Los últimos meses en Catalunya han sido muy intensos, especialmente por el fuerte ruido comunicacional. Exageradamente alto. Personalmente me ha llamado mucho la atención el gigantesco despliegue del lado pro-consulta o soberanista.
El punto de partida. La estrategia y el posicionamiento político. En un lado un movimiento de abajo–arriba, que además ha llevado la iniciativa, marcando agenda. Y desde Madrid, una posición pasiva, blandiendo el discurso del miedo, del negacionismo y de la ilegalidad…. Al compás del habitual tam-tam de los medios de comunicación habituales, previsibles en sus posiciones e incisivos sin el menor rubor por la guerra sucia para desacreditar, directa o indirectamente, al movimiento soberanista. Ningún atisbo de conectar con la ciudadanía catalana, enfadada y exhausta.
Quizás pueda parecer una estrategia coherente desde Madrid, desde Catalunya se ha visto como suicida. No solo no han identificado los insights, sino que en muchos momentos parecían trabajar más a favor del SÍ que del NO. Una equivocada obstinación, especialmente grave cuando no solo no entiendes a tu público, sino que encima haces todo lo posible por provocar.
A partir de esta consideración, todo lo demás ha sido cuesta arriba para unos y cuesta abajo, para otros. Como introducía al principio, la victoria (comunicacional) corresponde en gran parte a quien ha marcado la agenda, y en cierta medida, por incomparecencia del contrario.
La ventaja de tomar la iniciativa. Tal como comenta Daniel Verdú en Diga derecho a decidir, no independencia, me ha parecido magistral el movimiento a la hora de 1) positivar el mensaje, 2) abrir el target, y –exageradamente o no- 3) vender futuro
En el otro lado, la mezcla no ha podido ser más torpe. Primero el discurso del miedo, más tarde combinándolo insistentemente con la discurso sobre la legalidad. Nunca en clave de futuro.
Los partidarios del SÍ, no solo han tenido la ventaja del mensaje y el marco (consulta sí, consulta no), también han ganado por goleada en el terreno táctico.
Voluntarios. La maquinaria de la campaña desarrollada por la Assemblea Nacional de Catalunya (ANC) y Òmnium Cultural es orgánica y se retroalimenta. La movilización del voluntariado ha conseguido disponer de más de 100.000 voluntarios que multiplican y amplifican la campaña, creando un círculo virtuoso del éxito… con la mayor sensibilización, más recaudación.
Recaudar dinero. La campaña unitaria ‘Ara és l’hora‘ (araeslhora.cat) es muy poderosa, gracias a los recursos captados por una campaña de fundraising popular enorme y sin precedentes. Con la recaudación de dinero a través de miles de actos durante los últimos meses, así como una estrategia excelentemente calculada y ejecutada.
Sus movilizaciones masivas se cuentan por éxitos, ya sean los últimos tres 11 de septiembre o las recientes caceroladas. Y además con un doble objetivo: mensaje motivacional de unidad en clave interna, pero demostración de la fortaleza de la unidad en clave externa… Una unidad que ni los políticos, ni sus partidos, han sido capaces de impedir. Una auténtica proeza.
La ejecución táctica magistral. Desde vídeos, hasta publicaciones. Publicidad en medios pagados, exterior, display, prensa,…presencia continua en las redes, todo y más. Desde campañas de emisión de llamadas (más de 1,4 millones de llamadas), visitas puerta a puerta, pasando por arte urbano y graffitis.
Desconozco cuál será el desenlace final. Solo sé que la ciudadanía, está más movilizada ahora que en los últimos decenios. En algún momento se rompió la cuerda de tanto tensar. Se ha cruzado un punto de no retorno. Ahora las amenazas no la debilitan, la fortalecen.
Por encima de todo, destacaría que hay una inercia creada que va más allá de la acción de votar y decidir. Hay auténtico deseo intenso de construir algo con sentido y futuro. La campaña ha accionado magistralmente los insights adecuados. Definitivamente ha activado todo un país.