Hace pocas semanas “nuestro” gobierno se sacó de la manga (o de la chistera) otro conejo. Éste en forma de ordenador. El Gobierno decía convencido que quiere cambiar el modelo económico desde la escuela… ya sabes aquella expresión que sin ser tontería, tiene un sonido ligeramente provinciano de “nuevas tecnologías contra la cultura del ladrillo”.

Se habla de proyecto “Escuela 2.0” para etiquetar un supuesto plan para la innovación y la modernización de los sistemas de enseñanza. Desde luego no sabemos si la misma partida presupuestaria (se habla de 100 millones) permitirá hacer los contenidos apropiados o si todo el profesorado español pasará por un curso intensivo de verano para mejorar sus habilidades y conocimientos 2.0.

Realmente estamos de enhorabuena porque así, el Gobierno, evidencia que el actual modelo económico está agotado. Por si acaso había alguien que no se había enterado. “Salir reforzados de la crisis y cambiar las bases inmobiliarias sobre las que estaba asentada la economía española son los grandes objetivos de este plan” nos contaron.

El plan tiene tantos agujeros como el Emmental. Hay dudas más que razonables para que se cumpla. Además de la falta de contenidos y de capacitación del profesorado (ninguna de las dos cosas se improvisa), tampoco está claro quién y cómo pagarán semejante “festival” tecnológico. Con 100 millones sólo hay para chuches.

Quizás alguien debería tomar nota de otras experiencias. Leía en Fast CompanyNintendo goes to school: DS classroom turns handheld console into teaching tool” en el que cuenta como Nintendo hace debutar un programa que ayudará a los educadores japoneses a comunicarse con los estudiantes a través de Nintendo DS, DS Lite y los dispositivos de juego portátiles DSI.

El servicio se iniciará el año próximo en Japón, con 60 programas que abarcan desde la educación primaria a la secundaria. Usando un PC, los profesores pueden interactuar con los estudiantes a través de Wi-Fi, transmitir preguntas, ayudas visuales, y otro tipo de información a los estudiantes con el dispositivo de mano.

El profesor puede recibir las respuestas de los estudiantes en tiempo real, e incluso datos de gráficos y crear representaciones gráficas de las respuestas. Si un maestro formula una pregunta general a la clase, la totalidad de la clase puede responder individualmente. El maestro sabe cuántos estudiantes respondieron y a qué. Algo que facilita el control y el seguimiento de la evolución del alumnado.

Los estudiantes pueden responder a preguntas de respuesta libre utilizando un lápiz óptico que reproducen una respuesta escrita a la pantalla del profesor. Y por supuesto permite a los estudiantes ver sus resultados inmediatamente después de terminar la prueba.

Esto es sólo un ejemplo de lo que se puede conseguir. Hay alguien detrás que lo ha pensado en profundidad. Pero no nos engañemos, no es “sólo” una cuestión tecnológica, “La tecnología sólo mejora la calidad de la educación si se acompaña de un cambio de la metodología en la enseñanza”. O lo que es lo mismo hay que repensar toda la experiencia educativa, de abajo arriba, profesorado, alumnado, instalaciones escolares y familias… Sino, sólo son vacuas promesas y conejos sacados de la chistera para distraer la atención.

Confío que no sea otro de esos planes fantasma, que trascurren sin plena ni gloria hasta que caen en el olvido. En esta ocasión el riesgo es importante, porque puede esquilmar todavía más las economías familiares del fatídico mes de septiembre, además de cargar las espaladas de nuestros hijos con un portátil además de los tradicionales libros. Eso sí que sería un ladrillazo.

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