La idea principal del libro El inversor conductual de Daniel Crosby es examinar cómo los factores sociológicos, neurológicos y psicológicos influyen en las decisiones de inversión de las personas, llevando a menudo a errores y sesgos conductuales.

Crosby, quien es psicólogo y gestor de activos, utiliza su conocimiento en psicología humana para analizar y explicar los comportamientos en los mercados financieros desde una perspectiva única, distinta a la de los economistas o profesores de finanzas tradicionales.

Este enfoque es importante porque proporciona una comprensión más profunda de por qué los inversores toman decisiones que a menudo van en contra de su propio interés financiero. Al identificar y comprender estos sesgos y errores, los inversores pueden desarrollar estrategias para mitigar su impacto, lo que potencialmente mejora sus decisiones de inversión y resultados financieros.

Crosby no solo identifica los problemas, sino que también ofrece medidas prácticas para superar estos desafíos conductuales, lo que hace que su trabajo sea relevante tanto para inversores novatos como experimentados.

El libro se compone de tres partes:

  1. Una explicación de los impedimentos sociológicos, neurológicos y fisiológicos para tomar decisiones de inversión sólidas.
  2. Cobertura de las cuatro tendencias psicológicas principales que impactan el comportamiento de inversión.
  3. Proporciona un marco para administrar la riqueza de manera consistente con las realidades de nuestras deficiencias contextuales y de comportamiento.

Principales ideas de El inversor conductual

  • La influencia del cerebro en las decisiones de Inversión: Comprendiendo los desafíos para el éxito financiero
  • La irracionalidad humana en las decisiones de inversión: Un análisis conductual
  • Los peligros del exceso de confianza en la inversión
  • Aceptación de la incertidumbre: Clave para la inversión exitosa
  • Ampliando perspectivas para el éxito en la inversión: Una visión a largo plazo
  • Gestión emocional para la inversión exitosa
  • La importancia de la intuición y los modelos en la toma de decisiones de inversión
  • Estrategias para gestionar el miedo a las burbujas del mercado en la inversión

La influencia del cerebro en las decisiones de Inversión: Comprendiendo los desafíos para el éxito financiero

Para alcanzar el éxito como inversor, es crucial comprender el funcionamiento del cerebro humano. ¿Qué motoriza realmente el mercado de valores? Aunque el dinero parece ser el protagonista, en realidad, son las personas quienes invierten ese dinero las que juegan un papel determinante. Son ellas las que toman las decisiones de compra, retención y venta de activos.

Desafortunadamente, estas decisiones frecuentemente resultan ser erróneas. ¿La razón? A pesar de la maravillosa complejidad de nuestros cerebros, estos no están optimizados para operar bajo situaciones complejas y estresantes. Por lo tanto, para tomar decisiones financieras acertadas, es necesario reconocer que el cerebro no siempre orientará hacia la mejor dirección.

El diseño del cerebro humano se orientó a proteger a nuestros ancestros prehistóricos de amenazas físicas. Aunque en la actualidad es poco probable enfrentarse a peligros tan extremos como los tigres dientes de sable, el cerebro continúa reaccionando como si así fuera.

Por ejemplo, al evaluar riesgos financieros, se activan áreas cerebrales encargadas de la evasión de peligros. El cerebro, percibiendo una amenaza, concentra la atención en estas áreas para preservar la vida, complicando el proceso de pensamiento claro y aumentando la probabilidad de ignorar información crucial.

Además, el cerebro humano fomenta la impaciencia. Esto se debe a la liberación de dopamina, una hormona asociada al placer, tras lograr un éxito inmediato. Este placer incentiva la repetición de acciones que lo generan, lo que puede llevar a un inversor a comprometer sus objetivos financieros a largo plazo por satisfacciones momentáneas.

A nivel intelectual, puede ser evidente que perseguir ganancias rápidas no es prudente. Sin embargo, según el Dr. Brian Knutson de la Universidad de Harvard, los seres humanos se sienten atraídos por el dinero sin considerar su valor real, lo que dificulta resistirse a promesas de recompensas inmediatas.

En conclusión, el anhelo de dinero por parte del cerebro puede nublar el juicio. No obstante, al ser conscientes de esta predisposición, se está mejor preparado para superar los impulsos cerebrales y evitar decisiones financieras precipitadas.

La irracionalidad humana en las decisiones de inversión: Un análisis conductual

Contrario a lo que muchos creen, la racionalidad no siempre guía nuestras decisiones. Un estudio del mercado de valores en relación con el clima revela patrones curiosos: globalmente, las inversiones aumentan durante la primavera y el verano, un eco de las estrategias de supervivencia de nuestros ancestros que acumulaban recursos en estaciones cálidas para afrontar el invierno.

Además, se ha observado que los rendimientos del mercado tienden a ser menores en días nublados. Los expertos sugieren que la disminución de la felicidad debido al clima sombrío nos hace sentir más vulnerables y, por ende, menos inclinados a asumir riesgos.

Estos ejemplos ilustran cómo nuestras emociones ejercen una influencia significativa en nuestro comportamiento. En lugar de mantener la ilusión de ser seres puramente racionales, es esencial reconocer nuestra susceptibilidad a la irracionalidad.

En el proceso de toma de decisiones, los seres humanos somos adeptos a justificar nuestras elecciones, lo que nos permite sostener la creencia de que somos capaces de actuar correctamente. También tendemos a desvalorizar las opciones no elegidas, reafirmándonos en la supuesta corrección de nuestras decisiones.

Frente a cuestionamientos sobre nuestras elecciones, es común adoptar una postura defensiva, incluso ante nueva información que evidencia errores en nuestro juicio. Este comportamiento, motivado por el deseo de preservar nuestra identidad, dificulta el cambio de dirección cuando una decisión no produce los resultados esperados, llevando a las personas a persistir en inversiones fallidas en lugar de aceptar las pérdidas y avanzar.

Nuestra preferencia por lo familiar sobre lo desconocido, aun cuando lo familiar sea insatisfactorio, y nuestro profundo temor a la pérdida, nos llevan a aferrarnos a lo que ya poseemos, sacrificando potenciales beneficios. Este miedo a perder se manifiesta en situaciones inusuales, como cuando los residentes de una ciudad alemana, frente a la propuesta de reconstruir su ciudad de manera que pudieran desear, optaron por replicarla exactamente igual, a pesar de las deficiencias prácticas y estéticas del diseño original.

Para prosperar como inversor, es necesario familiarizarse con la incomodidad. Dado que los mercados fluctúan constantemente, enfrentar posibles pérdidas y arrepentimientos es inevitable. Sin embargo, aceptar esta realidad permite avanzar hacia la acción racional más adecuada, en lugar de quedar atrapado en el pasado o paralizado por el temor.

Los peligros del exceso de confianza en la inversión

El exceso de confianza puede ser una carga significativa en el ámbito de la inversión. Si bien la confianza es esencial para el progreso científico y la innovación empresarial, un optimismo desmedido respecto a nuestras propias capacidades puede conducir a decisiones imprudentes y egocéntricas.

Comúnmente, los inversores atribuyen sus ganancias a habilidades personales, ignorando que pueden ser parte de una tendencia general del mercado. Este exceso de confianza puede llevarlos a continuar invirtiendo incluso cuando los precios de las acciones son elevados, contraviniendo la estrategia básica de inversión de «comprar bajo y vender alto».

En promedio, los inversores tienden a sobreestimar sus rendimientos anuales en un 11.5%, lo que indica una percepción inflada de su destreza en inversiones. Además, cuando los rendimientos disminuyen, la dificultad para reconocer las pérdidas se intensifica, ya que el ego se resiste a admitir el fracaso. Por tanto, para ser un inversor exitoso, es crucial dejar de lado el ego.

El exceso de confianza también puede ser la causa de una falta de diversificación en las carteras de inversión. Los inversores pueden ser seducidos por el crecimiento de una empresa en particular, creyendo erróneamente que han descubierto una apuesta segura. Sin embargo, concentrar todas las inversiones en una sola entidad es riesgoso. Se recomienda que las carteras contengan alrededor de 20 acciones diferentes para mitigar la incertidumbre y el factor suerte del mercado.

La diversificación no solo disminuye el riesgo de pérdidas devastadoras, sino que también es beneficiosa para realizar predicciones de mercado más acertadas. Los juicios colectivos que consideran múltiples perspectivas suelen ser más exitosos en la predicción de resultados que las suposiciones individuales. Según el economista RM Hogarth, obtener una docena de estimaciones puede proporcionar una guía confiable.

Es crucial ser consciente del sesgo de confirmación, la tendencia a buscar opiniones que refuercen nuestras creencias preexistentes. Para evitarlo, es importante recabar pronósticos sobre el desempeño de las acciones de fuentes que empleen distintos métodos de análisis. De lo contrario, se satisfará el ego, pero se perderá la oportunidad de beneficiarse de la sabiduría colectiva y tomar decisiones bien informadas.

Aceptación de la incertidumbre: Clave para la inversión exitosa

Para alcanzar el éxito en el ámbito de la inversión, es fundamental aceptar la inherente incertidumbre del mercado. Un ejemplo ilustrativo de cómo la percepción pública puede cambiar drásticamente es la historia de la Mona Lisa. Esta obra de arte, considerada hoy un símbolo de excelencia artística, permaneció relativamente desconocida hasta su robo en 1911. Fue la cobertura mediática del robo, y no necesariamente su mérito artístico, lo que catapultó su popularidad.

Este episodio subraya la tendencia humana a valorar lo que es familiar. Nuestro cerebro, buscando economizar energía, tiende a favorecer lo ya conocido al tomar decisiones, lo cual puede ser contraproducente en la inversión. Esta preferencia por lo familiar se manifiesta en diversas formas, como la inclinación por acciones con nombres fáciles de pronunciar o la sobrerrepresentación de inversiones locales en las carteras, a pesar de constituir una fracción del mercado global.

Por ejemplo, es común que los inversores británicos asignen un 80% de sus carteras a acciones locales, a pesar de que el Reino Unido representa solo el 10% del valor de mercado mundial. Este sesgo hacia lo interno no solo limita las oportunidades de inversión internacional, sino que también aumenta el riesgo de pérdidas significativas en caso de crisis locales.

Además, el sesgo de normalidad nos lleva a subestimar la posibilidad de eventos adversos, retrasando acciones preventivas ante desastres naturales, por ejemplo. Esta tendencia a esperar que el futuro se asemeje al pasado puede ser peligrosa en el contexto de la inversión.

Para navegar con éxito por el mundo financiero, lleno de incertidumbres, es esencial desarrollar carteras diversificadas. Estas no solo ofrecen protección contra la volatilidad del mercado, sino que también permiten aprovechar oportunidades en diferentes sectores y regiones. Aceptar la incertidumbre y prepararse para ella es, por lo tanto, un pilar fundamental para cualquier inversor que aspire a la resiliencia y el éxito a largo plazo.

Ampliando perspectivas para el éxito en la inversión: Una visión a largo plazo

Para alcanzar el éxito en la inversión, es imprescindible adoptar una perspectiva amplia y considerar diversos factores. Durante la década de 1690, el miedo a las brujas en el Massachusetts colonial condujo a juicios absurdos, donde el resultado, independientemente de la evidencia, era fatal para el acusado. Este episodio histórico ilustra cómo el pánico y un enfoque limitado pueden obstruir el juicio racional.

En el ámbito de la inversión, este sesgo hacia situaciones de alto riesgo pero de baja probabilidad puede llevar a los inversores a ignorar soluciones simples y efectivas. Por ejemplo, la empresa de análisis de datos Morningstar identificó que las tarifas de inversión, más que la gestión brillante o procesos innovadores, son predictores clave del rendimiento de un fondo. Sin embargo, el deseo de éxito y el temor al fracaso pueden hacer que se pasen por alto estos factores fundamentales.

Un error común entre los inversores es centrarse en el rendimiento a corto plazo de las acciones, ignorando que la probabilidad de éxito aumenta con el tiempo. Observar el mercado diariamente puede parecer aleatorio, y las tendencias mensuales pueden no ofrecer evidencia clara de decisiones acertadas. Sin embargo, una perspectiva a largo plazo revela el verdadero valor de las inversiones, aunque muchos inversores cedan al pánico antes de permitir que sus acciones demuestren su potencial.

Para adoptar un enfoque conductual en la inversión, es crucial mantener una visión a largo plazo. Esto implica examinar la cartera para eliminar acciones con riesgo de quiebra o fraude, diversificar para mitigar posibles catástrofes y confiar en el tiempo para superar los contratiempos a corto plazo. Adoptar esta perspectiva amplia y a largo plazo es esencial para navegar con éxito por el mundo de la inversión y alcanzar resultados satisfactorios.

Gestión emocional para la inversión exitosa

La capacidad de gestionar las emociones es fundamental para invertir con éxito. René Descartes, el filósofo francés del siglo XVII, postuló que existían solo seis emociones básicas. Sin embargo, la comprensión moderna de las emociones humanas es mucho más amplia; el Dr. Watt Smith, en su obra «El libro de las emociones humanas», identifica más de 150 emociones distintas, que pueden combinarse para formar sentimientos secundarios complejos como la nostalgia.

En el ámbito de las decisiones financieras, la gama de emociones que experimentas juega un papel crucial. No se debe subestimar la influencia de las emociones en las decisiones de inversión, ya que pueden convertirse en un lastre significativo. La percepción de cualquier situación financiera está coloreada por el estado emocional fluctuante, y las decisiones monetarias a menudo se basan en cómo estas situaciones nos hacen sentir.

El economista y Premio Nobel Richard Thaler (ver Misbehaving o Todo lo que he aprendido con la psicología económica) ha demostrado que la forma en que categorizamos el dinero influye en nuestras decisiones financieras. La inversión basada en objetivos, o evaluación comparativa personal, aprovecha esta tendencia al dividir el dinero en categorías como seguridad, ingresos y crecimiento, y asignar fondos de acuerdo con estas emociones.

A pesar de que las emociones pueden ser una guía, a menudo conducen a decisiones precipitadas y erróneas en la inversión. Una forma de contrarrestar esto es a través de la meditación y ejercicios de atención plena, que fomentan una mayor conciencia y crean un espacio para reflexionar sobre los detalles de una situación financiera. Esto puede evitar la tendencia a recurrir a opciones familiares y, con el tiempo, conducir a decisiones más sólidas y consideradas.

La meditación se ha convertido en una herramienta tan valorada en el mundo de la inversión que firmas como BlackRock y Goldman Sachs han implementado programas de meditación para su personal. La práctica regular de la meditación puede disminuir la actividad en las áreas del cerebro asociadas con la codicia, reduciendo así la probabilidad de cometer errores en la búsqueda de recompensas inmediatas.

Aunque te consideres una persona con un buen autocontrol, es importante recordar que las emociones son tan universales que a menudo operan sin ser detectadas. Al prestar atención a tus emociones, podrás discernir cuándo dejarte guiar por ellas y cuándo es necesario regularlas para tomar decisiones de inversión más informadas y equilibradas.

La importancia de la intuición y los modelos en la toma de decisiones de inversión

El cerebro humano es una extraordinaria máquina de procesamiento de datos, capaz de manejar más de once millones de bits de información en un instante, aunque solo alrededor de 50 de estos bits llegan a ser pensamientos conscientes. Esto indica que la mayor parte del procesamiento cerebral se realiza en el subconsciente. Dada esta capacidad, no es sorprendente que muchos inversores se sientan inclinados a confiar en su intuición para tomar decisiones. Sin embargo, depender exclusivamente de la intuición no constituye una estrategia de inversión fiable.

El pensamiento consciente es eficaz para decisiones simples, pero se encuentra limitado ante situaciones complejas. La dificultad para priorizar aspectos relevantes en decisiones complicadas puede llevar a una pérdida de confianza en la capacidad de tomar decisiones acertadas. Los seres humanos son más aptos para tomar decisiones correctas en contextos predecibles, estáticos y con abundante información de calidad, condiciones que raramente se presentan en los mercados de capitales.

Ante la insuficiencia del pensamiento consciente en la toma de decisiones de inversión, es recomendable adoptar enfoques basados en modelos, como el uso de algoritmos de extrapolación. Estos modelos son tan eficaces como los humanos, y en ocasiones superiores, en un sorprendente 94% de las ocasiones. Su valor se hace especialmente evidente en momentos de estrés intenso o cuando el juicio humano puede verse afectado por el miedo.

Para el inversor, enfrentarse a un flujo constante de noticias financieras, opiniones diversas y la influencia de la codicia propia y ajena puede ser abrumador. Sin un modelo sólido que guíe la toma de decisiones, es fácil sucumbir bajo la presión. Sin embargo, al comprometerse con un modelo de inversión, se asegura que las decisiones no estén sujetas a las fluctuaciones emocionales, sino que se basen en un enfoque sistemático y racional.

Estrategias para gestionar el miedo a las burbujas del mercado en la inversión

Para alcanzar el éxito en la inversión, es esencial aprender a gestionar el miedo a las burbujas del mercado. Durante el auge de las empresas de tecnología, conocido como la burbuja de las puntocom, los inversores se dejaron llevar por la euforia hacia cualquier empresa que sonara tecnológica, lo que llevó a situaciones absurdas como el incremento exorbitante en el valor de acciones de compañías que no tenían relación con Internet, como Mannatech Inc., una empresa que fabricaba laxantes.

Las burbujas son fenómenos que, aunque no son tan frecuentes como se podría pensar, han marcado la historia de los mercados de capital. Entre 1800 y 1940, solo se registraron 23 burbujas en los mercados del Reino Unido y Estados Unidos. Sin embargo, debido a su impacto traumático, tienden a permanecer en la memoria colectiva, como la crisis de 1987, que opaca el hecho de que las acciones estadounidenses aumentaron un 400% durante esa década.

El miedo a las burbujas puede paralizar a los inversores, por lo que es crucial aprender a gestionar las emociones para no quedar inmovilizado en momentos en los que sería más prudente actuar. Para navegar por los altibajos del mercado, es recomendable establecer un sistema de inversión basado en reglas que promueva una postura más conservadora en tiempos de inestabilidad. Esto permite enfocarse en la paciencia y en la acción mesurada, en lugar de reaccionar impulsivamente a las emociones del momento.

Un enfoque común es el modelo de impulso con un promedio móvil de 200 días, que sugiere mantener activos cuyo precio esté por encima de su promedio de 200 días y venderlos cuando caigan por debajo de este umbral. Un modelo similar utiliza una media móvil de diez meses. Aunque estos periodos de inactividad pueden parecer contrarios al ritmo acelerado del mercado de valores, proporcionan el tiempo necesario para inclinar las probabilidades a favor del inversor.

Al comprometerse con un sistema incluso en momentos de temor, se logra una mejor gestión emocional y se superan los instintos que conducen a decisiones erróneas. Adoptar esta disciplina es clave para superar el miedo a las burbujas y mantener una estrategia de inversión exitosa a largo plazo.

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