Cuando preguntaba hace unos pocos días a un directivo de una cadena de televisión nacional sobre la configuración definitiva de la programación de la parrilla del próximo 2010, me respondía con un lacónico “que más quisiéramos”, añadiendo un “estamos en una situación muy difícil y llena de incertidumbre”.

Otros sacan pecho, con menos sutilezas. Te piden que les cedas todo tu contenido, que ellos lo publicarán en su fantástica web, que todo lo que obtengan (por publicidad) tendrán a bien compartir contigo un pedacito. Y que si es un éxito rotundo -y hay un milagro- entonces quizás te contraten la creación y la producción de una segunda temporada. No se sabe ni a qué precio, ni en qué condiciones…“Pero ya si eso”

Los que han superado esta prueba, virtualmente triunfadores, confían encontrar un panorama paradisíaco. Han llegado a la tierra prometida y exclaman con un neo-provincianismo “Ya estamos en la tele”. Pero el segundo acto es un “¿Y ahora qué?” Han vendido una serie a la glamurosa tele, cediendo en contratos leoninos casi por entero su alma, el riñón izquierdo, su hijo primogénito y una larga lista de derechos firmados generosamente.

Los contratos con las televisiones siempre habían sido complicados. Hoy lo son un poco más, nada raro, sólo en consonancia con los tiempos.

Los hay de menos afortunados. Se han llevado más bien poco a sus hambrientos bolsillos y encima han notado las tijeras de la censura. Su opera prima manoseada por manos poco diestras y encefalograma plano.

Tranquilo, no es nada personal. El panorama de las televisiones es igual de duro en todos lados. Bueno, en España un poco más. O sea que más vale que vayas pensando seriamente que no vas a vender una serie a la tele en tu vida. No pasa nada. Hay vida más allá de la tele, de esas teles. Puedes seguir adelante, desarrollar tu empresa e incluso ser feliz.

Esto no es excusa para bajar los brazos, todo lo contrario. Trabaja para conseguirlo, pero prepárate para encontrar alternativas. Sí, hablo de Internet. Aunque sigue siendo un entorno salvaje, es grande. Y todo tiende hacia allí. Además, cabe todo el mundo y sólo dependes de ti. Cuentan que la gente con talento acaba sobresaliendo. Y yo me lo creo.

Porque créeme, donde algunos ven amenazas otros ven oportunidades. Que no te contagien sus lloriqueos ni te vengan con paños calientes.

No hay excusa. Si crees que eres demasiado pequeño, o no quieres ir en solitario, detente un momento. Mira y explora a tu alrededor. Búscate compañeros de viaje. Seguro que hay otros en una situación parecida. Une tus fuerzas.

Ahora que ya sabes que ninguna tele te va a comprar nada, que ningún inversor pondrá un euro en ese piloto que nunca hiciste de esa serie imposible ¿Qué tal si haces algo más que lamentarte?

Aunque hay días que cuesta creerlo, allí fuera también hay vida inteligente y gente generosa, pero búscate la vida, y desmárcate de abusones y calimeros.

Post relacionados: