La idea principal de El Tao del Capital de Mark Spitznagel es que para lograr nuestras metas financieras y de inversión, debemos estar dispuestos a adoptar un enfoque indirecto.

El Tao del Capital es relevante por varias razones que se entrelazan con los fundamentos de la inversión, la economía y la filosofía de inversión. Aquí se detallan los aspectos que contribuyen a su relevancia:

  1. Enfoque en la inversión austriaca: El libro introduce y profundiza en el concepto de la Inversión Austriaca, un enfoque contraintuitivo pero probado, derivado de la escuela austriaca de economía. Este enfoque tiene más de 150 años de antigüedad y es tanto atemporal como sumamente oportuno en el contexto actual de mercados financieros turbulentos.
  2. Metodología de inversión cohesionada: Spitznagel es el primero en condensar las teorías de Ludwig von Mises y otros pensadores de la escuela austriaca de economía en una metodología de inversión cohesiva y efectiva. Esto lleva la economía austriaca de la teoría a la práctica de inversión, ofreciendo a los inversores una guía práctica basada en principios económicos sólidos.
  3. Perspectiva histórica y filosófica: El libro hace un viaje desde los pozos comerciales de Chicago hasta los bosques boreales de coníferas, y desde los Reinos Combatientes de China hasta la Europa napoleónica. Esta narrativa histórica y filosófica enriquece la comprensión del lector sobre la inversión y la economía, mostrando cómo los principios austriacos han sido relevantes a través de diversas épocas y contextos.
  4. Enfoque en la estrategia y la posición: La victoria en la inversión, según Spitznagel, no proviene de enfrentar la batalla decisiva de manera directa, sino de buscar una ventaja posicional intermedia, apuntando a los medios indirectos en lugar de a los fines directamente. Este enfoque estratégico, denominado «shi», subraya la importancia de la estrategia y la posición sobre las acciones directas, ofreciendo una perspectiva única en la toma de decisiones de inversión.
  5. Aplicabilidad en un mundo turbulento: Es particularmente relevante en el contexto actual de incertidumbre económica y volatilidad del mercado. Ofrece una mirada rara y accesible a través de la lente de uno de los grandes inversores de hoy para descubrir una profunda armonía con el proceso del mercado, una armonía esencial hoy en día.
  6. Contribuciones de pensadores económicos: Al repasar las contribuciones históricas de pensadores como Menger, Böhm-Bawerk, Hayek y Mises, el libro proporciona una sólida base teórica sobre el capital, el crédito y los ciclos económicos, lo que lo hace relevante para comprender los fundamentos de la economía y la inversión.
The Core Philosophy – Dao of Capital & Roundabout Investing

Principales ideas de El tao del capital

  • Estrategias de inversión austriaca: La sabiduría del daoísmo en el ámbito financiero
  • Robinson Crusoe y Henry Ford: Ejemplos emblemáticos del éxito a través de la inversión austriaca
  • La sabiduría del daoísmo en los ecosistemas forestales: Estrategias de vida de las coníferas
  • Conceptos daoístas en las estrategias militares: De la antigua China a la Prusia del siglo XIX
  • La naturaleza procesal y no empírica de los mercados según la Escuela Austriaca
  • Mercados y ecosistemas: La autorregulación y sus desafíos
  • Superando la gratificación inmediata: El reto de la inversión austriaca
  • Estrategias de inversión austriaca: Disciplina y enfoque en la productividad

Estrategias de inversión austriaca: La sabiduría del daoísmo en el ámbito financiero

La inversión austriaca se fundamenta en la aplicación de principios del Daoísmo, una filosofía milenaria china, al mundo de los mercados financieros. Esta aproximación comienza con una paradoja intrigante: se debe encontrar placer en perder dinero y desagrado en ganarlo. Esta paradoja, que se extiende a lo largo de más de dos milenios y medio, encuentra sus raíces en el Daoísmo.

Según esta filosofía, el camino más efectivo hacia cualquier meta se encuentra a través de su antítesis. De esta manera, se logra el éxito a través del fracaso y se fracasa al alcanzar el éxito de manera directa.

El Daoísmo, que emergió en la antigua China en un periodo marcado por conflictos bélicos, introduce el concepto de wei wuwei, que se traduce como «actuar sin actuar». En el contexto de la guerra, esto implicaba abstenerse de atacar hasta asegurar una posición ventajosa, utilizando la fuerza del adversario en su contra.

Este principio se refleja en el tuishou, o «manos empujadoras», un arte marcial daoísta. En esta práctica, dos contrincantes buscan derribarse mutuamente mediante una secuencia de fintas y ataques sutiles.

El tuishou es una expresión física de la estrategia de esperar y aprovechar la precipitación del adversario. En este arte, la verdadera fuerza no reside en el empuje, sino en la capacidad de ceder.

De manera similar, la inversión austriaca adopta el enfoque daoísta de buscar una ruta indirecta hacia el éxito en los mercados. En vez de perseguir ganancias inmediatas por medios directos, opta por un camino más circunvalado que conduce inicialmente a pérdidas. Este proceso de retroceso y pérdida a corto plazo es análogo a la cesión en tuishou, permitiendo alcanzar una posición más favorable a largo plazo.

Tal como enseña el principio daoísta de wei wuwei, el objetivo es capitalizar la impaciencia y la aversión a las pérdidas menores de otros inversores, así como su ansia por obtener beneficios inmediatos. En este contexto, la paciencia se convierte en una virtud esencial.

Robinson Crusoe y Henry Ford: Ejemplos emblemáticos del éxito a través de la inversión austriaca

Robinson Crusoe y Henry Ford son ejemplos destacados de cómo la inversión austriaca puede conducir al éxito. Es necesario tolerar contratiempos iniciales para obtener ganancias utilizando la estrategia de inversión austriaca. Profundicemos un poco más en lo que esto significa.

La parábola de Robinson Crusoe ilustra bien este principio. Cuando Crusoe queda varado en su isla remota, sus primeras prioridades son las necesidades básicas de la vida. Para alimentarse, inicialmente intenta pescar con sus propias manos, lo cual es torpe y rara vez funciona bien.

Crusoe logra reducir el tiempo que tiene que dedicar a la pesca construyendo herramientas de pesca más eficientes. Lo hace corriendo el riesgo de morir de hambre.

Inicialmente, captura menos peces porque dedica más tiempo a construir herramientas que a pescar propiamente. Sin embargo, una vez terminadas, es capaz de capturar más peces en un período de tiempo más corto. A veces, «perder» algo a corto plazo puede significar obtener ventajas futuras que hacen que la pérdida valga la pena. En el caso de Crusoe, su causa de pérdidas a corto plazo podría haberle salvado la vida.

Henry Ford, fundador de la Ford Motor Company, también fue un inversor indirecto por excelencia. Creó un nuevo método de producción que mejoró la eficiencia: la línea de ensamblaje, un proceso por el cual se añaden partes a medida que el producto semiterminado se mueve de una estación de trabajo a otra.

La transición de la compañía hacia el éxito siguió un camino indirecto. Ford invirtió una cantidad tremenda de tiempo y todas sus ganancias de sus primeros automóviles en la investigación y desarrollo de la línea de ensamblaje. Al principio, había muy poco que mostrar por su sacrificio.

Sin embargo, eventualmente, su inversión rindió tremendamente. Después de que el nuevo proceso de línea de ensamblaje se finalizó, Ford fue capaz de producir un nuevo automóvil cada veinticuatro segundos. La Ford Motor Company pudo de repente y eficientemente producir automóviles para las masas, a tasas sin precedentes.

La sabiduría del daoísmo en los ecosistemas forestales: Estrategias de vida de las coníferas

Los principios del Daoísmo, una filosofía que aboga por la armonía con el flujo natural de la vida, se reflejan en los sistemas forestales y nos ofrecen valiosas lecciones. La naturaleza actúa como un maestro supremo, y dentro del Daoísmo, se enfatiza la importancia de observar y aprender de ella, tomando como ejemplo el desarrollo de las coníferas.

Las coníferas, que incluyen especies como los pinos, abetos y piceas, son testimonio del enfoque indirecto del Daoísmo para alcanzar una posición de ventaja. Estos árboles son de las especies más antiguas de nuestro planeta, habiendo surgido hace aproximadamente 300 millones de años.

En la lucha por el espacio en el bosque, las coníferas compiten con las angiospermas, plantas con flores que tienen la ventaja de un crecimiento rápido y, por tanto, son más competitivas a corto plazo. No obstante, las coníferas pueden superar a las angiospermas al desarrollar de manera gradual raíces robustas y una corteza gruesa, lo que, junto con su longevidad, les permite eventualmente dominar en términos de biomasa y altura.

Una vez que han asegurado su territorio, las coníferas se vuelven más productivas que las angiospermas. Durante sus etapas de crecimiento más lento y temprano, establecen una estructura que posteriormente facilita un desarrollo rápido y eficiente.

Estos árboles nos demuestran que es preferible evitar la competencia directa por recursos limitados, optando en cambio por la ruta daoísta que promete mayores beneficios a largo plazo.

Las coníferas también personifican el concepto de wei wuwei, o «actuar sin actuar». Prosperan en rocas y otros lugares inhóspitos para las plantas competidoras. Sin embargo, cuando las condiciones cambian abruptamente, como en el caso de un incendio forestal, se manifiesta el wei wuwei: las coníferas «siembran sin sembrar».

El sustrato rocoso no solo proporciona a las coníferas una posición defensiva frente a otras plantas, sino que también les confiere una ventaja ofensiva tras un incendio. Cuando el fuego despeja nuevas áreas del bosque, las coníferas tienen la oportunidad de dispersar sus semillas con el viento.

En conclusión, aunque las coníferas son seres aparentemente frágiles e inflamables, logran florecer y prosperar mediante una retirada estratégica, un crecimiento pausado y una siembra oportuna.

Conceptos daoístas en las estrategias militares: De la antigua China a la Prusia del siglo XIX

La antigua China y la Prusia del siglo XIX podrían parecer mundos distantes, pero comparten una importante similitud: en ambas regiones, las guerras dieron origen a textos canónicos sobre estrategia militar. En la antigua China, fue El Arte de la Guerra de Sun Tzu, mientras que en Prusia fue «De la Guerra«, del general Carl von Clausewitz.

Sun Tzu aplica el enfoque indirecto daoísta a la estrategia militar. Es una de las obras más importantes sobre el tema y ha influido enormemente en el pensamiento militar tanto oriental como occidental.

La estrategia militar descrita en «El Arte de la Guerra» puede resumirse en una sola palabra: shi. Shi no tiene una traducción directa al inglés. Se define más por un conjunto de significados, dos de los cuales son el valor estratégico y la ventaja posicional.

Shi transmite la importancia de ganar influencia a través de la no intervención para asegurar una posición ventajosa en la batalla. Shi es para El Arte de la Guerra lo que wei wuwei es para el Daoísmo.

El Arte de la Guerra establece que la máxima expresión de excelencia en la batalla es someter al ejército enemigo sin luchar en absoluto, o en otras palabras, «marchar sin parecer moverse». La fuerza bruta no siempre es la mejor manera de ganar una pelea.

Un principio similar se encuentra en De la Guerra, que también ha sido influyente, más aún en el mundo occidental.

En «De la Guerra», Clausewitz utiliza las palabras alemanas Ziel, Mittel y Zweck para describir un enfoque similar al daoísta en la guerra. En el enfoque de Clausewitz, los objetivos inmediatos (Ziel) son debilitar al enemigo en puntos focales estratégicos para obtener una ventaja posicional. Una vez que sus defensas están debilitadas, esta posición puede utilizarse como un medio (Mittel) para alcanzar el fin último (Zweck) de ganar la guerra.

La naturaleza procesal y no empírica de los mercados según la Escuela Austriaca

La inversión austriaca, surgida en el crisol de la Escuela Austriaca de Economía a finales del siglo XIX y principios del XX en Viena, se fundamenta en la visión de que el mercado es un proceso dinámico y no un fenómeno estático. Ludwig von Mises, figura clave de esta escuela, enfatizó con su célebre declaración «¡El mercado es un proceso!» la importancia de entender el mercado como una secuencia continua de eventos y decisiones.

Esta perspectiva sostiene que el mercado es un proceso en constante evolución, similar al Dao en el Daoísmo, que no puede ser plenamente comprendido si se le considera estático o empírico. Los mercados, impulsados por las acciones de incontables individuos, son el reflejo de la interacción humana, carente de las constantes y predictibilidad que caracterizan a las ciencias naturales.

La subjetividad inherente a la acción humana impide que el mercado sea analizado con precisión como un fenómeno empírico. La imposibilidad de observar el comportamiento de un participante del mercado de manera aislada impide la realización de experimentos controlados y, por ende, la predicción de movimientos de mercado basada en datos empíricos siempre tendrá un grado de incertidumbre.

Además, los economistas enfrentan la dificultad de que no existen leyes inmutables que rijan la acción humana, lo que limita la capacidad de interpretar patrones históricos para predecir el futuro. Si fuera posible utilizar la historia para anticipar los movimientos del mercado, los inversores no se verían sorprendidos por eventos inesperados ni sufrirían pérdidas significativas. Sin embargo, la crisis financiera global de 2008 demostró lo contrario, sorprendiendo a inversores y economistas por igual. El mercado, en su esencia, es una entidad impredecible y caótica que desafía las expectativas y el análisis convencional.

Mercados y ecosistemas: La autorregulación y sus desafíos

Los mercados, al igual que los ecosistemas forestales, cuentan con mecanismos intrínsecos de autorregulación que les permiten mantener un equilibrio natural. Desde la perspectiva de la Escuela Austriaca de Economía, se sostiene que las intervenciones gubernamentales, lejos de contribuir al equilibrio de los mercados, tienden a generar distorsiones.

En la naturaleza, los bosques se autorregulan a través de una constante competencia por los recursos entre sus habitantes. Un ejemplo claro de este equilibrio dinámico se observa cuando el crecimiento excesivo de angiospermas provoca incendios forestales menores, los cuales, a su vez, limpian el terreno permitiendo que las coníferas se resembran. Estos incendios, lejos de ser meramente destructivos, actúan como un mecanismo de limpieza que preserva el equilibrio del bosque.

De manera análoga, los mercados financieros experimentan sus propios «incendios» en forma de bancarrotas y ajustes económicos, que sirven para liberar y redistribuir recursos, eliminando inversiones ineficientes y permitiendo el surgimiento de nuevas oportunidades.

Sin embargo, tanto en los bosques como en los mercados, la intervención externa puede debilitar estas fuerzas de autorregulación. En el caso de los bosques, la supresión de incendios menores por parte de la gestión forestal humana puede prevenir la renovación natural, llevando a un ecosistema frágil y susceptible a incendios más devastadores. De manera similar, en los mercados, las acciones de los bancos centrales, como la impresión excesiva de dinero para mitigar recesiones menores, pueden distorsionar el valor real de los activos y fomentar la malinversión.

La impresión de dinero sin un respaldo de valor real, como bienes raíces o metales preciosos, introduce una distorsión en el estado «natural» del mercado, haciéndolo vulnerable a inversiones poco sólidas y a ciclos económicos más volátiles.

En conclusión, tanto los ecosistemas naturales como los mercados financieros poseen mecanismos de autorregulación que, cuando se dejan actuar sin intervenciones externas significativas, tienden a mantener un equilibrio dinámico. La intervención, ya sea en la naturaleza o en la economía, debe considerarse cuidadosamente para evitar efectos contraproducentes que puedan desestabilizar estos sistemas complejos.

Superando la gratificación inmediata: El reto de la inversión austriaca

La inversión austriaca representa un desafío significativo para la naturaleza humana, ya que implica resistir el impulso de gratificación inmediata en favor de beneficios a largo plazo. Para triunfar en la inversión austriaca, es esencial aprender a desvincularse del enfoque en el presente y mirar hacia el futuro, una tarea que no es sencilla. ¿Cuál es la razón de que nos resulte tan arduo?

Por naturaleza, los seres humanos tienen una predisposición a preferir resultados inmediatos y tangibles frente a aquellos que requieren una espera o son indirectos. Buscamos beneficios instantáneos.

El psicólogo Walter Mischel exploró profundamente este comportamiento en la década de 1960 con el famoso Test del Malvavisco. En este experimento, se ofrecía a los niños una golosina con la opción de consumirla al instante o esperar quince minutos para recibir una segunda golosina como recompensa. A pesar de la promesa de una mayor recompensa futura, solo unos pocos niños resistían la tentación de comerse la golosina de inmediato.

Con la madurez cerebral, desarrollamos una mayor capacidad para postergar la gratificación, pero la tendencia a enfocarnos en lo inmediato persiste, un vestigio evolutivo de la necesidad de nuestros ancestros de responder a amenazas directas para su supervivencia.

Esta inclinación se ve reforzada por una cultura que valora el presente por encima de todo, incentivando la búsqueda de satisfacción rápida y visible a corto plazo.

Evidencias de esta tendencia son omnipresentes en nuestra sociedad, desde las bajas tasas de ahorro hasta la explotación de recursos naturales limitados para satisfacer necesidades inmediatas.

Adoptar la inversión austriaca requiere un cambio de mentalidad para superar esta inclinación innata. A pesar de ser contraintuitiva, existen estrategias efectivas para su implementación, las cuales se abordarán en la siguiente sección.

Estrategias de inversión austriaca: Disciplina y enfoque en la productividad

Para aplicar con éxito la inversión austriaca, es crucial prepararse para un enfoque de inversión que requiere paciencia y una evaluación cuidadosa de las oportunidades. ¿Cómo nos posicionamos para que nuestra paciencia se traduzca en resultados positivos? ¿Cómo identificamos las empresas adecuadas en las que invertir?

El primer paso es ejercer cautela y abstenerse de participar en el mercado cuando se detectan distorsiones significativas. Estas distorsiones suelen presentarse cuando los bancos centrales incrementan la oferta monetaria, resultando en tasas de interés artificialmente bajas que pueden conducir a inversiones inadecuadas y, potencialmente, a crisis del mercado de valores.

Un mercado afectado por distorsiones es vulnerable a correcciones severas, similar a cómo un bosque sobrecargado es susceptible a incendios devastadores. Por lo tanto, es prudente mantenerse al margen y preservar el capital hasta que las distorsiones se resuelvan y se presenten condiciones más favorables para la inversión.

El segundo paso es la búsqueda de capital altamente productivo, entendiendo que las inversiones más productivas suelen ser aquellas que toman un enfoque indirecto. Esto puede implicar invertir en tecnologías que permitan una mayor producción con insumos alternativos, lo que a menudo requiere una inversión significativa en investigación y desarrollo y una espera más prolongada por los resultados. Un ejemplo histórico de esta estrategia es la inversión de Henry Ford en el desarrollo de la línea de ensamblaje, que inicialmente redujo sus ganancias pero eventualmente revolucionó la producción de automóviles.

Al evaluar empresas para invertir, es esencial buscar aquellas que reinvierten una proporción considerable de sus ganancias en mejoras que incrementen su eficiencia a largo plazo. Además, es aconsejable considerar empresas con un valor de mercado bajo que otros inversores pueden pasar por alto debido a su crecimiento lento. Estas empresas a menudo ofrecen ventajas significativas al final de un camino indirecto, lo que puede resultar en rendimientos sustanciales para los inversores que tienen la visión y la paciencia para esperar.

En resumen, la inversión austriaca requiere una combinación de disciplina para resistir las distorsiones del mercado y la perspicacia para identificar y capitalizar en empresas con un potencial de crecimiento a largo plazo.

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