Si quieres mi voto, aquí están mis condiciones

La temperatura política aumenta. Todavía no estamos en campaña electoral, pero la maquinaria de propaganda de los partidos, funciona a pleno rendimiento. En verdad, pocas veces aflojan. Personalmente me gustaría ahorrarme el vía crucis de las campañas electorales, repeticiones cansinas, con pocas novedades y menos credibilidad cada año que pasa.

Por eso me gustaría establecer una lista de condiciones higiénicas, de obligado cumplimiento. Un filtro que permitiera ahorrarme el ruido del charlatán/a de turno y escuchar sólo a los que aceptan las condiciones. Ahí van:

1. Liderar es servir. Gobernar se supone que es un servicio público. No te sirvas de ello, ni tú, ni tus amigos, ni tus acólitos. Nepotistas y clientelistas, abstenerse.

2. Como principio fundamental: no hagas lo que criticabas cuando te sentabas en la oposición.

3. Saber a dónde vamos. Si lo sabes, explícalo bien y mantén fuerte el timón. Si no lo sabes, o no eres capaz de comunicarlo adecuadamente o no eres capaz de mantener el rumbo, deja el puesto a otros. Cuanto antes, mejor.

4. Los proyectos tienen que apasionar e ilusionar a la ciudadanía. No pueden ser excluyentes ni tratarlos de ilusos. Salvapatrias y vende-motos, quedaros en casa.

5. Respeta a los emprendedores. Valora más a aquellos que arriesgan y salen de su zona de confort. Si encima les echas una mano, irás para nota. Las operaciones de “economía del decorado” restan, porque dispersas y malgastas el dinero público en salir en la foto, en canapés y fiestas.

6. No usarás las palabras “innovación” e “investigación” en vano. Hablar de ello sin priorizarlo presupuestariamente, es la mejor forma de evidenciar que no crees en el futuro, ni sabes a dónde vamos.

7. Deja de quejarte. Hay que encajar y afrontar la adversidad con resiliencia.

8. Aprende a escuchar y ten la suficiente humildad para aprender.

9. Lo abierto se lleva. Abrir las organizaciones para hacerlas más innovadoras, más competitivas -y de paso- que circule el aire fresco.

10. Para avanzar hay que tomar decisiones. No siempre son populares y a menudo exigen sacrificios, hazlo porque si las aplazas luego será peor.

11. La transparencia, el rigor, la eficacia y la eficiencia en la gestión deberían ser el nuevo mantra de la gestión pública.

12. Las mayores responsabilidades en manos de los mejores. A mi me gustaría que me gobernaran los mejores. Si así lo creemos, hay que atraerlos y pagarlos como se merecen.

13. La brevedad es un muestra de respeto a los demás, practícalo.

14. Aunque es un habitual en la naturaleza humana, no te apoltrones. A pesar de acceder por las vía democrática, los cargos no son vitalicios.

15. Si te equivocas, reconócelo. Y si te has pasado tres pueblos, dimite.

16. Sé inteligente y práctico. La gente no quiere ir a la guerra ni saber de una revolución nueva cada semana. Desbloquea las situaciones difíciles y mantén el rumbo.

17. En campaña electoral o fuera de ella, nunca prometas algo que sabes de antemano que no vas a cumplir. Eso es mentir. Aunque estemos acostumbrados, no nos gusta que nos tomen el pelo.

18. Actúa pensando en el interés común y con respeto hacia tus adversarios políticos, no en el titular del día siguiente.

19. Si la igualdad no es una utopía, aplícate el cuento. Basta de salarios vitalicios ex es, basta de cementerios de elefantes (ya sea en Bruselas o en empresas públicas) y fuera todos los chollos y prebendas.

20. La Red transforma la sociedad. Tienes dos opciones, verlo como una oportunidad o como una amenaza. Pero recuerda, Internet ha venido para quedarse, tú no.

Por favor échame una mano, a ver si añadimos más condiciones. Gracias

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8 comentarios

  1. Déjame que meta una condición más que puede que cambie todo: ¿tiene sentido política de masas en la era de la comunicación unipersonal? Es decir, la política se comporta de doble manera: el mínimo común denominador del gusto como hace la televisión (fútbol y Belén Esteban, por resumir) y la connivencia con determinados grupos económicos que, invocando su caracter estratégico o esencial para la democracia, consiguen ventajas que permiten reducir la competencia en contra del resto de la sociedad. Mi opinión es algo radical: votar es sostener todo esto. Y «esto» es la desnaturalización completa de la clase política, constituida como una casta muy lejos de poder cumplir con la naturaleza del «contrato» que nos une con ella: la representación de sus electores. Si le sumamos la recaudación y el gasto desbocado, es urgente pensar en otras cosas.

    1. Hola Gonzalo,

      comparto tu aproximación, pero tiene una pega ¿Quién pone el cascabel al gato? Al «sistema» sólo se le puede hacer evolucionar desde dentro. Es una gran pega, lo sé, pero me temo que es la única vía posible.

      Se admiten sugerencias pero hay que ganarlos con sus reglas

  2. Ese es un viejo debate… visto desde lo alto del bosque, la suma de transformadores internos con presión externa es la que hace el trabajo. La cuestión es dónde se sitúa uno. Yo, ahora, prefiero estar fuera. Es que el riesgo de complicidad es muy alto. Prefiero no ir a votar, hasta que se caiga. Y, si no se cae, ¿qué mas me da? Lo de siempre ya lo tengo.

    1. el problema es que no se caerá, cambiarán lo mínimo y necesario para perpetuarse. ¿Qué más da? pues mucho. Acabas compitiendo contra ellos, te ponen palos en la rueda y encima pagando de tu bolsillo. Es inevitable, si estás en el terreno de juego, estás jugando el partido… aunque hagas la estatua

  3. Lo malo es que la mayor parte no están ni con los transformadores internos ni hacen presión externa. El nivel de abstención no cambia nada, sólo es titular de unos días, pero no impide que los de turno se apropien de los sillones. Si no sirve para desmontar un proceso, no es una opción.

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