
Cuando Donald Trump ganó las elecciones de 2016, muchos analistas se apresuraron a diagnosticar el fenómeno como una reacción popular contra los excesos de la globalización neoliberal. La narrativa era seductora en su simplicidad: los perdedores de la globalización se rebelaban contra las élites cosmopolitas que habían diseñado un sistema económico que los dejaba atrás. Sin embargo, esta explicación, por muy intuitiva que parezca, oculta una realidad mucho más inquietante que Quinn Slobodian desentraña magistralmente en Hayek’s Bastards: Race, Gold, IQ, and the Capitalism of the Far Right.
La tesis central de Slobodian es tan provocativa como reveladora: la extrema derecha contemporánea no surgió en oposición al neoliberalismo, sino como una evolución natural —aunque distorsionada— de las ideas neoliberales originales. Los «bastardos» del título no son forasteros que asaltan las puertas del orden liberal, sino hijos legítimos, aunque problemáticos, de la tradición intelectual que se remonta a Friedrich Hayek y Ludwig von Mises.
Cuando la victoria se sintió como derrota
Para entender esta genealogía intelectual, debemos remontarnos al momento aparentemente triunfal del neoliberalismo: el fin de la guerra fría. Uno podría esperar que la caída del muro de Berlín y el colapso de la Unión Soviética hubieran generado euforia entre los defensores del libre mercado. Después de todo, el gran experimento socialista había fracasado estrepitosamente, vindicando décadas de críticas austriacas y neoliberales.
Pero Slobodian documenta una reacción contraintuitiva entre los intelectuales neoliberales: no se sentían victoriosos, sino amenazados por nuevos enemigos. Con el comunismo de Estado muerto y enterrado, percibían que el enemigo había mutado, adoptando nuevas formas más insidiosas: el feminismo, el antirracismo, el ecologismo, y lo que más tarde se conocería como «justicia social».
Esta transformación del enemigo ideológico tuvo consecuencias profundas. Como explica Slobodian, «una vez aceptas la idea de que el marxismo y el socialismo han sobrevivido y han cambiado de cara, entonces cualquier cosa puede ser marxismo y socialismo». Esta lógica paranoica sentó las bases para la obsesión contemporánea de la derecha con el «marxismo cultural» y lo «woke».
Los tres pilares del capitalismo extremista
Los «bastardos de Hayek» desarrollaron lo que Slobodian identifica como los tres «hards» que definen el capitalismo de extrema derecha. Primero, la naturaleza innata: la creencia en una naturaleza humana determinada racial o étnicamente. Figuras como Murray Rothbard abrazaron la convicción de que «la biología se mantiene firme como una roca frente a las fantasías igualitarias». Esta creencia naturalizaba la jerarquía y la desigualdad como fenómenos biológicos inevitables.
Segundo, el dinero fuerte: la obsesión con el patrón oro como antídoto contra la «perversión» monetaria gubernamental. Los «fanáticos del oro» no solo promovían políticas monetarias restrictivas, sino que anticipaban con placer los «placeres gemelos» de la reivindicación y el enriquecimiento financiero que vendría con el colapso del sistema monetario existente.
Tercero, las fronteras cerradas: la defensa de fronteras impermeables y políticas antiinmigratorias, conectando directamente con las ideas sobre superioridad racial y jerarquías naturales.
La mutación de las ideas
Uno de los aspectos más fascinantes del análisis de Slobodian es cómo documenta la transformación de las ideas hayekianas sobre evolución cultural en conceptos de evolución biológica. Hayek había desarrollado una sofisticada teoría sobre cómo las instituciones y normas sociales evolucionan a través de procesos de selección cultural. Sus «bastardos» tomaron esta idea y la biologizaron, convirtiendo «los atributos del mercado en ideas sobre inteligencia mentalmente programada y racismo científico».
Esta transformación no fue accidental. Enfrentados a demandas crecientes de justicia social y acción afirmativa en los años 90, los pensadores neoliberales recurrieron a la naturaleza y la ciencia como un «muro de contención» contra estas presiones democratizadoras. Si las desigualdades eran naturales y biológicamente determinadas, entonces las políticas redistributivas no solo eran ineficientes, sino que violaban el orden natural.
El negocio del miedo
Slobodian revela que muchos de estos pensadores no eran intelectuales genuinos interesados en las ideas, sino «emprendedores intelectuales» cuyo objetivo primario era ganar dinero. Operaban en lo que él llama el «espacio profano» del boletín informativo y el manual de consejos, alimentando el miedo y la excitación de sus audiencias.
Recibían financiamiento generoso de varios magnates para mantener un estilo de vida cómodo mientras producían contenido que alimentaba la paranoia de sus seguidores. Esta economía del fraude intelectual creó incentivos perversos: el objetivo no era que se aceptaran sus ideas, sino mantener a sus audiencias en un estado constante de agitación y ansiedad.
Milei: el espejo del presente
La relevancia contemporánea del análisis de Slobodian se cristaliza en figuras como Javier Milei, quien ocupa un lugar destacado en el capítulo final del libro. Autodenominado «anarcocapitalista», Milei despotrica contra el «progresismo enfermizo» mientras blande alegremente una motosierra para simbolizar su destripamiento del gasto público.
Pero la verdadera revelación viene cuando Milei se presenta ante la élite mundial en Davos. Allí, ofrece un mensaje tranquilizador a los empresarios: «Ustedes son benefactores sociales, son héroes». En Davos, Milei no habla como un desertor del orden capitalista global, sino como su último animador fotogénico.
Esta dualidad encapsula perfectamente la tesis de Slobodian: la extrema derecha contemporánea no propone el rechazo total del globalismo, sino una variedad del mismo que acepta flujos transfronterizos de mercancías y acuerdos comerciales multilaterales, mientras endurece los controles sobre ciertos tipos de migración.
La autopsia de una ideología
«Hayek’s Bastards» realiza lo que podríamos llamar una autopsia del neoliberalismo mientras su corazón aún late. Pela la piel de la ideología del libre mercado para exponer el tejido necrótico de la eugenesia que hay debajo. No es meramente historia intelectual, sino un examen forense de cómo el sistema inmunológico del neoliberalismo se volvió contra sí mismo, produciendo el trastorno autoinmune que llamamos derecha populista.
El libro demuestra que el ascenso de la derecha contemporánea —tanto en su vertiente tecnoliberal como en la más autoritaria— no puede entenderse sin tener en cuenta el giro que en la década del 90 tomaron los pensadores neoliberales. La extrema derecha no es una reacción externa al neoliberalismo, sino una «cepa mutante» del mismo.
Entender nuestro momento
El análisis de Slobodian tiene implicaciones profundas para cómo entendemos el momento político actual. Buena parte de la rareza del momento actual, en que el ala derecha está obsesionada con el marxismo cultural y lo woke, proviene de aquella transformación después de la caída del muro de Berlín.
La obra también corrige la narrativa dominante sobre el populismo de derecha como una reacción de los «perdedores de la globalización». En cambio, muestra que muchos de los líderes destacados de la extrema derecha eran capitalistas radicalizados que buscaban acelerar esas mismas dinámicas de competencia y rivalidad de una nueva manera.
Los hijos bastardos del capital
«Hayek’s Bastards» nos ofrece una lección sobria sobre las consecuencias no intencionadas de las ideas. Hayek, en sus últimos años, empezó a creer que la defensa clásica de la propiedad privada y el libre mercado no era suficiente, llevándolo a meterse en terrenos de los que sabía poco. Eso abrió las puertas a los locos que Slobodian documenta, permitiéndoles ir mucho más lejos de lo que el propio Hayek habría contemplado.
La relevancia del libro radica en su capacidad para iluminar nuestro momento desconcertante, mientras los populistas de derecha se unen con oligarcas multimillonarios para tomar una motosierra contra los fundamentos de la vida pública. Su análisis revela que, por muy repelente que sea su política, estos pensadores radicales no son bárbaros a las puertas del globalismo neoliberal, sino hijos bastardos de esa misma línea de pensamiento.
En un momento donde figuras como Trump, Milei y otros líderes de extrema derecha dominan el panorama político global, «Hayek’s Bastards» nos proporciona las herramientas intelectuales necesarias para entender no solo de dónde vienen, sino hacia dónde podrían llevarnos. La advertencia es clara: subestimar la continuidad intelectual entre el neoliberalismo y la extrema derecha es un error que podríamos pagar muy caro.