Me costó decidirme, pero al final visioné el video de la agresión a una menor ecuatoriana en los Ferrocarriles de la (FGC). Desagradable y muy lamentable.

No es mi intención opinar al respecto, aunque si debo admitir cierta sorpresa cuando se ha sabido que el individuo agresor ha argumentado su estado de embriaguez para excusarse. Sin comentarios.

Pero hay más afectados colaterales gracias a la difusión del vídeo. El primero, el joven que presenció la agresión a la chica ecuatoriana. Éste ha comunicado a los Mossos que se siente intimidado por vecinos de su localidad, que le increpan por no haber intervenido en defensa de la chica. Para acabar de redondear la carambola, se ha abierto una investigación para esclarecer la actuación del juez en el caso, que dejó libre al agresor por la incomparecencia del fiscal.

O sea que en este episodio hay para todos. En clara proporción a la gran expectación mediática que ha generado. ¿Justificable? Lo es seguramente de la misma forma que el video es empleado -a fondo- por los dirigentes políticos para sus intereses partidistas. Quizás esto signifique que, poco a poco, nos estamos convirtiendo en una videocracia, o mejor en un videocirco.

Parece que es el signo de estos tiempos. Una era 2.0 en la que los ciudadanos tenemos derecho a video-difundir y expresar nuestra opinión ¿Videociudadanos? Pues posiblemente.

No sé si es justo o sólo es linchamiento mediático. ¿Alguien sabe si habrá más rigor con el agresor por culpa de la difusión del vídeo? o ¿habría quedado impune de no difundirse las imágenes?

Tú ¿Qué opinas?

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