La reciente filtración de WikiLeaks de más de 250.000 documentos secretos enviados por embajadores de Estados Unidos en diferentes países del mundo a la Secretaría de Estado de EEUU ha puesto a WikiLeaks bajo los focos de la opinión pública mundial y de infinidad de estados. No sólo ha conseguido notoriedad mundial, también ha agitado el debate de la vulnerabilidad de los sistemas de información del planeta, dejando en evidencia a la primera potencia.

Lo más apasionante de Julian Assange, fundador y director de WikiLeaks, es que no piensa parar aquí. Ha revelado en una reciente entrevista para Forbes, que el próximo objetivo de sus filtraciones será un gran banco de Estados Unidos. Algo que puede provocar un auténtico terremoto, afectando quizás a un sector financiero renqueante todavía no recuperado.

Habrá que ver cómo reaccionan las cotizaciones bursátiles. A juzgar por la persecución que empieza a sufrir (Wikileaks recurre a una IP en Suiza tras su desalojo en Estados Unidos) debe haber gente poderosa muy preocupada por las filtraciones, pasadas o futuras. Leyendo la entrevista a Julian Assange en Forbes, coincido con algunos aspectos destacados por Oriol Ribera:

1. WikiLeaks se posiciona como una agencia de noticias, con todo el proceso editorial que comporta

2. WikiLeaks persigue crear mercados con competencia perfecta gracias a la publicación de información secreta que solo beneficia a unos pocos agentes de mercado privilegiados

3. Solo existen mercados perfectamente competitivos si la información secreta aflora a la luz pública y los consumidores pueden tomar decisiones con plena información. Por ejemplo informes sobre empresas de nutrición infantil que adulteran las leches de continuación con melamina en polvo para reducir costes.

4. A partir de enero empezará a publicar secretos corporativos. En particular sobre un importantísimo banco americano, del que tiene información sobre prácticas poco éticas.

5. WikiLeaks espera que en el futuro solo sobrevivan las empresas dirigidas por directores éticos.

No sé si habrá un antes y un después de WikiLeaks. De entrada desconfío de todo aquel que se auto proclama como un nuevo Mesías digital y pregona a los cuatro vientos, que nos salvará de empresas poco éticas.

Lo que sí que hay reconocerle a Julian Assange es que ha conseguido crear una ‘marca’ de alcance global. Y si insisten en perseguirla, batirá el récord guiness de rapidez en convertirla en una ‘causa’ global. Para el establishment, lo peor que podría pasarle, es que WikiLeaks se convirtiera en una categoría, emulada por otros. Estén relacionados con WikiLeaks (Ex colaboradores de Assange crearán un nuevo portal como Wikileaks) o no (La disidencia china planea abrir su propio Wikileaks).

De momento, el propio Assange afirma que el número de filtraciones que consigue su sitio web ha aumentado «exponencialmente» a medida que aumenta su visibilidad. Dice “que hay veces en las que las filtraciones recibidas son miles en un solo día”. Todo un círculo virtuoso que amenaza en convertirse en un tsunami que seguro que seguirá agitando nuestra sociedad actual.  ¿La transformará?

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