Decálogo para contagiar optimismo

Leyendo el articulo de Luis Miño ‘Contagiar optimismo’ en el que se refiere a los vampiros emocionales que desvitalizan, deprimen y auguran las peores calamidades, pero -afortunadamente- también hay muchas personas que tienen la virtud de transmitir fuerza, esperanza, optimismo sano que da la sensación que nada se ha perdido.

Luis Miño afirma que salvo rarísimas excepciones, todos generamos optimismo a otras personas. Todos podemos aumentar la capacidad para ayudar a los otros en este sentido. Me ha parecido interesante enumerar y compartir las diez acciones que el autor destaca para potenciar nuestra aptitud para contagiar optimismo a los demás:

1. Escucha activa. Sentirse escuchado genera autoestima especialmente cuando nos interesamos de forma sincera y sin ponernos como protagonistas (“¿y qué sentiste?” mejor que “pues lo que me pasa a mí…”).

2. Pensar en global y ayudar en local. No podemos aspirar a contagiar optimismo pretendiendo enderezar el rumbo de su vida, mejor conformarse en echar una mano en algo concreto y puntual. Con suerte ese gesto será el detonante de un cambio más importante.

3. Optimismo inteligente. Es útil adaptarse y transformar nuestro pensamiento para ayudar a los otros a esperanzarse con lucidez. Por ejemplo en lugar de “es un fracasado” mejor un “en estas cuestiones no es donde mejor rinde”.

4. Apertura a la diversidad. Hay que aceptar que cada individuo es un mundo. Hay que apreciar a los otros por lo que tienen de diferente y saber canalizar ese potencial individual.

5. Transmitir entusiasmo. Hay gestos en la vida cotidiana que dan energía a los que tenemos alrededor (cantar, silbar, cocinar buena comida, explicar chistes, abrazar,…)

6. Sentido del humor. Ayuda a los otros a cambiar los sentimientos que los levan a estar decaídos. A menudo el problema es la tristeza que nos produce pensar en la situación, más que la situación misma.

7. Imperfección. hay que aprender a fallar. Los autoexigentes consigo mismos acaban siéndolo con los demás… y ello no siempre genera el optimismo necesario. Para reforzar a otras personas hay que aceptar sus errores.

8. Elección de las preguntas. Insistir sobre las razones del desasosiego puede generar bloqueo, abramos una brecha de buenas sensaciones preguntando por los buenos momentos. Así también generaremos buenos sentimientos.

9. Independencia. Aprender a juzgar las situaciones prescindiendo de nuestros deseos. Analizar lo que hay, no lo que nos gustaría que hubiera. Mantener la distancia emocional necesaria.

10. Realismo. El idealismo utópico es una mala táctica. Para contagiar optimismo hay que conseguir equilibrio entre dos polos: ser pesimista desde el punto de vista racional, pero optimista por fuerza de voluntad.

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7 comentarios

  1. Leí en una ocasión una explicación de que me gustó y desde entonces tiendo a definirme como una optimista existencial: creo que las personas pueden hacer cosas que merezcan la pena, sabiendo al mismo tiempo la gran dificultad para cambiar la naturaleza humana. Es decir, optimista de la voluntad y pesimista de la realidad.

    En realidad con aplicar los puntos 1, 5 y 10, ya todo sería diferente. Pero eso si, controlando que las personas con las que nos relacionamos también lo hagan porque hay asimetrías que no funcionan. Pero siempre las hay, solo hay que fijarse en quien nos transmite fuerza. 🙂

  2. Bravo por tu reflexión y tus argumentos. Creo que la negatividad ha sido contagiada por la mayoría de los medios de comunicación, éstos serán castigados por promover el apocalípsis. Tiempo al tiempo.

  3. Que razón tienes con que hay que evitar, lo primero de todo los vampiros emocionales….chupan hasta anular a la persona. Seguir el decálogo al pie de la letra es dificil, pero poco a poco se debe conseguir. Las personas tóxicas que te rodean evitalas, apártalas de tu entorno y empezaras a notar felicidad.

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