Las redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos y consumimos información, pero también han desatado una serie de efectos negativos que afectan profundamente a nuestra sociedad. En su libro Las redes del caos, Max Fisher, periodista del New York Times, desentraña cómo plataformas como Facebook/Meta, Twitter/X y YouTube han sido diseñadas para maximizar el compromiso de los usuarios mediante algoritmos que amplifican contenido emocionalmente cargado y divisivo. Este enfoque no solo ha transformado nuestra interacción con el mundo, sino que también ha generado consecuencias alarmantes como la polarización política, la propagación de desinformación y el fomento de la violencia y el odio.

Fisher argumenta que estas plataformas priorizan las ganancias sobre el bienestar social, explotando las vulnerabilidades psicológicas de los usuarios para mantenerlos enganchados. A través de años de reportajes y análisis, el autor revela cómo estos algoritmos manipulan sutilmente la opinión pública y moldean el comportamiento humano, creando una ilusión de realidad que sirve a los intereses comerciales de las plataformas.

El libro destaca casos concretos, como el de las aldeas en Indonesia que se alzaron en violencia debido a un rumor viral en Facebook, para ilustrar el poder y la peligrosidad de estos algoritmos. Fisher subraya la necesidad urgente de una mayor conciencia y regulación para mitigar los efectos perjudiciales de las redes sociales en la democracia y la estabilidad social global.

En este contexto, Las redes del caos se relaciona con otras obras clave como «Persuasive Technology» de B.J. Fogg (ver Diseño de Comportamientos según BJ Fogg: Hábitos mínimos), «Irresistible» de Adam Alter (ver Yonquis tecnológicos: ‘Irresistible’ de Adam Alter) y «Enganchado (Hooked)» de Nir Eyal (Enganchado (Hooked): Cómo construir productos que formen hábitos), que también exploran cómo la tecnología y las redes sociales manipulan y condicionan el comportamiento humano. Estos libros proporcionan una visión integral de los mecanismos detrás de la manipulación y adicción en las redes sociales, destacando la necesidad de un enfoque crítico y regulado para abordar estos desafíos en la era digital.

How Social Media Rewired Our Minds & Our World with Max Fisher

La manipulación de la opinión pública en las plataformas de redes sociales

Las plataformas de redes sociales se han convertido en una parte integral de la vida cotidiana, ofreciendo una ventana aparentemente transparente a las opiniones, sentimientos y tendencias políticas de la sociedad. Sin embargo, la realidad es que los usuarios están siendo sometidos a una manipulación sutil pero poderosa por parte de los algoritmos de inteligencia artificial que gobiernan estas plataformas.

Estos sistemas de IA, desarrollados por algunos de los ingenieros y expertos en inteligencia artificial más destacados del mundo, procesan y filtran vastas cantidades de contenido en línea, seleccionando estratégicamente una pequeña fracción para mostrar a cada usuario. El objetivo principal es maximizar el tiempo de engagement, ordenando y secuenciando las publicaciones de una manera que, según han determinado, será más efectiva para mantener al usuario enganchado el mayor tiempo posible.

Para lograr esto, las plataformas sociales explotan deliberadamente las vulnerabilidades cognitivas y emocionales de los usuarios, aprovechando algunos de los aspectos más oscuros de la psicología humana. Desde las técnicas de adicción perfeccionadas por la industria de los casinos, evidentes en los colores y sonidos similares a las máquinas tragamonedas utilizados por estas plataformas, hasta la ciencia detrás de cómo los humanos identifican la verdad y distinguen el bien del mal, todo es utilizado para manipular el comportamiento.

Alimentados por los mayores conjuntos de datos privados jamás recopilados sobre los usuarios, estos algoritmos de IA altamente sofisticados trabajan incesantemente para deconstruir y explotar los impulsos y debilidades más profundos de las personas. Como resultado, lo que los usuarios perciben como un reflejo auténtico del mundo es, en realidad, una ilusión cuidadosamente diseñada para servir a los intereses de las plataformas.

En conclusión, es fundamental que los usuarios de redes sociales sean conscientes de la manipulación a la que están siendo sometidos. Sólo a través de la educación y la regulación se podrá garantizar que estas poderosas herramientas sirvan al bien común en lugar de socavar la autonomía individual y el discurso público.

La influencia de las redes sociales en el comportamiento humano

Las plataformas de redes sociales han revolucionado la forma en que nos comunicamos, consumimos información y nos relacionamos con el mundo que nos rodea. Sin embargo, detrás de esta aparente conectividad se esconde una realidad inquietante: estas plataformas están diseñadas para moldear nuestro comportamiento y mantener nuestra atención el mayor tiempo posible, con el objetivo de maximizar sus ganancias a través de la publicidad.

Según datos de la Oficina del Censo de Estados Unidos, en 2014 se produjo un hito significativo: por primera vez, el estadounidense promedio pasó más tiempo socializando en las redes sociales que en persona, y esta tendencia ha ido en aumento cada año desde entonces. Las redes sociales se han convertido en la forma predominante de consumir noticias, aprender sobre nuestro entorno y relacionarnos con los demás.

Estas plataformas han perfeccionado técnicas para entrenarnos en ciertos comportamientos y emociones que nos impulsan a publicar contenido que genere mayor engagement, tanto en nosotros mismos como en los usuarios con los que interactuamos. A través de este condicionamiento, las redes sociales están transformando nuestra identidad y naturaleza como seres humanos.

Un ejemplo revelador de este fenómeno es un experimento en el que los investigadores evaluaron la propensión inicial de los participantes a la indignación antes de pedirles que publicaran en una versión controlada de Twitter. A la mitad de los sujetos se les solicitó expresar indignación en sus tweets, y se les mostró que estos habían obtenido numerosos «me gusta» y compartidos. Estudios previos han demostrado que las redes sociales amplifican artificialmente las publicaciones que contienen indignación, ya que generan un compromiso particularmente alto.

Los investigadores repitieron este proceso varias veces, exponiendo a los sujetos a una falsa sensación de recompensa social por parte de su comunidad. Como resultado, incluso aquellos participantes inicialmente reacios a la indignación comenzaron a interiorizarla y a publicar tweets cada vez más indignados. Lo más sorprendente es que esta propensión a la indignación se mantuvo incluso cuando los sujetos estaban desconectados de las redes sociales, lo que demuestra el profundo impacto que tiene este condicionamiento en nuestra naturaleza subyacente.

Este proceso de moldeamiento nos afecta a todos, todos los días, y va más allá de la simple indignación. Comprender este fenómeno es un primer paso crucial para documentar las consecuencias de las redes sociales en nuestro mundo y en nosotros mismos. Es fundamental tomar conciencia de cómo estas plataformas están influenciando nuestro comportamiento y emociones, y reflexionar sobre el impacto que esto tiene en nuestra identidad y en la sociedad en su conjunto.

El impacto omnipresente de los algoritmos en la sociedad contemporánea

Los algoritmos que rigen las plataformas de redes sociales ejercen una influencia profunda y generalizada en todos los aspectos de la vida moderna, potenciando, en ocasiones, los instintos más oscuros de la naturaleza humana. Estos sistemas, diseñados para maximizar el engagement y la participación de los usuarios, pueden exacerbar los efectos de las plataformas en nuestras comunidades, con consecuencias potencialmente devastadoras.

Un ejemplo ilustrativo de este fenómeno ocurrió a principios de 2018 en Indonesia, donde siete aldeas sin conexión entre sí se alzaron simultáneamente en violencia colectiva espontánea contra individuos inocentes. El detonante fue un rumor viral en Facebook, originado en una cuenta pequeña sin audiencia real, pero que el algoritmo de la plataforma identificó como excepcionalmente atractivo debido a su contenido conspirativo y alarmista, capaz de desencadenar la indignación colectiva.

El sistema propagó el rumor de manera agresiva y rápida a un gran número de usuarios, secuestrando sus instintos de acción colectiva y provocando la violencia simultánea en las siete aldeas. Sorprendentemente, cuando el autor informó sobre este incidente a los líderes de respuesta a crisis de Facebook, estos se mostraron indiferentes y no realizaron ningún seguimiento.

El rumor específico que causó el caos, relacionado con élites oscuras aliadas con minorías para secuestrar y extraer órganos de niños locales, se propagó posteriormente en versiones similares en otros países, como Estados Unidos (bajo el nombre de QAnon), México y Alemania. Esto sugiere que el sistema converge en este tipo de rumores macabros como una «llave maestra» para impulsar el engagement.

Este caso demuestra el inmenso poder que estos sistemas algorítmicos pueden ejercer, un poder omnipresente pero que se revela de manera impactante en momentos de crisis. También subraya la falta de supervisión humana y control sobre estas máquinas, que operan de manera autónoma y tienen la capacidad de influir profundamente en nuestras sociedades y sistemas políticos.

En conclusión, es fundamental tomar conciencia del impacto generalizado y potencialmente perjudicial de los algoritmos que rigen las plataformas de redes sociales en todos los aspectos de nuestra vida. Se requiere una reflexión crítica y acciones concretas para garantizar que estos sistemas sirvan al bien común y no exacerben los instintos más oscuros de la naturaleza humana, poniendo en riesgo la estabilidad de nuestras comunidades y sociedades.

El dominio de las big tech sobre la atención y la realidad humana

En la era actual, las empresas tecnológicas más grandes de la historia han logrado conquistar por completo la atención individual y los modos de interacción y comprensión de la realidad de las personas. Ante este escenario, cabe preguntarse qué poder tiene un individuo frente a esta situación. Si bien una respuesta aparentemente simple sería desconectarse de estas plataformas, la realidad es más compleja.

Diversos estudios han demostrado que alejarse de las redes sociales, incluso por un período breve, puede mejorar sustancialmente el bienestar de las personas. Un experimento en el que los sujetos de prueba se desconectaron de Facebook durante cuatro semanas reveló que, en comparación con el grupo de control que permaneció en la plataforma, quienes cerraron sus cuentas experimentaron un aumento significativo en su felicidad y una disminución de la ansiedad. Esto se debe a que estos sistemas están diseñados para enganchar a los usuarios a través de emociones negativas, como la indignación y el conflicto de identidad.

Además, el mismo estudio encontró que las personas que habían abandonado las redes sociales se vieron menos afectadas por la polarización partidista. La disminución de la polarización entre estos individuos equivalió aproximadamente a la mitad del aumento total de la polarización en Estados Unidos entre 1996 y 2018, lo que sugiere que desconectarse puede tener un impacto comparable a retroceder dos décadas de toxicidad y división política.

Sin embargo, simplemente apagar estas aplicaciones no es una solución suficiente ni realista para la mayoría de las personas. Incluso aquellos que logren desconectarse por completo de estos mundos digitales seguirán viéndose afectados por las consecuencias de estas plataformas, ya que continúan envenenando el entorno que nos rodea. Sugerir que la solución es eliminar algunas aplicaciones es análogo a recomendar la compra de agua embotellada ante la contaminación del agua potable por parte de una fábrica gigante.

En conclusión, el dominio de las grandes empresas tecnológicas sobre la atención y la realidad humana plantea un desafío complejo que trasciende la simple desconexión individual. Si bien alejarse de las redes sociales puede tener beneficios significativos para el bienestar personal, es necesario abordar el problema de manera más amplia y sistémica para contrarrestar los efectos negativos de estas plataformas en la sociedad en su conjunto.

La comprensión como escudo ante la influencia de las redes sociales

En un mundo cada vez más interconectado, donde las redes sociales se han convertido en una parte integral de nuestras vidas, es fundamental ser conscientes de la influencia oculta que estas plataformas ejercen sobre nosotros. Más allá de simplemente reducir el tiempo que pasamos en ellas, existen dos acciones fundamentales que podemos tomar para protegernos de su impacto.

En primer lugar, es esencial comprender la manipulación subyacente detrás de lo que se nos muestra en las redes sociales. Estas plataformas nos saturan y entrenan sutilmente para seguir sus preferencias, políticas y emociones deseadas, pero lo hacen de manera encubierta, a través de lo que parecen ser nuestros pares, amigos y comunidad. Reconocer esta influencia oculta es el primer paso para desarrollar una mirada crítica y evitar ser manipulados inconscientemente.

En segundo lugar, y quizás más importante aún, es crucial entender cómo funciona nuestra propia mente. El verdadero poder de las redes sociales radica en su capacidad para cooptar nuestra maquinaria mental, aprovechando aspectos fundamentales de la naturaleza humana. Sin embargo, la forma en que realmente funciona nuestra mente no siempre coincide con lo que creemos. En la última década, numerosos estudios han arrojado luz sobre cómo aprendemos, cómo determinamos el bien y el mal, y cómo distinguimos entre lo convincente y lo que no lo es.

Las plataformas sociales se han vuelto extremadamente sofisticadas en su comprensión y explotación de estos elementos básicos de nuestra psicología. No obstante, si logramos entender nuestra propia naturaleza y los defectos inherentes al ser humano, seremos capaces de identificarlos y protegernos de la influencia tecnológica. Este autoconocimiento actúa como un escudo, permitiéndonos navegar por el mundo digital con mayor discernimiento y autonomía.

En conclusión, la comprensión es nuestra primera línea de defensa contra la influencia de las redes sociales. Al ser conscientes de la manipulación oculta a la que estamos expuestos y al entender los mecanismos de nuestra propia mente, podemos desarrollar una mirada crítica y evitar ser víctimas de la influencia tecnológica. Esta capacidad de discernimiento es esencial para preservar nuestra autonomía y bienestar en la era digital.

La influencia de la tecnología en el comportamiento humano: Un análisis comparativo de cuatro obras clave

«Las redes del caos» de Max Fisher, Persuasive Technology: Using Computers to Change What We Think and Do de B.J. Fogg, Irresistible de Adam Alter y Enganchado (Hooked) de Nir Eyal son libros que abordan, desde diferentes perspectivas, el impacto de la tecnología y las redes sociales en el comportamiento humano. A continuación, se explica cómo se relacionan estos libros y por qué son relevantes en el contexto de la influencia de las redes sociales y la tecnología en la sociedad.

Diseño y manipulación de comportamientos

«Las redes del caos» y «Persuasive Technology» de B.J. Fogg comparten la idea de que las plataformas tecnológicas están diseñadas para influir y manipular el comportamiento de los usuarios. Fisher argumenta que las redes sociales utilizan algoritmos para maximizar el compromiso de los usuarios, explotando sus vulnerabilidades psicológicas para mantenerlos enganchados, lo que lleva a consecuencias negativas como la polarización y la desinformación. Fogg, por su parte, introduce el concepto de «captología» (computadoras como tecnologías persuasivas), explicando cómo los sistemas informáticos pueden ser diseñados para cambiar actitudes y comportamientos de manera intencional.

Adicción y comportamiento adictivo

Irresistible de Adam Alter y Enganchado (Hooked) de Nir Eyal se centran en cómo las tecnologías y las redes sociales crean comportamientos adictivos. Alter explora cómo los productos tecnológicos están diseñados para ser irresistibles, utilizando técnicas que fomentan la adicción y afectan negativamente el bienestar de los usuarios. Eyal, en «Hooked», describe el «Modelo Hook», un proceso de cuatro pasos que las empresas utilizan para crear productos que forman hábitos, manteniendo a los usuarios enganchados a través de disparadores, acciones, recompensas variables e inversiones. Ambos libros destacan cómo estas técnicas pueden llevar a una dependencia perjudicial de la tecnología, similar a lo que Fisher describe en su análisis de las redes sociales.

Consecuencias sociales y psicológicas

Los cuatro libros coinciden en señalar las profundas consecuencias sociales y psicológicas del uso de la tecnología y las redes sociales. Fisher y Alter subrayan cómo estas plataformas pueden llevar a la polarización política, la propagación de desinformación y el deterioro de la salud mental. Fogg y Eyal, aunque más centrados en el diseño y la implementación de tecnologías persuasivas, también reconocen los riesgos éticos y las posibles consecuencias negativas de estas prácticas.

Necesidad de regulación y conciencia

Finalmente, todos los autores abogan por una mayor conciencia y regulación para mitigar los efectos negativos de la tecnología. Fisher enfatiza la necesidad de una mayor regulación para proteger el bienestar social, mientras que Fogg y Eyal discuten la importancia de diseñar tecnologías de manera ética y responsable. Alter, por su parte, ofrece soluciones prácticas para controlar la adicción a la tecnología y mejorar el bienestar personal.

Conclusión sobe la influencia de la tecnología en el comportamiento humano

«Las redes del caos», «Persuasive Technology», «Irresistible» y «Enganchado» proporcionan una visión integral de cómo las tecnologías y las redes sociales están diseñadas para influir en el comportamiento humano, a menudo con consecuencias negativas. Estos libros son esenciales para comprender el poder de la tecnología en la sociedad moderna y la necesidad de abordar sus efectos de manera crítica y regulada.

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