancia de la cultura corporativa

La cultura corporativa es un ingrediente esencial en la supervivencia de las empresas:

  1. La cultura está ganando en importancia: Muchas organizaciones están empezando a darse cuenta de que la cultura es un elemento clave para su éxito y puede darles una ventaja competitiva.
  2. La necesidad de adaptarse a los cambios: El mundo de hoy cambia a un ritmo acelerado y las organizaciones deben adaptarse para prosperar. Una cultura sólida ayuda a que las organizaciones sean más flexibles y adaptativas.

Culture Is the Way de Matt Mayberry

Mayberry ofrece una visión fresca sobre la importancia de la cultura en las organizaciones y proporciona a líderes y profesionales de todos los niveles con herramientas útiles para desarrollar y mantener una cultura de éxito.

Lo que hace que este libro sea diferente es que se centra en el papel central de la cultura en el éxito de las empresas, no solo como una herramienta de motivación y retención de talentos, sino como una fuerza clave para mejorar la colaboración, la innovación y el rendimiento.

Principales ideas de Culture Is the Way

  • La cultura da forma a cada organización
  • Cambiar la cultura es difícil pero esencial
  • Los líderes eficaces encarnan los cambios que desean ver en sus organizaciones.
  • Adoptar el papel de principal impulsor cultural
  • El éxito de una organización depende de sus líderes.
The DNA of The Organization (with Matt Mayberry)

La cultura da forma a cada organización

La cultura organizacional es la receta oculta detrás del éxito de una empresa. Piensa en ello como el ADN de una empresa; no siempre se ve, pero es lo que hace que una empresa sea única. Así como nuestro ADN da forma a quiénes somos, la cultura de una empresa da forma a cómo opera y tiene éxito.

La cultura en una empresa tiene que ver con las creencias y valores compartidos con los que todos trabajan, a menudo sin siquiera darse cuenta. Es la personalidad de la empresa y afecta a todo, desde el panorama general hasta los detalles diarios. Los resultados de una buena cultura se pueden ver en cosas como las ganancias de la empresa, lo felices que están los empleados y su desempeño en el mercado.

Las mejores empresas destacan por crear una cultura sólida y positiva. Prestan atención a sus objetivos principales, a cómo hacen las cosas cada día y a cómo afectan tanto a su propia gente como al mundo exterior. No se trata sólo de lo que dice el jefe, sino de lo que todos en la empresa creen y hacen, día tras día.

Ahora viene lo interesante: así como podemos cambiar nuestra salud comiendo bien, haciendo ejercicio y manteniendo el estrés bajo, una empresa también puede cambiar su cultura. No se trata de soluciones rápidas, sino de cambios profundos y significativos que afectan a cada parte del negocio.

La cultura es el sustento de una empresa, tan crucial como lo es el oxígeno para nosotros. Ya sea que la cultura de una empresa sea excelente o deficiente, su futuro depende de cuánto trabajo se dedique a mejorarla.

Al fin y al cabo, cada empresa tiene una cultura, lo hayan planificado o no. No se trata sólo de empresas que hablan mucho de su cultura o de quienes realmente viven de acuerdo con ella. Incluso las empresas que no se centran en absoluto en la cultura y tienen lugares de trabajo infelices, también tienen una cultura, aunque sea más o menos tóxica. Las empresas pueden dejar que su cultura se forme por sí sola o pueden darle forma con cuidado, tal como planifican sus estrategias comerciales y de ventas.

El desempeño de una empresa en este momento refleja su cultura. Si una empresa quiere hacerlo mejor, debe centrarse en mejorar su cultura con mucha energía y compromiso.

Entonces, ¿cuál es la conclusión aquí? Simple: para cualquier líder o gerente, comprender y dar forma a la cultura de su organización es clave. Se trata de construir un entorno fuerte y saludable donde todos puedan hacer lo mejor que puedan, al igual que cuidar nuestra salud para vivir una vida mejor.

Cambiar la cultura es difícil pero esencial

Si la cultura es tan fundamental para el éxito, ¿por qué tantas organizaciones y sus líderes le prestan tan poca atención? Una razón es que construir culturas que funcionen bien es un trabajo duro y lento. 

La cuestión es que centrarse en la cultura no es tan emocionante como, por ejemplo, ver aumentar las ventas o lanzar nuevos productos. Estas cosas muestran resultados rápidos y visibles, lo que las hace más atractivas. Pero la cultura, que da forma a cómo se siente y opera una empresa, no muestra sus beneficios de inmediato. Esta falta de recompensa instantánea a menudo significa que los líderes dejan la cultura en un segundo plano.

Sin embargo, esta renuencia a centrarse en la cultura en realidad resalta su importancia. Es lo mismo para las organizaciones que para los individuos: cuanto más evitamos algo esencial, probablemente más importante sea. Es como una clave oculta para el crecimiento que a menudo tenemos miedo de utilizar.

Entonces, ¿cómo pueden los líderes priorizar mejor la cultura? Comencemos con tres pautas. 

En primer lugar, valora adecuadamente la cultura. Los líderes a menudo no se dan cuenta de cuán importante es la cultura. Podrían pensar que es sólo un elemento más en su lista de tareas pendientes. Pero la verdad es que la cultura es la base de todo lo que hace una empresa y subestimarla puede generar problemas.

El siguiente paso es centrarse en mantener el equilibrio. Es fácil quedar atrapado en el lanzamiento de muchos proyectos o políticas nuevos. Pero cuanto más agregues, menos podrás concentrarte en cada cosa, incluida la cultura. Por cada cosa nueva que empieces, piensa en lo que puedes dejar de hacer. Esto evita que se sienta abrumado y ayuda a mantener la cultura en el centro de atención.

Finalmente, ten claro lo que importa. A menudo, los líderes luchan porque no tienen claras sus metas y prioridades. No se puede tener simplemente una idea aproximada: se necesita un plan claro y detallado. Saber exactamente qué representa su empresa y hacia dónde se dirige facilita la toma de decisiones que respalden una cultura sólida.

En resumen, si bien la cultura puede no parecer tan llamativa como otras partes de su negocio, en realidad es un elemento muy importante que necesita atención y cuidado. Los líderes que entienden esto y aprenden a poner la cultura en el centro de su estrategia realmente pueden ayudar a sus empresas a prosperar.

Los líderes eficaces encarnan los cambios que desean ver en sus organizaciones.

Entonces, ¿cómo se construye la cultura de su organización? Echemos un vistazo a cinco pasos clave. 

En primer lugar, define claramente su cultura. El primer paso es establecer lo que representa tu cultura. Crea una declaración de propósito cultural que defina claramente los valores y objetivos de su empresa. Esta declaración servirá como principio rector para todas sus acciones. En las empresas exitosas, cada empleado, desde arriba hacia abajo, comprende y se alinea con esta cultura. Saben lo que representa la empresa y lo que se espera de ellos, creando una dirección unificada para todos.

El siguiente paso se centra en el descubrimiento y la inspiración colaborativos. Se trata de involucrar a todos en la empresa para dar forma a la cultura. No es sólo trabajo de los altos directivos: todos los empleados, incluidos los mandos intermedios y el personal de primera línea, deberían tener voz y voto. Esto se puede hacer a través de talleres, reuniones o encuestas donde todos aportan sus ideas y comentarios. Este enfoque inclusivo garantiza que la cultura refleje la visión colectiva de toda la fuerza laboral, fomentando un sentido de propiedad y compromiso en todos los niveles.

El tercer paso consiste en incorporar esta cultura. Definir una cultura es sólo el comienzo. El verdadero desafío es asegurarse de que sea visible y practicado en todos los aspectos de la organización. Esto significa integrar valores culturales en las operaciones diarias, desde la toma de decisiones hasta las interacciones con los clientes. Es importante que la cultura no sea sólo un conjunto de reglas escritas sino una experiencia vivida. Los líderes deben garantizar que la cultura se propague en cascada a través de todos los departamentos, influyendo en el comportamiento y los procesos.

El cuarto paso es garantizar el impacto a largo plazo. Una cultura sostenible es aquella que perdura y evoluciona con la empresa. Este paso consiste en ir más allá del entusiasmo inicial e integrar profundamente la cultura en el ADN de la organización. Implica crear sistemas y políticas que respalden la cultura y reforzar continuamente sus valores a través de capacitación continua, evaluaciones de desempeño y eventos de la empresa. El objetivo es hacer que la cultura sea autosostenible, donde impulse la innovación y el éxito a largo plazo.

El paso final y quizás el más crítico es el papel del liderazgo. Los líderes deben ser los modelos a seguir de la cultura que desean establecer. Sus acciones, decisiones y comunicación marcan la pauta para el resto de la empresa. Necesitan demostrar consistentemente los valores culturales en su comportamiento y responsabilizar a otros de hacer lo mismo. Este compromiso desde arriba garantiza que la cultura no sea sólo un concepto sino una parte viva y respirable de la organización.

Recuerda, si eres un líder, es tu trabajo liderar la carga. Al ser un buen ejemplo y vivir realmente la cultura que deseas ver, puedes crear un ambiente vibrante y eficaz en tu empresa. Esto garantiza que la cultura sea más que solo palabras: sea parte de cómo trabaja tu empresa todos los días.

Adoptar el papel de principal impulsor cultural

En el corazón de toda organización próspera se encuentra un núcleo duro, una fuerza impulsora central que da forma a su esencia y dirección. Esta fuerza es la cultura, un tapiz tejido con los hilos de valores, creencias y prácticas compartidos que unen a su gente. Es el ritmo silencioso que guía la danza diaria de las actividades, la mano invisible que moldea la arcilla del futuro de la empresa. Y al timón de este barco cultural se encuentra una figura de fundamental importancia: el Jefe Impulsor Cultural.

El papel de un impulsor cultural jefe trasciende títulos y jerarquías: es un manto que puede desempeñar cualquier persona, desde el director ejecutivo hasta el pasante más nuevo. Es un compromiso de ser custodio de la cultura de la empresa, de nutrirla y de dirigirla hacia un horizonte de excelencia. Se trata de reconocer que la cultura no es una reliquia estática del pasado, sino una entidad viva que respira y que evoluciona y crece con cada decisión que se toma, cada interacción que se tiene y cada objetivo que se persigue.

Considera la historia de Terry Brick, un líder que se acerca al ocaso de su carrera y que decidió asumir el papel de Jefe Impulsor Cultural. Su viaje no se trató de cambios radicales o reformas radicales: se trataba de pasos pequeños y consistentes que construyeron gradualmente una cultura de éxito. Bajo su dirección, su empresa experimentó un crecimiento notable, no sólo en las ganancias sino también en el espíritu y la satisfacción de su gente. La experiencia de Terry nos enseña una valiosa lección: nunca es demasiado tarde para influir en la cultura. Ya sea que estés al comienzo de tu carrera o acercándote a su fin, la oportunidad de crear un ambiente de trabajo positivo y empoderador siempre está a su alcance.

Entonces, ¿cómo puedes, independientemente de tu puesto, convertirte en un catalizador de la transformación cultural dentro de su organización? La respuesta está en comprender el poder de las acciones cotidianas. Se trata de alinear tus tareas con la visión más amplia de la empresa, de infundir a tu trabajo un significado que resuene con las aspiraciones colectivas de tus colegas. Se trata de fomentar un entorno donde la seguridad psicológica no sea sólo una palabra de moda sino una realidad tangible, donde cada individuo se sienta valorado, escuchado y motivado para contribuir lo mejor que pueda.

El viaje de un Jefe Impulsor Cultural es similar al de un jardinero cuidando un jardín. Requiere paciencia, cuidado y un conocimiento profundo del ecosistema que estás cultivando. Así como un jardinero sabe que la calidad del suelo es tan crucial como las semillas plantadas, un Jefe de Impulso Cultural reconoce que la base de cualquier cultura exitosa es su gente. Al fomentar su crecimiento, celebrar su diversidad y crear un espacio donde puedan prosperar, no solo estás construyendo una mejor organización; estás contribuyendo a un mundo mejor.

Al asumir este rol, descubrirás que el camino hacia la victoria no se trata sólo de cruzar la línea de meta primero: se trata del viaje realizado, las vidas tocadas y el legado que se deja atrás. Se trata de comprender que ganar es más que un trofeo o un resultado final: se trata de la transformación que experimentamos y el impacto que tenemos en quienes nos rodean. Al asumir el papel de Jefe de Impulso Cultural, recuerda que sus acciones de hoy resonarán en los anales de la historia de tu organización y darán forma a su cultura en los años venideros. Así que toma el volante, fija tu rumbo e impulsa tu cultura hacia un futuro de potencial ilimitado y éxito compartido.

El éxito de una organización depende de sus líderes.

La eficacia de los líderes es un diferenciador clave en cualquier organización. Cuando dos equipos talentosos compiten en el mismo mercado, el que tiene un liderazgo más eficaz suele salir victorioso. El éxito de cambiar la cultura de una organización o convertirla en un lugar más inspirador y de alto rendimiento depende de sus líderes. En resumen, el liderazgo es fundamental.

El potencial de una organización se puede medir observando a sus líderes. Un liderazgo débil o poco saludable puede impedir que una visión se haga realidad. Por otro lado, un equipo con líderes de alto rendimiento que confían entre sí aumenta enormemente las posibilidades de éxito de la organización. Incluso con productos o servicios excelentes, el éxito a largo plazo de una empresa es limitado si su liderazgo es insuficiente. Los cambios de liderazgo o un fuerte enfoque en el desarrollo y crecimiento del liderazgo a menudo son necesarios para las organizaciones en dificultades que atraviesan transiciones como fusiones.

El desempeño y la excelencia cultural de una organización están directamente relacionados con la competencia y eficacia de sus líderes. Cuando se trabaja con empresas, centrarse en el equipo de liderazgo es crucial, ya que su influencia puede hacer o deshacer la empresa. El ego y la falta de compromiso de un solo líder pueden descarrilar los esfuerzos de cambio cultural. Por lo tanto, alinear a todos los líderes y mejorar su eficacia es imperativo para cualquier iniciativa de cambio o mejora cultural.

El liderazgo se trata de tener un impacto positivo en los demás, no sólo de tener un título. Implica dar ejemplo e influir positivamente en los demás, independientemente de la posición oficial de cada uno. El liderazgo es indispensable y conlleva una responsabilidad importante, ya que de él depende el bienestar y el sustento de los empleados. El reconocimiento y reconocimiento por parte de los líderes puede impactar significativamente la vida de los empleados.

Ninguna cantidad de planificación o estrategia puede compensar un liderazgo deficiente. Las empresas deberían dedicar tanto esfuerzo a desarrollar líderes como a la estrategia y las finanzas. El objetivo debería ser crear una “fábrica de liderazgo” (ver La atracción, el desarrollo y la multiplicación de líderes) donde cada empleado, independientemente de su título, se sienta capacitado para liderar y marcar la diferencia.

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