Dos enfoques divergentes

En una era caracterizada por la creciente complejidad e incertidumbre, el libro de Nate Silver On the Edge ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo navegar los desafíos contemporáneos. Silver identifica dos grupos fundamentales en la toma de decisiones y el manejo de la incertidumbre:

  1. «El Río» (The River): Representa a quienes utilizan un enfoque analítico, abstracto y basado en probabilidades para tomar decisiones arriesgadas. Este grupo incluye a jugadores de póker, inversores de capital de riesgo y creadores de inteligencia artificial.
  2. «La Aldea» (The Village): Representa al establishment político y mediático, que tiende a ser más conservador y adverso al riesgo.

Silver argumenta que el enfoque de «El Río» está ganando terreno y es superior para navegar la incertidumbre en diversos campos, desde las startups tecnológicas hasta la ética. En un mundo donde la disrupción tecnológica, los cambios climáticos y las crisis geopolíticas son cada vez más frecuentes, la capacidad de pensar en términos probabilísticos y tomar decisiones informadas bajo incertidumbre se vuelve crucial. El autor sostiene que pensar como un jugador de póker y aplicar conceptos como el valor esperado puede ser beneficioso para tomar decisiones en situaciones de incertidumbre, una habilidad cada vez más demandada en diversos ámbitos profesionales y personales.

Sin embargo, Silver también advierte sobre los riesgos de llevar este enfoque al extremo, como se ilustra con el caso de Sam Bankman-Fried y el colapso de FTX, subrayando la importancia de un equilibrio entre el pensamiento analítico y la consideración de factores éticos y contextuales.

Es importante notar que algunos críticos, como Patrick Marren, argumentan que el enfoque de Silver puede ser demasiado limitado y no tener en cuenta suficientemente el contexto más amplio en situaciones complejas. Esta crítica resalta la necesidad de un enfoque holístico que combine el rigor analítico con una comprensión profunda de los sistemas sociales y culturales en los que operamos.

En un momento en que la desinformación y los sesgos cognitivos amenazan la toma de decisiones racionales, el libro de Silver ofrece herramientas valiosas para mejorar nuestro pensamiento crítico y nuestra capacidad de navegar un futuro cada vez más incierto.

El valor esperado: Evaluando situaciones aparentemente desfavorables

El concepto de valor esperado es fundamental en la teoría de la probabilidad y la toma de decisiones, permitiendo evaluar objetivamente situaciones que podrían parecer desfavorables a primera vista. Consideremos una rifa donde cada boleto cuesta $100 y ofrece la oportunidad de ganar un premio único de $1,000,000. Si se emiten 2,000 boletos, la probabilidad de ganar para cada participante es de 1 en 2,000 (0.05%).

Ante estas probabilidades aparentemente desalentadoras, muchos optarían por abstenerse de participar. Sin embargo, el valor esperado, definido como el promedio de los resultados posibles de un evento aleatorio a largo plazo, considerando tanto las probabilidades como las ganancias o pérdidas asociadas a cada resultado, revela una perspectiva diferente. En este caso, existen dos escenarios posibles:

  1. Pérdida: Con una probabilidad del 99.95%, el participante pierde $100.
  2. Ganancia: Con una probabilidad del 0.05%, el participante gana $999,900.

Al calcular el valor esperado, obtenemos: (0.9995 × -$100) + (0.0005 × $999,900) = $400. Este resultado positivo sugiere que, a pesar de la alta probabilidad de perder en una instancia individual, la participación repetida en este tipo de eventos resultaría, en promedio, beneficiosa a largo plazo.

No obstante, es crucial enfatizar que este análisis no implica que sea prudente participar en todas las situaciones con valor esperado positivo. Factores como la capacidad individual para asumir riesgos y las circunstancias personales deben ser considerados cuidadosamente antes de tomar cualquier decisión financiera.

La comprensión de la probabilidad como ventaja estratégica

Antes de alcanzar el reconocimiento como pronosticador político, Nate Silver perfeccionó sus habilidades como jugador profesional de póker, desarrollando una profunda apreciación por los conceptos de riesgo y probabilidad. Esta perspectiva lo distingue de muchos individuos involucrados en la política, donde se podría argumentar que existen dos categorías de personas: aquellas que comprenden la probabilidad y aquellas que no.

Un ejemplo ilustrativo de esta dicotomía se evidenció durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016. Silver había desarrollado un modelo estadístico que asignaba a Trump un 29% de probabilidades de obtener la presidencia. Cuando Trump emergió victorioso, numerosos críticos arremetieron contra Silver, tildándolo de incompetente. Sin embargo, esta reacción revela una incomprensión fundamental de la probabilidad, ya que una probabilidad del 29% dista mucho de ser una certeza de fracaso.

Es importante destacar que el modelo de Silver asignó a Trump probabilidades más elevadas que la mayoría de los otros modelos. Al conceder a Trump una probabilidad más alta que la mayoría de los pronosticadores, la predicción de Silver demostró ser más precisa.

Aquellos que hubieran apostado en las elecciones según las probabilidades implícitas en el pronóstico de Silver, en comparación con las tasas vigentes en el mercado de apuestas, habrían obtenido una rentabilidad considerable. Silver relata cómo, en reiteradas ocasiones, jugadores de póker se han ofrecido a costear su cena, en agradecimiento por las ganancias obtenidas gracias a su modelo.

Esta anécdota encapsula perfectamente la brecha entre aquellos que comprenden la probabilidad y aquellos que no. Ya sea en la mesa de póker, en la sala de juntas o en el ámbito político, la capacidad de razonar en términos de riesgo y probabilidad confiere una ventaja significativa sobre quienes se basan en un pensamiento simplista y dicotómico.

Dicotomía conceptual: El paradigma del “río» y  la “aldea»

La trayectoria profesional de Nate Silver, abarcando desde el póker profesional hasta el análisis político, le ha proporcionado una perspectiva singular sobre dos enfoques divergentes en la comprensión del riesgo y la incertidumbre: «el río» y «la aldea».

El río representa un entorno conceptual habitado por individuos que destacan en la toma de riesgos calculados y el pensamiento analítico. Los «habitantes del río» comparten características cognitivas distintivas, como una mentalidad analítica robusta, capacidad de razonamiento abstracto, habilidad para construir modelos mentales y la práctica del «desacoplamiento» (examinar ideas independientemente de su contexto). Este grupo incluye a analistas, pronosticadores, racionalistas y jugadores de póker, entre otros.

En contraste, «la aldea» engloba a profesionales del gobierno, medios de comunicación y academia. Aunque a menudo poseen una formación académica sólida y logros significativos, los «aldeanos» tienden a abordar el riesgo y la incertidumbre de manera distinta, enfrentando dificultades con ciertos conceptos propios del río.

Es importante señalar que ambos enfoques presentan fortalezas y limitaciones. Mientras que los habitantes del río pueden sobresalir en el análisis cuantitativo y la toma de decisiones basada en probabilidades, pueden pasar por alto sutilezas en el comportamiento humano y la dinámica social que los aldeanos podrían captar con mayor facilidad.

La experiencia de Silver en ambos ámbitos lo posiciona como un mediador entre estas dos comunidades conceptuales. Su propuesta aboga por un enfoque equilibrado que integre ambas perspectivas, argumentando que esta síntesis puede proporcionar herramientas más efectivas para navegar la complejidad del mundo contemporáneo.

Hábitos esenciales para una gestión eficaz del riesgo

Los individuos que afrontan riesgos de manera exitosa comparten ciertos hábitos distintivos. En este análisis, nos centraremos en tres de ellos: la Empatía Estratégica, la Orientación al Proceso y la Mentalidad de «Todo o Nada».

La empatía estratégica consiste en situarse en la posición del oponente o competidor con el fin de obtener una ventaja estratégica. No se trata de un ejercicio de simpatía, sino de comprender las motivaciones y anticipar las acciones del adversario. Mark Cuban ejemplifica este enfoque al evaluar propuestas de negocios, colocándose mentalmente en la posición del emprendedor y analizando los desafíos que enfrentaría. En el ámbito militar, la empatía estratégica resulta crucial, como destaca H.R. McMaster al criticar las estrategias que no consideran la perspectiva del enemigo.

Otro rasgo distintivo de los tomadores de riesgos exitosos es su orientación hacia el proceso, centrándose en la ejecución consistente y la mejora a largo plazo, en lugar de obsesionarse con los resultados a corto plazo. Daniel Galfond, jugador profesional de póker, demuestra este enfoque al enfrentar una situación de pérdida significativa, confiando en su proceso y logrando remontar para ganar.

En contraste, una mentalidad orientada a resultados podría llevar a los individuos a alterar drásticamente su estrategia basándose en resultados a corto plazo, tanto en el póker como en el ámbito empresarial.

El tercer hábito consiste en adoptar una mentalidad de «todo o nada», abogando por un compromiso total con un curso de acción o un desenganche completo, evitando soluciones intermedias que a menudo resultan ineficaces. La pandemia de COVID-19 proporciona un ejemplo ilustrativo de este principio en acción, donde los países que adoptaron estrategias claras y decisivas generalmente se desempeñaron mejor que aquellos que optaron por soluciones intermedias.

Contrariedad concienzuda y atención selectiva

Para concluir, examinaremos dos hábitos adicionales que comparten los gestores de riesgo altamente exitosos: la contrariedad concienzuda y la atención selectiva.

La contrariedad concienzuda radica en el desarrollo de teorías bien fundamentadas que expliquen por qué la mayoría podría estar equivocada, por ejemplo, debido a la existencia de incentivos mal alineados en un sistema. El trabajo pionero de Katalin Karikó en el campo de las vacunas de ARNm ilustra este concepto, al persistir en su investigación a pesar del escepticismo institucional y sentar las bases para la rápida creación de vacunas contra el COVID-19.

La atención selectiva es la capacidad de enfocarse intensamente en información crítica mientras se filtran las distracciones. Esta habilidad se destaca en la astronauta Catherine Sullivan durante las fases críticas de una misión espacial. La gestión del riesgo consiste en enfocarse en lo que realmente importa en un momento dado y dirigir todos los recursos mentales disponibles a esa tarea.

Es importante destacar que la atención selectiva también implica saber cuándo conservar la energía mental. En el póker, los mejores jugadores a menudo parecen desconectados entre manos, pero se concentran intensamente cuando surgen situaciones importantes. Los emprendedores y ejecutivos individuales practican una forma similar de atención selectiva, sabiendo cuándo profundizar en los detalles de un proyecto y cuándo dar un paso atrás para conservar sus recursos mentales.

En resumen, la atención selectiva permite a los gestores de riesgo mantener el máximo enfoque en lo que más importa, mientras que la contrariedad concienzuda les permite identificar oportunidades únicas que otros pasan por alto. Ambos hábitos constituyen herramientas valiosas para navegar con éxito en entornos complejos e inciertos.