La new space economy está marcada por un nivel sin precedentes de innovación y creatividad, así como una nueva mentalidad empresarial. Hay muchos nuevos actores en el mercado, como empresas espaciales de pequeño y mediano tamaño, financiadoras de capital riesgo y fondos de capital privado, que están aportando nuevos puntos de vista y acercando la industria espacial al público en general.

Esta nueva mentalidad empresarial tiene numerosos actores, pero tiene algunos protagonistas destacados. Sus trayectorias ilustran bien las historias de éxitos y fracasos.

When the Heavens Went on Sale: The Misfits and Geniuses Racing to Put Space Within Reach de Ashlee Vance es un excelente libro que retrata con precisión la historia de cuatro empresas pioneras. Explica como Astra, Firefly, Planet Labs y Rocket Lab, se enfrentaron a desafíos sin precedentes al intentar lanzar cohetes y satélites a la órbita por miles. El libro deja de lado Space X, porque el autor ya escribió sobre Elon Musk (Elon Musk: El empresario que anticipa el futuro) hace unos años.

En esta ocasión, Vance explora la innovación y la creatividad que se requiere para vencer los obstáculos que se presentan al tratar de hacerlo a escala masiva. También explora los desafíos económicos, técnicos y políticos que surgen al tratar de alcanzar la meta de crear una flota de satélites y cohetes a un precio asequible.

Más allá de la historias particulares, el libro explora varias ideas importantes sobre el futuro de la exploración espacial:

  • La reducción de los costos en la construcción y lanzamiento de satélites, lo cual podría hacer que la exploración espacial se haga más accesible para nuevos actores en el mercado.
  • La creciente demanda por datos y servicios de satélite, debido a la amplia gama de aplicaciones que están surgiendo en la industria espacial, como la navegación, la vigilancia, el monitoreo del clima y la conexión a internet.

Principales ideas de When the Heavens Went on Sale

  • Cuatro empresas, una visión.
  • Planet Labs: Disparando a las estrellas
  • El ascenso de Rocket Lab hacia el éxito estelar.
  • Una historia de hazañas astronómicas.
  • Cuando Firefly ilumina el cielo

Cuatro empresas, una visión

El juego de la exploración espacial ya no se trata sólo de gobiernos y su burocracia burocrática. Planet Labs, Rocket Lab, Astra Space y Firefly Aerospace han irrumpido en escena, revolucionando las cosas con su nuevo enfoque de la exploración espacial.

Antes de analizar las actividades de estas empresas, veamos primero qué tienen en común y cómo estos rasgos han cambiado la industria espacial para siempre.

Para empezar, estos pioneros saben que la rentabilidad es clave. Han descifrado el código y han encontrado formas de hacer que la exploración espacial sea más asequible y accesible. Al pensar de manera innovadora y adoptar un enfoque mesurado en las tareas que consumen mucho tiempo, han optimizado las operaciones, aprovechado tecnologías innovadoras y reinventado los diseños de cohetes. ¿El resultado? Costos más bajos y más oportunidades, que están permitiendo a los científicos, investigadores e incluso a la gente común participar en la acción espacial.

Pero aquí está la mejor parte: estas empresas no están ahí simplemente para la colonización interplanetaria o el turismo lunar. No, estas empresas tienen los pies firmemente plantados en el buen planeta Tierra. Se trata de mejorar nuestras vidas a través de esfuerzos que promuevan la Tierra, como el cambio climático, la gestión de recursos y el monitoreo ambiental. Cada empresa utiliza la tecnología espacial de manera única para obtener información valiosa que nos ayude a comprender mejor nuestro planeta y tomar decisiones informadas y preparadas para el futuro.

Así que olvídate de la vieja noción de exploración espacial que se limita a agencias gubernamentales burocráticas. Estas cuatro empresas están revolucionando las cosas y mostrándonos que el espacio es para todos. Nos están empoderando a todos para apuntar a las estrellas mientras mantenemos nuestra mirada en hacer de la Tierra un lugar mejor.

Ahora es el momento de explorar cómo Planet Labs democratiza la exploración espacial.

Planet Labs: Disparando a las estrellas

Imagínate esto: cientos de satélites pequeños y económicos vuelan en formación, tomando fotografías de cada rincón de nuestro planeta a diario. Suena como sacado de una novela de ciencia ficción, ¿verdad? Pero eso es exactamente lo que Planet Labs está logrando en estos momentos.

Cofundada por un trío de autoproclamados nerds-hippies del espacio (Robbie Schingler, Will Marshall y Chris Boshuizen), Planet comenzó con una visión única. Los fundadores creían en el poder de estos satélites en miniatura, cariñosamente llamados Palomas, como una fuerza para el bien. Estos no eran satélites espías sigilosos para espiar; eran los ojos que todo lo veían y que podían ayudarnos a comprender y optimizar mejor nuestro mundo.

Esta visión no se trataba sólo de imágenes de tropas reunidas o barcos navegando. Se trataba de permitirnos monitorear las selvas tropicales, medir los gases de efecto invernadero y rastrear los movimientos de los refugiados, entre otros objetivos conscientes. Los fundadores querían defender la verdad en una era en la que los hechos pueden manipularse. Como tal, no sólo aspiraban a las estrellas sino también a la transparencia, una causa noble si alguna vez las hubo.

El despliegue de los revolucionarios satélites Doves de Planet fue innovador. Ninguna otra empresa en la historia había lanzado antes cerca de 88 satélites simultáneamente. Normalmente, verías uno o dos, cuatro o cinco en un buen día. Planet tuvo que inventar nuevas formas de localizar, controlar y comandar su constelación de Palomas mientras giraban alrededor de la Tierra. Era como dirigir una orquesta en gravedad cero.

Al final, las Palomas no volaron sin rumbo fijo. Planet utilizó arrastre diferencial para controlar los movimientos de los satélites. Imaginemos paneles solares actuando como velas, empujando contra el débil rastro de la atmósfera en el espacio. Esto era principalmente un concepto teórico hasta que la empresa demostró que podía funcionar. Y funcionó.

En resumen, Planet pudo hacer grandes avances en el espacio porque comenzaron siendo pequeños, literalmente. Al ser pioneros en nuevos métodos de control de satélites y demostrar el poder de la miniaturización, han tenido un gran impacto en nuestra comprensión de nuestro planeta natal, ¡y todo eso de la mano de un grupo de hippies amantes del espacio!

El ascenso de Rocket Lab hacia el éxito estelar

Olvídate del brillante tropo liderado por la NASA al que todos estamos acostumbrados. La nueva era espacial es una carrera de innovación con los pies en la tierra, gracias a Rocket Lab. Como sugiere su nombre, la empresa reinventa cómo llegamos a las estrellas desarrollando y entregando cohetes pequeños y rentables.

No podemos hablar de Rocket Lab sin revisitar la historia del fundador de la empresa, Peter Beck. Beck, que creció jugando con máquinas en Invercargill, Nueva Zelanda, convirtió su empresa en un unicornio espacial de mil millones de dólares en 2018, apostando por la última frontera con cohetes impresos en 3D y un ingenio audaz. 

Beck empezó todo con un enfoque práctico y consciente de los costos que distingue a su empresa en el espacio. Pudo conseguir componentes disponibles para equilibrar la velocidad y el gasto, lo que ayudó a la empresa a cumplir su promesa de fabricar cohetes de forma rápida, económica y repetible. Este enfoque en la eficiencia y el pragmatismo no sólo es inteligente; es revolucionario.

Obviamente, Beck no es sólo un soñador; él es un maker. Respaldado por un equipo de personal confiable de Rocket Lab, transformó un pequeño taller de estilo investigación y desarrollo en una catedral de fabricación de nivel industrial. Era sólo cuestión de tiempo antes de que la compañía se hiciera conocida por su impresionante flota de cohetes Electron de tamaño divertido listos para alcanzar la órbita. Alineados uno tras otro en filas perfectas, flanqueados por impecables bancos de trabajo, estos cohetes son un testimonio de la incomparable experiencia y ambición de Beck.

La ventaja competitiva de Rocket Lab también es evidente en el desarrollo secreto de una etapa de arranque para sus cohetes. Esta innovación única, algo así como un servicio de valet para satélites, coloca cada satélite en órbitas súper precisas, uno por uno. A largo plazo, este acuerdo permite que el espacio sea accesible para una amplia gama de usuarios, incluidos los fabricantes de pequeños satélites y otras entidades que buscan desplegar sus cargas útiles con la máxima precisión y eficiencia. La tecnología también abre nuevas posibilidades para el despliegue de satélites y mejora la accesibilidad y utilización general de los recursos espaciales.

Al entrar en la sede de Rocket Lab, te sientes como si hubieras entrado en una película de ciencia ficción, pero todo es muy real. Desde el túnel blanco decorado con tiras de luces LED rojas hasta el centro de control de misión negro y brillante, es un reino que grita ambición. Está claro desde el principio que Rocket Lab no se limita a construir cohetes; están construyendo una narrativa de exploración espacial audaz que puede inspirar a las masas presentes y futuras.

A largo plazo, Rocket Lab ha estado reforzando diligentemente su presencia en Estados Unidos, fabricando sus motores Rutherford en Estados Unidos para satisfacer las demandas del gobierno estadounidense y ganar una posición más sólida en el vasto mercado aeroespacial estadounidense. La dedicación de Beck para satisfacer estas demandas subraya su perseverancia y adaptabilidad y la de la empresa, características ambas fundamentales para un actor de la industria espacial moderna.

Una historia de hazañas astronómicas.

Astra, anteriormente conocida como Stealth Space, quería hacer que el espacio fuera más asequible para una amplia gama de clientes y partes interesadas de diversos sectores, incluidas las telecomunicaciones y la investigación científica. Así que su fuerza impulsora, Chris Kemp, un empresario estadounidense famoso en Silicon Valley, ideó formas prácticas y económicas de construir cohetes.

Pero el viaje de Astra hacia los cielos no fue fácil. De hecho, la empresa experimentó turbulencias en materia de investigación y desarrollo en la fabricación de cohetes. Afortunadamente, los contratiempos en la infraestructura y los lanzamientos fallidos de varios cohetes de alto perfil, incluido el Rocket 3, nunca disuadieron a Kemp y su equipo del camino hacia el éxito en la exploración espacial.

A finales de 2020, la perseverancia de Astra finalmente prevaleció cuando despegó el llamado Rocket 3.2. A pesar de no poder entrar en órbita debido a problemas con la mezcla de combustible de la etapa superior, el lanzamiento se consideró un gran éxito. Después de todo, el objetivo principal de la compañía para el vuelo de prueba era lograr un corte exitoso del motor principal de la primera etapa, lo cual lograron. Y así, con una nueva confianza, Kemp proclamó que Astra estaba listo para la producción.

Cuando Astra comenzó los trabajos de expansión, Kemp contempló la construcción de un segundo puerto espacial similar a los logros de SpaceX. Se mantuvo optimista y confió en un equipo dedicado para identificar los sitios de lanzamiento ideales para las misiones de Astra. El éxito de Rocket 3.2 también provocó un cambio en la perspectiva de Kemp. Se dio cuenta de que Astra no se centraba únicamente en enviar objetos y personas a lugares distantes como otros multimillonarios del espacio; su misión se centró en mejorar la vida en la Tierra.

En lugar de concentrarse en colonizar Marte, Kemp ha declarado que quiere que Astra potencie la vida en la Tierra. En otras palabras, Astra tiene como objetivo permitir que una nueva generación de pioneros construya e innove en el espacio para el bien de la humanidad que se encuentra debajo de ellos.

Desde entonces, Astra ha estado trabajando en más cohetes. Pero está claro que el histórico lanzamiento del Rocket 3.2 encendió un sentido de propósito en Kemp e impulsó a Astra a mayores alturas.

Ahora que conoce la historia de Astra, es hora de descubrir cómo Firefly, nuestra cuarta y última empresa, ha hecho historia en la industria espacial.

Cuando Firefly ilumina el cielo

Max Polyakov y Thomas E. Markusic se reunieron una vez y tuvieron una brillante idea: ¡Oye, cambiemos las cosas! Fundaron Firefly Aerospace con algunos sueños audaces y el valor para entrar en el juego con los grandes de la industria. Fueron liderados por este increíble grupo de emprendedores que abordaron las limitaciones de los cohetes pequeños, lo que abrió nuevas oportunidades para las actividades espaciales comerciales.

Polyakov y Markusic vieron una oportunidad en el mercado de lanzamientos pequeños. Pero en lugar de conformarse con cohetes pequeños con espacio de carga limitado, apuntaron más alto. Su innovador cohete Alpha fue diseñado para transportar la friolera de 2200 libras de carga. ¡Y no se detuvieron ahí! Pusieron sus ojos en su cohete Beta, que se esperaba que transportara unas increíbles 17.500 libras. La idea detrás de Beta era crear cohetes que pudieran lanzar múltiples satélites al espacio con un solo lanzamiento. En definitiva, este cohete podría ser la forma de satisfacer la creciente demanda de servicios espaciales.

Los cofundadores invirtieron en su empresa para poner las cosas en marcha, y Polyakov aportó unos 100 millones de dólares para el desarrollo de Alpha. Ese dinero les dio el impulso que necesitaban para establecer algunas instalaciones de primer nivel en Texas, con todas las herramientas de vanguardia que necesitaban. Era como un patio de recreo para que su equipo de producto se sumergiera de lleno en la innovación. Trabajaron duro: probando, refinando y aprendiendo de victorias y derrotas.

Claro, Firefly encontró algunos obstáculos en el camino y experimentó algunos retrasos con el Alpha. Pero perder nunca fue una opción, gracias a la determinación de Polyakov y Markusic. El impulso compartido de los cofundadores por cambiar la industria no les permitió renunciar. Así nació su exclusiva tecnología de cohetes.

Ahora bien, Firefly no se trata sólo de cohetes. La empresa ha estado invirtiendo en varios negocios tecnológicos fuera del sector espacial. Ha conseguido trozos del pastel en otros grandes titanes tecnológicos como Twitter, Airbnb y Facebook. ¿Por qué? Polyakov y Markusic se toman en serio la idea de impulsar la innovación y causar sensación en el mundo tecnológico global.

Esa es la historia de Firefly en pocas palabras. Se trata de grandes sueños, innovación revolucionaria y determinación de romper el molde de la industria aeroespacial.

Conclusiones de When the Heavens Went on Sale

Planet Labs, Rocket Lab, Astra Space y Firefly Aerospace han revolucionado la industria espacial. Han desafiado las normas, haciendo que el espacio sea más accesible al abordar las limitaciones con enfoques innovadores. A través de la eficiencia, la automatización y la conciencia de los costos, han demostrado que no se necesitan bolsillos infinitamente profundos para alcanzar las estrellas. 

Imagen: galería oficial de Rocket Lab

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