En momentos en los que la gestión emocional personal y colectiva es una cuestión de supervivencia, tocaba revisar y ampliar, mi primer Decálogo para contagiar optimismo publicado hace un año. Aquí va la ampliación:

  1.  Escucha activa. Sentirse escuchado genera autoestima especialmente cuando nos interesamos de forma sincera y sin ponernos como protagonistas (“¿y qué sentiste?” mejor que “pues lo que me pasa a mí…”).
  1. Pensar en global y ayudar en local. No podemos aspirar a contagiar optimismo pretendiendo enderezar el rumbo de su vida, mejor conformarse en echar una mano en algo concreto y puntual. Con suerte ese gesto será el detonante de un cambio más importante.
  1. Optimismo inteligente. Es útil adaptarse y transformar nuestro pensamiento para ayudar a los otros a esperanzarse con lucidez. Por ejemplo en lugar de “es un fracasado” mejor un “en estas cuestiones no es donde mejor rinde”.
  1. Apertura a la diversidad. Hay que aceptar que cada individuo es un mundo. Hay que apreciar a los otros por lo que tienen de diferente y saber canalizar ese potencial individual.
  1. Transmitir entusiasmo. Hay gestos en la vida cotidiana que dan energía a los que tenemos alrededor (cantar, silbar, cocinar buena comida, explicar chistes, abrazar,…)
  1. Sentido del humor. Ayuda a los otros a cambiar los sentimientos que los levan a estar decaídos. A menudo el problema es la tristeza que nos produce pensar en la situación, más que la situación misma.
  1. Imperfección. hay que aprender a fallar. Los autoexigentes consigo mismos acaban siéndolo con los demás… y ello no siempre genera el optimismo necesario. Para reforzar a otras personas hay que aceptar sus errores.
  1. Elección de las preguntas. Insistir sobre las razones del desasosiego puede generar bloqueo, abramos una brecha de buenas sensaciones preguntando por los buenos momentos. Así también generaremos buenos sentimientos.
  1. Independencia. Aprender a juzgar las situaciones prescindiendo de nuestros deseos. Analizar lo que hay, no lo que nos gustaría que hubiera. Mantener la distancia emocional necesaria.
  1. Realismo. El idealismo utópico es una mala táctica. Para contagiar optimismo hay que conseguir equilibrio entre dos polos: ser pesimista desde el punto de vista racional, pero optimista por fuerza de voluntad.
  1. Compartir pasiones. Pocas cosas unen más que compartir con alguien, pasiones comunes. Recuerda, hay más pasiones más allá del fútbol.
  1. Gastar menos, no ganar más. ¿Cuánto de lo que consumes podrías prescindir? Piénsalo detenidamente. Rebajar nuestras necesidades de ingresos por convicción y no por obligación, nos traerán más sosiego y una vida más tranquila. Quizás entonces cumplamos con la máxima de “nos es más feliz el que más tiene, si no el que menos gasta”.
  1. Haz tu proyecto personal. Hazlo como tu única ocupación o compatible con otras ocupaciones. Puede ser un proyecto en el ámbito de la cooperación, en el empresarial, en la docencia,… Te ocupará tiempo de sofá o horas de sueño, pero enriquecerá tu existencia, te dará más equilibrio y aprenderás a valorar el ‘hacer’ más y ‘pensar’ menos. Valorarás más todo lo que te rodea.
  1. Sorprende. Rompe el guión de vez cuando. Nada es más enfermizo y decadente que ser previsible, un día y otro. Cárgate el guión e intenta provocar a los que te rodean… aunque te miren un poco raro.
  1. Un poco de ‘por favor’ y ‘gracias’.Es increíble la cantidad de personas que han perdido en su vocabulario habitual estas dos expresiones. Cuesta lo mismo hacer las cosas usándolas. El impacto en el prójimo siempre será mejor.
  1. Comparte deporte. Es bueno (y necesario) hacer deporte, pero todavía más compartir esa práctica con otros. No solo me refiero a ocupar el tiempo de ocio, prueba a “reunirte” mientras sales a correr. Es maravilloso.

Ahora te toca a ti  ¿Qué quitarías? ?qué añadirías?

Post relacionados: