Estoy escribiendo este post desde dentro del vuelo 2145 Puente Aéreo de Madrid-Barcelona de ayer jueves. Cuando empiezo a escribir, poco puedo imaginar que mi estancia en el avión se prolongará durante cuatro horas en un vuelo de 55 minutos..teóricos.

Mi intención inicial es escribir sobre un artículo leído en Wired ”Web War One”. Suena a película de ciencia ficción pero ya hay precedentes de su existencia y graves episodios sucedidos recientemente.

Según parece, un ataque a gran escala podría tirar abajo totalmente la moderna economía de la información: bloquear transacciones, servidores caídos, líneas telefónicas afectadas, redes eléctricas…

Explicado de una forma sencilla, el funcionamiento es el siguiente: hackers o freelance o grupos de hackers controlan uno o varios botnet (software robots) que permiten movilizar redes de miles o cientos de miles de ordenadores infectados (ordenadores zombie) que pueden ser controlados remotamente mediante software. Estas redes son “alquiladas” para campañas de spam, fraude phishing y extorsión denial-of-service (denegación del servicio).

A la señal convenida estas redes pueden lanzar millones de paquetes de información contra su objetivo aplastando sus defensas….

Luego sólo hace falta algún “motivo” y ya tenemos el ataque. El motivo puede ser tan trascendental como una estatua situada en Tallin (Estonia) en memoria de los soldados rusos fallecidos en la II Guerra Mundial. Y la víctima del ataque, las infraestructuras de comunicaciones estonias. O razones más crematísticas impulsaron el ataque contra ordenadores de congresistas de los EEUU, favorables al incremento de las tarifas a importaciones chinas…

Pero mi interés era sólo destacar dos detalles paradójicos. El primero es que siendo Internet fruto de una solución de seguridad creada hace 40 años, para preservar centros de decisión en caso de ataque (de guerra convencional) es hoy la causa y el modo de propagación de una modalidad bélica.

La segunda paradoja es la fina línea que separa ciertas prácticas comerciales y publicitarias extraordinariamente agresivas (el spam), que perjudican –tarde o temprano- al receptor, con un nuevo modelo de guerra del futuro. En un contexto dónde no se busca la sangre del contrario, sino paralizar y bloquear el funcionamiento de la sociedad de la información…o persuadirlo de que compre algún producto milagroso.

Preocupa constatar el grado de vulnerabilidad al que estamos expuestos…Mientras yo, en el Puente Aéreo, donde mi queridísima Iberia me obsequió con sólo un retraso de tres horas. ¿La causa? En palabras del comandante del avión: “a la pérdida del tapón del depósito de combustible y la demora en encontrar un recambio”. ¿Ficción? No, realidad.

Sinceramente, ya no sé ante qué estamos más indefensos los ciudadanos…Acabé llegando a mi casa a las 1:00 horas. Suerte que ya es viernes.

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