Hace tiempo que voy dándole vueltas a una sensación cada vez más intensa que no había sido capaz de verbalizar. La sensación de no-conexión con gente de mi generación. Una no-conexión progresiva.

Primero fue, hace muchos años, el acceso a Internet. Hará unos cinco años, aún recuerdo cuando enviaba una invitación para conectarse a Linkedin muchos amigos profesionales me miraban con media sonrisa, preguntándome qué demonios era eso y otros casi afeaban mi gesto como si de una travesura se tratara. Hace más de dos años, nació este blog y ahora se cumple mis dos añitos en Twitter como qtorb.

La sensación se ha ido agudizando con el paso del tiempo. Cada nueva incorporación me aleja un poco más de los que antes eran “los míos”. Pero con la misma intensidad me acerca a otros de quienes desconocía su existencia hasta hace poco tiempo y con quienes comparto con una naturalidad y franqueza del que se conoce de toda la vida.

Cuando en una sesión del master decidí dedicarla en gran medida a mostrar twitter, pude comprobar los ojos atónitos de la mayoría de los alumnos. Conseguí que muchos de ellos lo empezaran a usar. La sensación habitual de compartir comentarios entre “alumnos” y “profesores” daría para escribir varios post….

Hay más. Hoy no concibo asistir a un evento sin compartir con la familia twittera comentarios, observaciones o fotografías. Hasta el punto, como me comentaba una amiga, “si asisto a una evento/conferencia donde no hay una proporción significativa de asistentes tuiteando produce una gran sensación de extrañeza”. Como de no estar con los tuyos.

Somos una generación hiperconectada y más transparente que cualquier otra. Aparentemente heterogénea, pero en esencia más homogénea de lo que parece. Quizás por esta razón nos sentimos cada vez más no-conectados de los demás, sean o no de nuestra generación “natural”. Lo que otros ven como una rareza o una excentricidad, nosotros lo vemos como un gesto normal de comunicar y compartir.

Me alegra comprobar que estos síntomas no son una rareza personal. Jaime Cuesta apuntaba (como no, vía tuit) “dicen que es una enfermedad que se contagia a través de twitter y los blogs. También me pasa, pero prefiero que no me curen

Como cuenta FGrau en Twitter la cumbre de la sencillez es “La fuerza de 140 caracteres nunca había sido tanta. De hecho, mi única hipótesis sobre su éxito (fenómeno sin precedentes hasta el momento), su penetración en uso, su aceptación y adopción por tan dispares públicos y perfiles; se basa en la sencillez, en la brevedad, en la humildad de tan sólo precisar de 140 caracteres en el océano infinito de internet, para compartir historias extraordinarias”.

Algunos siguen manteniendo que las aplicaciones sociales aíslan. Quizás sea cierto en algunos casos. Mi experiencia personal es que hay una intención no escrita, por parte de la familia twittera, de desvirtualizarse cuando hay una oportunidad. Eso no es aislarse, eso es socializarse. La apoteosis son eventos como el Cava & Twitts donde gente de diversa procedencia y actividad, nos reunimos para conversar y compartir.

Y a aún cuando con el paso del tiempo, surjan nuevas aplicaciones y usos, y las aplicaciones actuales evolucionen o sufran su particular metamorfosis, nosotros seguiremos siendo la generación twitter. Una generación que agradece que siempre haya alguien allí, con quien compartir.

Pero no nos engañemos. No es el uso de estas aplicaciones lo que nos hace diferentes, sino realmente cómo y con qué intención las usamos.

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