La idea principal del libro War in Space: Strategy, Spacepower, Geopolitics de Bleddyn E Bowen es que el espacio espacial, históricamente considerado una «zona segura» para la exploración y el desarrollo humano, está crecientemente en riesgo debido a la escalada en las tensiones geopolíticas y al aumento de la militarización del espacio.

Bowen argumenta que los países como Estados Unidos, China y Rusia están invirtiendo cada vez más en tecnologías militares espaciales como satélites espías, armas directas y medidas de contramedidas.

El libro examina cómo estas tendencias podrían dar lugar a una competencia armamentística entre los países más poderosos del mundo, poniendo en peligro el espacio como un lugar seguro para la cooperación y la exploración internacional.

Bowen desarrolla el concepto de potencia espacial (‘space power’), que se refiere a la «entidad que usa el espacio exterior para sus objetivos políticos». Esta idea es compatible con las categorías de potencias continentales y marítimas, ya que tanto países como Rusia o Estados Unidos pueden hacer uso del espacio exterior para alcanzar sus objetivos políticos.

Bowen argumenta que el espacio exterior de interés operacional es la órbita terrestre, que funciona a efectos de estrategia militar como otra línea de costa, pues es alcanzable desde la superficie de la Tierra con las armas antisatélite. En este sentido, presenta una nueva visión de la órbita terrestre como una línea costera, en lugar de un océano abierto o una extensión del espacio aéreo.

El autor construye una teoría del poder espacial (‘spacepower’), que consiste en «las capacidades designadas para controlar, denegar, explotar y regular el uso del espacio«. Según Bowen, los objetivos de las guerras seguirán vinculados a la Tierra, que es donde viven los hombres, aunque los sistemas militares dependan cada vez más de los satélites.

¿Cuáles son las aportaciones de ‘War in Space’?

  • Ofrece una visión definitiva y original de la guerra espacial que teoriza aspectos a menudo pasados ​​por alto de las actividades espaciales contemporáneas basadas en la disciplina de los Estudios Estratégicos.
  • Destaca las implicaciones del poder espacial para un debate más amplio en la gran estrategia y las relaciones internacionales.
  • Aplica la teoría en un área de actualidad y polémica dentro de la gran estrategia contemporánea: la guerra contra el acceso y la negación de área en el Estrecho de Taiwán entre China y Estados Unidos.
  • Resume los principios clave en 7 proposiciones para hacer que las conclusiones clave de la teoría sean aplicables y memorables para investigadores y profesionales.

Su teoría del poder espacial abraza la instrumentalización de la violencia con la tecnología espacial, ya que se centra positivamente más en la guerra que en la totalidad de las relaciones entre los actores en el espacio. Cubre conceptos estratégicos clásicos como el control de un medio, líneas de comunicación, fricción, concentración y dispersión en órbita y cómo esos conceptos pueden cambiar en la práctica en la Tierra a la luz de la difusión del poder espacial. 

Los siete principios de la Guerra Espacial según Bleddyn E Bowen

A través de siete proposiciones, Bowen ofrece respuestas sólidas sobre cómo pensar en cómo es la guerra en el espacio y qué significa para los planificadores militares y el pensamiento estratégico. En pocas palabras, su teoría del poder espacial proporciona puntos de partida útiles para la formulación de estrategias espaciales, ya que crea anclajes conceptuales para investigar los desafíos de conducir, comprender y examinar la estrategia y la guerra, una actividad que desafía la prescripción excesiva y la planificación bélica lineal.

Estos principios son:

  • La guerra espacial se libra para controlar el espacio
  • El poder espacial es excepcionalmente infraestructural y está conectado a la Tierra
  • El dominio del espacio no equivale al dominio de la Tierra
  • El mando del espacio manipula las líneas de comunicación celestes.
  • La órbita terrestre es una costa cósmica adecuada para maniobras estratégicas.
  • El poder espacial existe dentro de una mentalidad geocéntrica
  • El poder espacial está disperso e impone dispersión en la Tierra

La guerra espacial se libra para controlar el espacio

El autor propone que la guerra espacial se libra para controlar el espacio, lo que significa que las naciones buscan establecer su dominio en el espacio exterior para lograr sus objetivos políticos y militares.

Bowen argumenta que el espacio exterior se ha convertido en un dominio operacional crítico para las actividades militares modernas. Los satélites y otros activos espaciales proporcionan capacidades vitales como la comunicación, la navegación, el reconocimiento y la vigilancia, que son fundamentales para las operaciones militares en la Tierra.

Por lo tanto, el control del espacio exterior es esencial para mantener y mejorar estas capacidades. Si una nación puede controlar el espacio, puede potencialmente negar, degradar o interrumpir las capacidades espaciales de sus adversarios, lo que puede tener un impacto significativo en su capacidad para llevar a cabo operaciones militares.

Además, Bowen sugiere que el espacio exterior es un dominio estratégico en sí mismo, similar a cómo los teóricos militares tradicionales ven la tierra, el mar y el aire. Por lo tanto, la guerra espacial no es solo sobre el control del espacio para apoyar las operaciones en otros dominios, sino también sobre el control del espacio por el espacio mismo.

En resumen, la propuesta de Bowen es que la guerra espacial se libra para controlar el espacio porque el espacio exterior se ha convertido en un dominio operacional y estratégico crítico en la era moderna. El control del espacio puede proporcionar ventajas significativas en términos de capacidades militares y estratégicas, y puede ser un factor determinante en los conflictos futuros.

El poder espacial es excepcionalmente infraestructural y está conectado a la Tierra

El autor propone que el poder espacial es excepcionalmente infraestructural y está conectado a la Tierra. Esta idea se basa en la premisa de que las capacidades espaciales, como los satélites y las estaciones espaciales, son infraestructuras críticas que proporcionan servicios esenciales para las operaciones en la Tierra.

Estos servicios incluyen, pero no se limitan a, la comunicación global, la navegación por satélite, la observación de la Tierra y la meteorología espacial. Estas capacidades espaciales son infraestructuras en el sentido de que son fundamentales para el funcionamiento de muchas tecnologías y sistemas en la Tierra.

Además, Bowen argumenta que estas infraestructuras espaciales están intrínsecamente conectadas a la Tierra. Esto se debe a que dependen de las estaciones terrestres para su control y mantenimiento, y porque los datos y servicios que proporcionan son utilizados por sistemas y usuarios en la Tierra.

Por lo tanto, aunque el poder espacial puede parecer que está desconectado de la Tierra debido a la vasta distancia física, en realidad está profundamente arraigado en la infraestructura terrestre y está intrínsecamente conectado a las operaciones y actividades en la Tierra. En este sentido, el poder espacial no puede entenderse ni utilizarse de manera efectiva sin reconocer y gestionar estas conexiones infraestructurales y terrestres.

El dominio del espacio no equivale al dominio de la Tierra

El autor sostiene que el dominio del espacio no equivale al dominio de la Tierra. Esta afirmación se basa en la idea de que el control del espacio exterior no garantiza automáticamente el control o la influencia sobre los asuntos terrestres.

El espacio y la Tierra son dominios distintos con características y desafíos únicos. Por ejemplo, las leyes de la física que rigen el movimiento y el comportamiento en el espacio son diferentes de las que se aplican en la Tierra. Además, las tecnologías y las estrategias necesarias para operar eficazmente en el espacio son diferentes de las que se utilizan en la Tierra.

Además, Bowen argumenta que los objetivos de la guerra espacial seguirán estando vinculados a la Tierra, que es donde viven los seres humanos. Aunque los sistemas militares dependen cada vez más de los satélites y otras tecnologías espaciales, los conflictos y las disputas que dan lugar a la guerra suelen tener sus raíces en la Tierra.

Por lo tanto, aunque una nación pueda tener un dominio significativo en el espacio, esto no significa necesariamente que tenga un control similar sobre la Tierra. Las relaciones de poder en la Tierra están influenciadas por una multitud de factores, incluyendo pero no limitado a la economía, la política, la geografía, y la demografía, que no pueden ser controlados simplemente a través del dominio del espacio.

En resumen, Bowen propone que el dominio del espacio y el dominio de la Tierra son conceptos distintos y que el éxito en uno no garantiza el éxito en el otro.

El mando del espacio manipula las líneas de comunicación celestes.

Bowen propone que el mando del espacio puede manipular las líneas de comunicación celestes. Esto se refiere a la idea de que aquellos que tienen control sobre el espacio pueden influir en las comunicaciones y operaciones que dependen del espacio.

Las “líneas de comunicación celestes” se refieren a las rutas de comunicación que pasan por el espacio, como las señales de satélite que proporcionan servicios de telecomunicaciones, navegación, observación de la Tierra y más. Estas líneas de comunicación son vitales para una variedad de operaciones en la Tierra, incluyendo las militares, científicas, comerciales y civiles.

Al tener el mando del espacio, una entidad puede tener la capacidad de controlar, interrumpir, negar o proteger estas líneas de comunicación celestes. Por ejemplo, podrían tener la capacidad de interrumpir las comunicaciones del enemigo en un conflicto, proteger sus propias comunicaciones, o controlar el acceso a servicios de comunicación.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que esta capacidad de manipulación no es absoluta y puede ser desafiada por otros actores espaciales, la tecnología y las regulaciones internacionales. Además, aunque el mando del espacio puede proporcionar ciertas ventajas, Bowen argumenta que no garantiza el dominio en otros ámbitos, como los asuntos terrestres.

La órbita terrestre es una costa cósmica adecuada para maniobras estratégicas.

El autor propone que la órbita terrestre es una “costa cósmica” adecuada para maniobras estratégicas. Esta idea se basa en la analogía de que la órbita terrestre es similar a una línea de costa en términos de estrategia militar.

Bowen argumenta que la órbita terrestre, al igual que una línea de costa, es un lugar desde el cual se pueden lanzar, recibir y controlar operaciones. En este sentido, la órbita terrestre es un punto de partida para las misiones espaciales, así como un objetivo estratégico para las operaciones militares.

Además, al igual que las costas terrestres, la órbita terrestre es un lugar donde se pueden establecer “puertos” o estaciones espaciales, que pueden servir como bases para las operaciones espaciales.

Por lo tanto, Bowen ve la órbita terrestre como una “costa cósmica” en el sentido de que es un lugar estratégicamente importante para las operaciones espaciales, y que el control de esta “costa” puede proporcionar ventajas significativas en términos de poder espacial.

Bowen argumenta que la órbita terrestre, especialmente la llamada «órbita baja», es una zona crítica para las operaciones militares espaciales por varias razones:

  • La distancia: La proximidad de la órbita baja a la Tierra significa que los satélites pueden transmitir datos, información y comunicaciones a la Tierra con rapidez y precisión.
  • Sustento: La proximidad a la Tierra significa que la órbita terrestre es más fácil de mantener y reforzar que otras regiones más lejanas del espacio.
  • Recopilación de inteligencia: La órbita terrestre es una ubicación ideal para satélites espías que recolectan información sobre otros países y sus actividades militares.
  • Posición defensiva: La proximidad a la Tierra significa que satélites en órbita terrestre pueden ser utilizados para vigilar y defender objetivos estratégicos en la Tierra, como bases militares o ciudades.

El poder espacial existe dentro de una mentalidad geocéntrica

Bowen argumenta que, aunque el espacio exterior es de creciente importancia estratégica, los objetivos de las guerras y conflictos seguirán estando vinculados a la Tierra, que es donde viven los seres humanos. En otras palabras, aunque las tecnologías y capacidades espaciales pueden proporcionar ventajas militares y económicas significativas, estas se utilizan en última instancia para apoyar y avanzar en los objetivos políticos y estratégicos en la Tierra.

Por lo tanto, el poder espacial no se puede entender completamente sin considerar su relación con la Tierra y los intereses geopolíticos terrestres. Esto refleja una mentalidad geocéntrica, en la que la Tierra sigue siendo el centro de las consideraciones estratégicas, incluso cuando se trata del espacio exterior.

El poder espacial está disperso e impone dispersión en la Tierra

Bowen argumenta que el poder espacial está «disperso» porque no se puede concentrar en un solo punto, ya que la geografía del espacio no permite crear la misma concentración de poder que se ve en las operaciones militares terrestres.

La dispersión espacial significa que los satélites militares y otra infraestructura espacial deben estar ubicados en distintas órbitas y distancias para que puedan funcionar de forma eficaz. Esto hace que sea más difícil para un enemigo destruir todos los satélites y la infraestructura con un ataque.

La concentración y la dispersión siguen siendo conceptos relevantes para estudiar la guerra en la era de la costa celeste hostil, pero las formas de lograrlos están cambiando. Esta influencia del poder espacial en la guerra moderna plantea la importancia de dominar el espacio en primer lugar, tal y como argumenta el autor en la primera propuesta.

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