Fue un remoto jueves 5 de abril 2007 cuando escribí mi primer post. Hoy tres años, un día y 847 post después, celebro mi tercer cumpleaños.

Voy a evitarte las típicas reflexiones de blogger. Que si he pensado en dejarlo, que si lo voy a dejar, que si es una forma de expresión vital y profesional, de ordenar conocimiento, etc. porque todas son ciertas y no deseo repetirme.

Escribo con una menor frecuencia que tiempo atrás. Quizás porque tengo menos tiempo o simplemente porque no siempre sé qué contarte…sin repetirme.

El blog sigue siendo una caja de sorpresas y comprobar que continua siendo una actividad no del todo predecible y planificable lo hace, a mis ojos, más interesante.

Hay algún detalle curioso. Aunque suene un poco a boutade, es cierto. Este pasado mes de marzo este blog batió su propio récord. Ya sé que es en minúscula, pero es su record particular: 5.617 visitantes únicos y 1.725 usuarios recurrentes. Unas cifras modestas y muy lejos de los grandes tótems de la red, pero que suceda tres años después es un buen síntoma.

Tres años son suficientes para poder hablar con propiedad y conocimiento de causa. A pesar de los que le auguran su decadencia y la pérdida de protagonismo, sigo recomendando esta actividad como una buena forma presentarse y conversar con el mundo y también de disciplinarse.

Hablar de la rentabilidad del blog tiene un sentido relativo. Evidentemente no soy masoquista. Si no hubiera observado su retorno, hace mucho posts que hubiera abandonado. Los blogs no hacen milagros, o sea que mejor será que mesures bien las expectativas antes de ponerle el cartel de “poco rentable”.

El blog sigue siendo arma de doble filo y difícilmente sustituye otras formas de comunicación, en todo caso, las complementa. Para algunas cuestiones es muy eficaz y para otras, totalmente inútil o peor aún, peligroso.

Tres años son muchos, al menos para mí. Tanto tiempo sólo se justifica cuando lo tienes bien integrado en tu vida, que forma parte de ella. Lo repito muchas veces, en ocasiones escribir el blog significa una gran terapia personal. Sólo así lo concibo.

Entiendo un blog personal como un espacio abierto, sincero y próximo, para lo bueno y para lo no tan bueno. Cuando hay éxitos y momentos de gran optimismo se comparten. También cuando los efectos de la travesía hacen mella y es difícil no mostrar el cansancio o la cara menos atractiva de la desesperación. La combinación de ambos es lo que hacen mínimamente creíble y soportable, al menos para un servidor. En cualquier caso, gracias por acompañarme.

La disciplina de expresar blogueando, no ha pulido mi arte, pero si me ha animado muy inconscientemente a escribir más allá de este blog. Probablemente jamás vea la luz y puede que sólo sea una pérdida de tiempo. O quizás todo lo contrario. Después de muchos años de comprobar que hay pocos principios inquebrantables, déjame que siga a rajatabla alguno de ellos: hay que ser fiel a un mismo. Y a mí me apetece seguir explorando y experimentando. Esto significa que no te librarás tan fácilmente de mí, seguiré dando guerra. Al menos, mientras crea tener algo interesante que compartir, lo haré.

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