Beyond Entrepreneurship 2.0 es una continuación y expansión del libro original «Beyond Entrepreneurship» escrito por Jim Collins y Bill Lazier. La idea principal del libro es ofrecer una guía para empresarios y emprendedores que buscan convertir sus negocios en grandes compañías duraderas. La idea principal del libro es que para lograr este objetivo, los empresarios deben trascender la mentalidad del «empresario» y adoptar un enfoque más profesional y sistemático en la gestión de su negocio.

Algunos de los temas principales abordados en el libro incluyen:

  1. Liderazgo transformacional: Explora el papel crítico del liderazgo en la creación y el mantenimiento de organizaciones excelentes. Se centra en líderes que tienen una visión clara, un sentido de propósito y una capacidad para inspirar y movilizar a otros.
  2. Disciplina empresarial: Destacan la importancia de la disciplina empresarial en la toma de decisiones y la ejecución estratégica. Esto implica establecer y seguir rigurosamente procesos y prácticas que impulsen el rendimiento y la excelencia a lo largo del tiempo.
  3. Cultura organizacional: Profundizan en cómo construir una cultura organizacional sólida y cohesiva que fomente la excelencia, la innovación y el compromiso de los empleados.
  4. Adaptación y cambio: También abordan la importancia de la adaptación y la capacidad de cambio en un entorno empresarial dinámico y competitivo. Destacan la necesidad de que las empresas sean ágiles y estén dispuestas a evolucionar para seguir siendo relevantes y exitosas a lo largo del tiempo.

Principales ideas Beyond Entrepreneurship 2.0

  • Las grandes ideas de negocios no surgen sin grandes personas
  • El liderazgo prepara el escenario para el éxito o el fracaso.
  • Concéntrate en tu visión.
  • No puedes controlar la suerte, pero puedes sacar provecho de ella.
  • Una buena estrategia es simple.
  • El trabajo duro es el secreto del éxito.

Las grandes ideas de negocios no surgen sin grandes personas

Es difícil de imaginar ahora, pero Apple no siempre fue el líder del mercado tecnológico. En 1997, cuando la empresa estaba tambaleándose, su ex cofundador Steve Jobs regresó, marcando el comienzo de la era del iPod y el iPhone. Sorprendentemente, la estrategia de Jobs para revertir la suerte de Apple no se centró en el producto. Estaba centrada en las personas.

Piénsalo de esta manera: iniciar una nueva empresa es como comprar un autobús. Tu primer impulso podría ser decidir tu destino. Pero realmente, lo primero que debes decidir es quién va a ocupar los asientos.

Ya sea que estés comenzando una empresa nueva o gestionando una empresa establecida, siempre debes preguntarte: ¿Están en el autobús las personas adecuadas?

Las empresas miden su éxito mediante métricas, como ventas, flujo de caja y servicio al cliente. Pero la métrica más importante debería ser tu gente. Específicamente, ¿cuántos de sus roles clave (es decir, roles que conllevan poder de toma de decisiones) están desempeñados por las personas adecuadas? Idealmente, la respuesta debería ser 100 por ciento.

Entonces, ¿cómo se alcanza ese objetivo? Puede lograrse desarrollando a las personas para que se adapten a sus funciones, o puede lograrse buscando mejores candidatos. Generalmente es preferible el desarrollo, pero hay ocasiones en las que el reemplazo es la mejor opción. Si mantener a alguien en su puesto está afectando a otros empleados, probablemente sea mejor reemplazarlo. Lo mismo ocurre cuando su personal constantemente no puede trabajar con alguien o bajo sus órdenes.

Cuando alguien ve su función como un trabajo en lugar de un conjunto de responsabilidades, esa también es una buena razón para reemplazarlo. Después de todo, el «trabajo» de un maestro es estar de pie en el salón de clases de 8 am a 3 pm, pero quedarse de pie no cumple con sus responsabilidades. Y las cosas no son diferentes en el mundo de los negocios.

El reemplazo no tiene por qué ser negativo. En una empresa dinámica, tanto los roles como los empleados están en constante evolución. Si alguien ha superado su rol, o el rol le ha superado, es hora de reemplazarlo o reasignarlo.

Una vez que tus funciones clave estén ocupadas con las personas adecuadas, cambia tu enfoque a retener este talento, creando una cultura empresarial en la que los empleados reciban autonomía, responsabilidad y reconocimiento.

Cuando las personas adecuadas están en tu autobús, no importa adónde vayas. Ya estás a mitad de camino.

El liderazgo prepara el escenario para el éxito o el fracaso.

El estilo de un líder tiene un efecto multiplicador, que se propaga al resto de la empresa.

Por supuesto, el liderazgo eficaz será diferente para cada líder y cada situación. Gandhi y Churchill son recordados como líderes icónicos, aunque sus estilos no podrían haber sido más diferentes. Sin embargo, un buen líder debe adoptar al menos una de las siete cualidades de liderazgo esenciales.

Si bien no existe una fórmula para un buen liderazgo, existen ciertas cualidades de liderazgo que debes cultivar. ¡Elige una y conviértela en tu superpoder!

Primero, está la autenticidad. Para liderar con autenticidad, tendrás que poner tu dinero donde está tu boca y vivir los valores fundamentales de tu empresa. ¿Diriges tu empresa como innovadora? ¡Entonces será mejor que innoves! No construirás la cultura que deseas crear a menos que la ejemplifiques.

En segundo lugar está la decisión. A veces las decisiones que debes tomar como líder son claras. Pero un líder decisivo siempre es capaz de tomar una decisión, incluso cuando se enfrenta a varias opciones convincentes. El líder decisivo analiza los resultados potenciales, pero también sabe cuándo hacer el esfuerzo y comprometerse.

La tercera cualidad es el enfoque. Un líder que muestra concentración no se estanca en el trabajo intenso ni se enreda en la política de la oficina. Tiene una breve lista de prioridades y se centra en ellas, y solo en ellas. Todo lo que no sea fundamental para el éxito de la empresa es irrelevante.

En cuarto lugar está la calidad del toque personal. Los empleados que trabajan para líderes con un toque personal están comprometidos con su empresa porque saben que su líder está comprometido con ellos. Este líder se esfuerza por salir de detrás de su escritorio para adoptar un enfoque práctico.

Los líderes que demuestran habilidades interpersonales, la quinta cualidad, se esfuerzan por brindar constantemente buenos comentarios y reconocer los logros de su personal. Y cuando llega el momento de brindar comentarios no tan buenos, lo hacen de manera constructiva y solidaria.

Muchos líderes pueden comunicarse, pero los líderes que cultivan activamente la sexta cualidad, la comunicación. Incluso la convierten en su prioridad. Todos, desde el director financiero hasta el guardia de seguridad, saben cuál es la visión de este líder.

Por último, los líderes que se centran en tener visión de futuro y no se concentran en el pasado. Se mantienen por delante de la competencia centrándose en la próxima gran tendencia, la próxima gran idea y el próximo avance tecnológico.

Entonces, ¿cuál de estas siete cualidades posees? Para liderar bien, apóyate en ellas.

Concéntrate en tu visión.

Tus empleados saben qué hacer y cómo hacerlo. ¿Pero saben por qué lo hacen? Si no has definido y compartido tu visión con tu equipo, tu trabajo no tiene por qué. Una visión compartida es fundamental no solo para tu éxito sino también para tu longevidad. El compromiso con una visión compartida puede ayudar a tu equipo a superar desafíos y transiciones, y a guiar decisiones difíciles.

Entonces, ¿qué es exactamente la visión? Tu visión es el futuro que te gustaría ver para tu empresa. Sin embargo, si se formula correctamente, también unifica a tu equipo, establece tu misión e informa tu estrategia.

El primer componente de la visión son las creencias fundamentales. Estos son los valores y principios de tu empresa. Sean los que sean (innovación, pasión por la calidad o dedicación al servicio al cliente), deben ser auténticos. Las creencias fundamentales de tu empresa también deben ser tus creencias fundamentales, porque, como líder de la empresa, debes vivirlas.

Desde la base de tus creencias fundamentales, puedes pasar a establecer el siguiente componente de tu visión: el propósito. Es importante destacar que este no debería ser un objetivo finito sino una ambición que abra infinitas posibilidades. El propósito de Mary Kay Cosmetics es «Ser una empresa que brinde oportunidades ilimitadas a las mujeres». Es una ambición que se puede ejecutar de infinitas maneras.

El tercer elemento de la visión es la misión. Usarás tu propósito para definir esto. Una misión debe cumplirse, por lo que debe ser alcanzable y estar bien definida. Debería inspirar a tu equipo y también a tus clientes. Henry Ford expresó su misión cuando dijo: «Vamos a democratizar el automóvil». ¿Habría tenido tanto éxito si hubiera dicho: “Fabricaremos y venderemos automóviles”? Probablemente no.

Tu misión puede establecer un objetivo, como la antigua misión de Walmart: «Convertirse en una empresa de mil millones de dólares en 1980».

O puede centrarse en un competidor, como el de Honda: «¡Aplastaremos, aplastaremos, masacraremos a Yamaha!» Como puedes ver, ¡no hay necesidad de reprimirse!

Al establecer tus creencias fundamentales, utilizarlas para identificar tu propósito y traducir ese propósito en misiones alcanzables, te aseguras de que tu visión se ponga en práctica y de que tus acciones siempre reflejen tu visión.

No puedes controlar la suerte, pero puedes sacar provecho de ella.

Si alguien gana millones en la lotería, es bastante justo decir que tuvo suerte. Pero ¿qué pasa si alguien tiene un éxito improbable en transformar una pequeña empresa en una empresa multimillonaria? ¿Ellos también tuvieron suerte? Por supuesto, lograr el éxito en los negocios exige estrategia, habilidad y mucho trabajo duro. Pero cuando se trata de si una idea empresarial despega, un producto encuentra su mercado o una empresa escala con éxito, la suerte suele jugar un papel importante.

La suerte, en el sentido más estricto de la palabra, es pura casualidad. Puede tener consecuencias sísmicas para ti y tu negocio y, sin embargo, tú no puedes causarla ni controlarla. Pero puedes aprovechar cualquier suerte que se te presente, ya sea buena o mala, para producir grandes resultados.

En su libro «Great by Choice», Jim Collins y Morton Hansen estudiaron cómo la suerte afectó las trayectorias de empresarios tremendamente exitosos. Descubrieron que todos estos empresarios habían disfrutado de buena suerte y habían resistido la mala. Sin embargo, cuando compararon a estos empresarios icónicos con un grupo de control, descubrieron que estos últimos habían experimentado aproximadamente el mismo número de eventos afortunados.

Entonces, ¿qué diferencia a los íconos del resto?

Para empezar, cuando se les presentaron oportunidades inesperadas, estaban dispuestos a aprovecharlas. Steve Jobs fue despedido de Apple en 1997. En lugar de retirarse para disfrutar de su riqueza, fundó otra empresa de informática, NeXT. Pero NeXT nunca realmente irrumpió en el mercado. En lugar de darse por vencido, Jobs siguió adelante. Entonces su suerte cambió. Una Apple que se tambaleaba necesitaba un nuevo sistema operativo, y NeXT tenía uno que se ajustaba a sus necesidades. Apple adquirió NeXT y Jobs negoció ser recontratado en la adquisición. Sí, fue un golpe de suerte que el sistema operativo de Jobs fuera justo lo que Apple necesitaba. Pero sin trabajo duro y perseverancia, nunca habría estado en condiciones de satisfacer las necesidades de Apple.

Quizás aún más revelador sea cómo los empresarios exitosos responden a la mala suerte y al fracaso. Collins y Hansen descubrieron que la mala suerte temprana era a menudo más crítica para el éxito final de una empresa que la buena suerte temprana. De hecho, descubrieron que los empresarios visionarios tenían más probabilidades de sufrir reveses tempranos. Estos reveses los impulsaron no solo a recuperarse de la mala suerte, sino también a implementar estrategias y estructuras que los protegieran contra futuros fracasos.

Para lograr el éxito en los negocios, comienza por cultivar la disciplina.

Una buena estrategia es simple.

Los consultores estratégicos cobran mucho dinero por ayudar a las empresas a perfeccionar su estrategia. ¿Por qué sus tarifas son tan asombrosamente altas? Porque a todo tipo de empresarios, desde directores ejecutivos hasta estudiantes de MBA, se les ha enseñado a creer que la estrategia debe ser complicada para ser eficaz. Esto no podría estar más lejos de la verdad.

¿Qué es la estrategia? Piensa en la misión de tu empresa. Tu estrategia es la metodología que aplicarás para lograr esa misión. Y para que sea eficaz, esta estrategia debe ser racionalizada y sencilla.

Entonces, ¿cómo decides una estrategia que funcione?

Para empezar, una buena estrategia también es una estrategia realista. Antes de decidirte por cualquier camino estratégico, realiza una evaluación interna completa de tu empresa. Establece tus fortalezas y debilidades y, al establecer la estrategia, aprovecha siempre tus fortalezas. Si te dedicas a fabricar muebles artesanales, no pretendas capturar el mercado masivo.

A continuación, realiza una evaluación externa. ¿Dónde se ubica tu negocio en su sector? ¿Qué tendencias puedes identificar en tu sector? ¿Cuáles son las amenazas potenciales a tu crecimiento? Por el contrario, ¿dónde hay oportunidades en el mercado?

Armado con esta información, es hora de pensar estratégicamente. Deja que tu pensamiento se guíe por tres principios.

Uno: apuesta en grande, pero sé inteligente al respecto. El punto de inflexión en el que las buenas empresas se convierten en grandes empresas suele coincidir con una gran apuesta. Disney, por ejemplo, apostó fuerte por las películas animadas cuando estaban lejos de ser convencionales. Por supuesto, una gran apuesta que sale mal puede terminar siendo el punto de inflexión en el que una buena empresa acaba en quiebra. Así que respalda tu apuesta con investigación y prepárate para hacer apuestas más pequeñas (en cosas como la adopción de una tecnología incipiente o un nuevo método de producción) antes de apostar todo.

¿El segundo principio? Juega tanto a la defensiva como al ataque. Los negocios son como el deporte: tienes que preocuparte por protegerte de tu oponente además de atacarlo. Tu estrategia debe evitar que los competidores exploten tus vulnerabilidades y permitirte preparar tu empresa para el futuro en un panorama empresarial que cambia rápidamente.

El tercer principio es: no te conformes con grandes ganancias, hazlas más grandes. No solo necesitas una estrategia. Necesitas una estrategia para cuando tu estrategia dé sus frutos. Amazon no se durmió en los laureles cuando se convirtió en la plataforma en línea más popular del mundo para la compra de libros. Aprovechó esa victoria para convertirse en la plataforma de comercio electrónico más popular del mundo para todo. Entonces, ¿cómo vas a aprovechar tu gran victoria?

El trabajo duro es el secreto del éxito.

Si quieres tener éxito como emprendedor, tienes que esforzarte en las pequeñas cosas. Entonces, ¿qué pasos puedes tomar para garantizar que tu visión se convierta en realidad? En pocas palabras, necesitas ejecutar.

Establece plazos y respétalos. Tu estrategia comercial no tiene sentido a menos que puedas ejecutarla de manera oportuna. Si estableces plazos que sean concretos y realistas y luego insistes en que se respeten, el trabajo se realizará. Además, estarás construyendo una cultura de disciplina dentro de tu empresa.

Además, practica la gestión de hitos. Divide tu plan estratégico en pasos o hitos alcanzables que tracen un camino claro para lograr tu objetivo. Asigna a cada hito un propietario, alguien responsable de su ejecución, y dale también a cada uno una fecha límite. Pero la propiedad de los hitos y los plazos no puede ser una decisión de arriba hacia abajo. Busca la opinión del equipo responsable del hito.

También querrás mantenerlo SMaC: eso es, Específico, Metódico y Consistente. Si abordas intencionalmente todo tu trabajo con esta mentalidad, evitarás errores costosos y completarás tus tareas al más alto nivel. No te guardes SMaC para ti. Incorpóralo al flujo de trabajo de tu equipo mediante la implementación de procesos consistentes, sistemas de verificación cruzada y una planificación de contingencia rigurosa en cada aspecto de tu empresa.

Finalmente, capacita a todo tu equipo para ejecutar. Si eres emprendedor o fundador, por supuesto que estás motivado para ejecutar tu estrategia. Pero también es necesario que todos los demás se unan. Asegúrate de que todos tengan claro lo que se debe hacer y por qué. Asigna a tu personal roles en los que prosperarán y se sentirán inspirados. Y proporciona autonomía y apoyo a partes iguales.

Tu gran visión seguirá siendo solo eso –una visión– a menos que puedas convertirla en algo concreto. Pero, con responsabilidad, coherencia y disciplina, incluso tus objetivos comerciales más ambiciosos se pueden alcanzar.

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