
En 2023, los profesores Hermann Simon y Santiago García Echevarría publicaron Vencer a la Inflación: Ágil, concreto, efica, una obra que se ha convertido en referencia obligada para directivos que enfrentan uno de los mayores desafíos económicos de las últimas décadas. Tras años de gran estabilidad de precios que caracterizaron el panorama económico mundial desde los años 80, la inflación regresó con una fuerza inesperada, dejando a toda una generación de líderes empresariales sin experiencia práctica para enfrentar este fenómeno.
La relevancia de esta obra radica en un problema fundamental: los dirigentes actuales carecen de experiencia en gestión inflacionaria, ya que el último periodo comparable se produjo en la década de 1970. Esta carencia de experiencia práctica ha creado una brecha crítica en las competencias directivas, precisamente cuando más se necesitan. Como señalan Simon y García Echevarría, aunque los motores de la inflación a corto plazo, como la pandemia de COVID-19 y los costos energéticos, están remitiendo, se está tardando mucho tiempo en volver a desinflar la masa monetaria, el motor más importante de la inflación.
La perspectiva de los autores es particularmente valiosa porque combina décadas de experiencia académica y empresarial. Hermann Simon, reconocido mundialmente por sus contribuciones a la estrategia empresarial y fundador de Simon-Kucher & Partners, aporta una visión práctica basada en su trabajo con miles de empresas globales. Por su parte, Santiago García Echevarría, catedrático emérito de Política Económica de la Empresa en la Universidad de Alcalá, proporciona el rigor académico y la perspectiva institucional necesaria para entender las implicaciones más amplias del fenómeno inflacionario.
Lo que hace particularmente relevante este enfoque es su comprensión de que la inflación actual no es un fenómeno temporal. Como indica la obra, las tasas de inflación fluctuarán, pero nos acompañarán durante años. Esta perspectiva de largo plazo obliga a repensar fundamentalmente la gestión empresarial, desde la política de precios hasta la gestión de recursos humanos, pasando por las estrategias de compras y la planificación financiera.
El libro desmonta uno de los mitos más peligrosos en la gestión inflacionaria: la idea de que basta con repercutir los mayores costos en precios más altos. Los autores demuestran que es ingenuo limitarse a esta estrategia, ya que no tiene en cuenta la disposición de los clientes a pagar precios, que puede cambiar significativamente durante los procesos inflacionarios. Esta insight es crucial porque muchas empresas han fracasado precisamente por aplicar fórmulas simplistas en entornos complejos.
La obra aborda un aspecto fundamental que a menudo se pasa por alto: todas las funciones de la empresa se ven afectadas por la inflación, desde la alta dirección hasta las ventas, las compras, la gestión financiera, la producción y los recursos humanos. Esta visión integral es lo que distingue el enfoque de Simon y García Echevarría de otros análisis más fragmentados del fenómeno inflacionario.
Hace apenas tres años, la palabra «inflación» era casi un término académico para la mayoría de directivos latinoamericanos. Después de décadas de relativa estabilidad de precios, muchos ejecutivos nunca habían enfrentado un entorno donde los costos se dispararan mes tras mes, erosionando márgenes y poniendo en jaque la rentabilidad de sus empresas.
Hoy, la realidad es muy diferente. Los precios de materias primas, energía, transporte y mano de obra han experimentado aumentos que parecían impensables hace poco tiempo. Para muchos directivos, es como navegar en aguas desconocidas sin brújula. Sin embargo, la historia empresarial nos enseña que las crisis también generan oportunidades, y quienes sepan adaptarse no solo sobrevivirán, sino que emergerán más fuertes.
La contribución de «Vencer a la Inflación» es precisamente proporcionar esa brújula que tanto necesitan los directivos actuales. La obra no se limita a diagnosticar el problema, sino que ofrece herramientas concretas y estrategias probadas para navegar en este nuevo entorno. Como enfatizan los autores, hay que aumentar la agilidad para adelantarse a la ola de costos y no correr detrás de ella, aumentar la eficacia operativa, y luchar contra las «ilusiones de beneficio» creadas por los precios más altos.
El nuevo tablero de juego empresarial
La inflación actual no es solo un fenómeno de números rojos en los estados financieros. Es un cambio fundamental en las reglas del juego empresarial que requiere una mentalidad completamente nueva. Los modelos de negocio que funcionaron durante décadas de estabilidad de precios ahora necesitan una revisión profunda.
Pensemos en una empresa manufacturera que tradicionalmente firmaba contratos anuales con precios fijos. De repente, los costos de sus insumos aumentan 20% en seis meses, pero sus ingresos permanecen constantes. O consideremos una empresa de servicios que ve cómo sus empleados solicitan aumentos salariales para compensar la pérdida de poder adquisitivo, mientras que sus clientes resisten cualquier incremento en tarifas.
Esta nueva realidad exige que los directivos desarrollen músculos empresariales que quizás nunca antes habían ejercitado: la capacidad de tomar decisiones rápidas en entornos de alta incertidumbre, la habilidad para comunicar cambios difíciles tanto interna como externamente, y la visión para identificar oportunidades en medio del caos.
Construyendo el comando antiinflacionario
La primera lección que han aprendido las empresas exitosas es que combatir la inflación no puede ser una tarea de medio tiempo o una responsabilidad diluida entre varios departamentos. Requiere un enfoque dedicado y sistemático.
Establecer una oficina de gestión antiinflacionaria no significa crear una nueva burocracia, sino formar un equipo ágil y empoderado para tomar decisiones rápidas. Este equipo debe tener acceso directo a la alta dirección y la autoridad para implementar cambios sin pasar por múltiples niveles de aprobación.
La composición ideal incluye representantes de finanzas, operaciones, compras, recursos humanos y ventas. Pero más importante que los títulos es la mentalidad: necesitas personas que se sientan cómodas tomando decisiones con información incompleta y que entiendan que la inacción es a menudo más costosa que una decisión imperfecta.
Un director financiero de una empresa de alimentos me comentaba recientemente: «Antes podíamos permitirnos analizar una decisión durante semanas. Ahora, si esperamos dos semanas, los precios ya cambiaron y nuestra ventana de oportunidad se cerró.»
La anatomía de los gastos en tiempos turbulentos
Cuando los ingresos están bajo presión, cada peso gastado debe justificar su existencia. Pero no todos los recortes son iguales, y aquí es donde muchas empresas cometen errores costosos.
La tentación natural es hacer recortes lineales: reducir todos los gastos en un porcentaje fijo. Sin embargo, esta aproximación puede ser contraproducente. Recortar inversión en tecnología que mejora la eficiencia operativa, por ejemplo, puede generar ahorros a corto plazo pero crear problemas mayores en el mediano plazo.
La clave está en desarrollar una visión clara de qué gastos son verdaderamente estratégicos. Los gastos estratégicos son aquellos que directamente impactan la capacidad de la empresa para generar ingresos, mantener la calidad de sus productos o servicios, o mejorar su eficiencia operativa. Todo lo demás puede esperar.
Una empresa de software que conozco decidió posponer la renovación de sus oficinas pero duplicó su inversión en herramientas de automatización. Resultado: redujeron costos operativos en 15% mientras mejoraban la productividad de sus equipos.
Reinventando las relaciones con proveedores
La gestión de proveedores en un entorno inflacionario requiere un enfoque completamente nuevo. Ya no se trata solo de negociar el mejor precio, sino de construir relaciones que puedan resistir la volatilidad.
Esto significa diversificar la base de proveedores, pero también profundizar las relaciones con los socios estratégicos. Algunas empresas están descubriendo que ofrecer pagos más rápidos a cambio de precios más estables puede ser una estrategia ganar-ganar. Otras están explorando acuerdos de riesgo compartido donde tanto la empresa como el proveedor se benefician cuando los costos se mantienen bajo control.
La proximidad geográfica también ha cobrado nueva importancia. Los altos costos de transporte han hecho que muchas empresas reconsideren sus cadenas de suministro globales y busquen alternativas locales. Esto no solo reduce costos, sino que también mejora la flexibilidad y reduce el riesgo de interrupciones.
La tecnología como escudo antiinflacionario
En tiempos de crisis, la tecnología puede ser tanto un salvavidas como una inversión inteligente. La automatización de procesos no solo reduce costos laborales, sino que también mejora la consistencia y reduce errores que pueden ser costosos en un entorno donde los márgenes están bajo presión.
Pero la tecnología va más allá de la automatización. Los sistemas de gestión empresarial (ERP) proporcionan la visibilidad en tiempo real que es crucial para tomar decisiones rápidas. Un sistema de gestión de relaciones con clientes (CRM) bien implementado puede ayudar a identificar qué clientes son menos sensibles a los aumentos de precios.
Una empresa de manufactura implementó sensores IoT en su línea de producción y descubrió que podía reducir el desperdicio de materiales en 12%. En un entorno donde los costos de materias primas están en constante aumento, esta mejora en eficiencia se tradujo en ahorros significativos.
El arte de fijar precios en la tormenta
Subir precios es quizás una de las decisiones más difíciles que enfrentan los directivos en tiempos de inflación. Existe el temor legítimo de perder clientes, pero también está el riesgo real de que los márgenes se erosionen hasta el punto de amenazar la viabilidad del negocio.
La clave está en entender que no todos los clientes son iguales. Algunos valoran más la calidad y la confiabilidad que el precio más bajo. Otros pueden estar dispuestos a aceptar cambios en el producto o servicio a cambio de mantener precios estables.
Una estrategia efectiva es la segmentación inteligente. Esto podría significar crear versiones «básicas» de productos para clientes más sensibles al precio, mientras se mantienen versiones «premium» para aquellos que valoran características adicionales.
También es importante comunicar los aumentos de precios de manera transparente y con suficiente anticipación. Los clientes pueden aceptar aumentos si entienden las razones y si sienten que la empresa está siendo honesta sobre sus desafíos.
Cuidando el activo más valioso: el talento
En un entorno inflacionario, retener el talento clave se vuelve tanto más importante como más desafiante. Los empleados sienten la presión de la inflación en sus bolsillos, pero las empresas también enfrentan limitaciones presupuestarias.
La creatividad se vuelve esencial. Los beneficios no monetarios pueden ser tan valiosos como los aumentos salariales. Flexibilidad laboral, oportunidades de desarrollo profesional, programas de bienestar, y reconocimiento público pueden ayudar a mantener la moral y el compromiso del equipo.
Algunas empresas han implementado programas de «inflación compartida» donde los empleados reciben bonos basados en el desempeño de la empresa. Esto alinea los intereses de todos y crea un sentido de propósito común frente a los desafíos externos.
Navegando hacia el futuro
La inflación actual eventualmente se moderará, pero las lecciones aprendidas durante este período pueden transformar permanentemente la forma en que las empresas operan. Las organizaciones que emerjan exitosas de este desafío serán aquellas que hayan desarrollado mayor agilidad, mejor control de costos, y relaciones más sólidas con clientes y proveedores.
El monitoreo constante y la adaptación continua no son solo estrategias para sobrevivir la inflación actual, sino capacidades que serán valiosas en cualquier entorno empresarial futuro. Las empresas que inviertan en desarrollar estas capacidades no solo vencerán a la inflación, sino que estarán mejor preparadas para cualquier desafío que el futuro pueda traer.
La inflación ha cambiado las reglas del juego, pero no ha eliminado las oportunidades. Para los directivos dispuestos a adaptarse, aprender y actuar con decisión, este período puede convertirse en una plataforma de lanzamiento hacia un futuro más próspero y resiliente.