La historia cuenta que esas fueron palabras de Sir Ernest Shackleton, explorador irlandés principalmente recordado por su expedición a la Antártica de 1914-1916 en el barco Endurance. Aunque nunca alcanzó el polo sur y no logró atravesarlo cuando se lo propuso, su capacidad para sobrevivir a lo imposible ha inspirado un modelo de liderazgo de éxito. La tripulación del Endurance sobrevivió, las decisiones de Shackleton en ese episodio continúan siendo puestas como modelo de liderazgo en condiciones extremas.

Y eso que Shackleton había avisado claramente a su tripulación de la naturaleza de la expedición en la que se embarcaban. El anuncio que Shackleton publicó en la prensa británica para reclutar a su tripulación decía así: “Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Frío Extremo. Largos meses de completa oscuridad. Peligro constante. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito.”

Disculpa la metáfora, pero ese anuncio podrían firmarlo ayer y hoy, algunos emprendedores. Afortunadamente los riesgos que corremos una inmensa mayoría de nosotros no están en esa línea (lo digo por el “frío extremo”).

No te puedes ni imaginar la montaña rusa que supone una pequeña empresa en tiempos de reset. Porque eso lo que hay. En el meollo de la mal llamada crisis, veo a mi alrededor gente que lo pasa muy mal, pero también a gente que está aprovechando grandísimas oportunidades y le va muy bien.

Estábamos avisados, pero algunos no se han movido o han sido extremadamente lentos. Son tiempos implacables. O te adaptas o te adaptan a golpes. Reinvención, flexibilidad.

Lo mejor es no obstinarse en una idea inicial. Si hay que cambiar, evolucionar, se hace. Identificar los obstáculos, es el primer paso para sortearlos.

Pero no puedo dejar de comentarte que me sorprende la reacción ahí fuera. Especialmente de aquellos que han vivido en zona de confort hasta hace dos días. Algunos tienen un problema gordo. Están anquilosados en el paradigma antiguo. Van llamando puerta a puerta. Veo en sus caras, angustia y miedo. Han apurado demasiado. Están perdidos y no saben por donde empezar. Buscan refugio. “¿Has dicho refugio?”. Eso ya no existe. Bueno, salvo que seas funcionario o para-funcionario.

El guión se está escribiendo, pero no dramaticemos más de la cuenta. No estamos intentando cruzar la Antártida a principios del siglo XIX con Shackleton. Avanzar por territorio inexplorado, sin mapa, tiene esas cosas. Hay que hacer frente a lo imprevisible. Eso es muchas cosas, menos cómodo. Vivir esperando los mejor, pero estando preparado para lo peor, es poco o nada confortable.

Hablo con mucha gente. Me preguntan “¿Cómo os va?”. “Va” respondo. Al filo del alambre. Puede pasar cualquier cosa. Y a algunos se lo explico. A otros lo doy por imposible, especialmente a aquellos que ni entienden ni tienen ganas de entender.

Estoy tranquilo y satisfecho, porque entre la dulzón optimismo natural de algunos, el estajonavismo occidentalizado de otros y el talento de todos, resistiremos y saldremos adelante.

Esa luz no era el final del túnel, era el tenue brillo de una estrella. Siempre ha estado allí, pero no es una estrella azul, es la nuestra.

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