Esta es una semana especial, el martes se inaugura por todo lo alto la nueva terminal del aeropuerto de El Prat, el miércoles el HiT Barcelona y el Brands & Video (promovido sin ánimo de contra-programar), el jueves, el president Montilla asistirá a la colocación de la primera piedra del taller donde se construirá el Audi Q3. Al parecer nuestra gran esperanza blanca…

A pesar de todo, Barcelona está de moda. Leo en BusinessWeek que “Barcelona’s big bet on innovation”. El artículo está referido al proyecto del distrito de la innovación 22@Barcelona. Aunque en mi profunda ignorancia, todavía no he acabado de entender los diferentes roles de 22@Barcelona y BarcelonActiva. Pero hoy no quería hablar del solapamiento entre agencias públicas…

El mundo no es un sitio perfecto, tampoco Barcelona. Quien ha sabido crear una gran marca 1.0, anda ahora un poco justa en reputación, bueno, más bien cojea. ¿Reputación? Sí, aquello cuya propiedad comparten el gestor y el usuario.

No es casualidad que las marcas más seguidas ahora mismo, son las que se aproximan con absoluta sinceridad al usuario final, le escuchan y establecen una conversación, no un monólogo.

Si hay un riesgo -por encima de todo- es que además de monólogo, haya overpromise. No afirmaré que todo sea mentira, pero en el caso de Barcelona como dice Anna Domingo, “se aproxima peligrosamente a un monólogo autista”. Hay ejemplos. El “delirante trompeteo sacado a la calle en su campaña Visc(a)Barcelona”.

Una campaña de publicidad –creada por la agencia Shackleton– que provocó más bien tristeza al ver el overpromise de la marca Barcelona, donde se apropió de atributos que excedían a la realidad. La campaña fue tan escandalosa que incluso el CAC pidió su retirada inmediata.

Repito, Barcelona es un buen sitio, pero no es perfecto. Si la autocomplacencia es un deporte de riesgo, el overpromise publicitario es una primera demostración de falta de respeto a tus ciudadanos. La comunicación de marca hace tiempo que no se practica domesticando al consumidor. Ya se sabe, consecuencias de la sociedad red.

Si Barcelona, en comunicación, casi siempre ha sido una alumna aventajada, también hay que decir lo mismo en prospectiva y planificación estratégica. Sólo hay que ver cómo y cuando ha reflexionado sobre su potencial presente y futuro respecto al resto de ciudades europeas (ver Pla Estratègic Metropolità de Barcelona). Por eso, sería una lástima, que un “exceso de ilusión”, no acabe en una mala gestión de marca y de su reputación, estropeando el excelente trabajo realizado durante muchos años.

Pero algo no acaba de encajar. Según el profesor Xavier Vives el presente y el potencial de las ciudades se establece de acuerdo a tres vectores de especialización funcional, que simplificando mucho son: ciudad-sede, ciudad–innovación y ciudad-ocio.

Lo de la ciudad centro-decisión, ya hace tiempo que se descartó por razones obvias. Los dos otros escenarios posibles serían los de ciudad-innovación, ciudad-ocio o acaso una arriesgada combinación de ambos.

Sobre el modelo de ciudad-ocio, me quedan menos dudas. Sólo hay que darse un paseo por el centro de la ciudad para comprobarlo. Las ciudades mutan, evolucionan, cambian de piel, pero los excesos y el casi monocultivo, es obvio y peligrosísimo.

La duda siempre ha estado que con eventos como el HiT Barcelona, quizás hay una intención de ciudad-innovación, pero a la práctica potencia y hace feliz al lobby turístico de Barcelona: dar salida a la oferta hotelera, celebración de congresos y ahora encima un aeropuerto muy grande y chulo para que puedan venir a visitarnos muchos más, y más cómodamente.

Lo de ciudad-innovación, si sucede, no ocurre por casualidad. Con una política industrial y tecnológica históricamente lamentable, poco se puede hacer salvo parches. Y siempre hay excusas, cuando hay dinero, entonces la prioridad son las “políticas sociales”, y cuando no…

Lo diré claro, si la ciudad de Barcelona favorece la innovación es gracias a su tejido industrial y social, no por la acción milagrosa de la Administración de turno.

Si tenemos opciones es gracias a la iniciativa y al mérito de algunos emprendedores, empresarios y a unas redes formales o informales de personas activas e innovadoras. Esa clase creativa que define Richard Florida en su “The Rise of Creative Class”.

Pero no, no hablamos de innovación tecnológica, hablamos de las capacidades del sector quinario. Profesionales y empresas que se dedican a transformar información en conocimiento productivo. Trabajadores del conocimiento: desde consultores, a creativos publicitarios, desarrolladores multimedia, o diseñadores de moda, pasando por investigadores en biotecnología, abogados o empresas de entretenimiento (sean de animación, de videojuegos o productoras de video online).

Lo de ciudad innovadora es más un deseo que una realidad. Ciudad-ocio (la de las despedidas de solteros y los grandes eventos) es la que parece obstinada en promocionarse. Ciudad quinaria es la que hay… ¿por cuanto tiempo?

Volviendo al “Barcelona’s big bet on innovation” de BusinessWeek y en palabras del CEO de 22@Barcelona, Josep M. Piqué, estoy de acuerdo con “Knowledge infrastructure is not just fiber and telecom. You also need things like good food, wine, and aesthetics. So cities have become the new neuro-centers of the knowledge economy” pero por lo que parece, la frontera con la ciudad-ocio es demasiado borrosa. Eso da miedo, aunque no sé si más que el overpromise publicitario.

PD. Por cierto, Nikodemo está en el Mapa (¿oficial?) de la Investigación e Innovación de Barcelona …y yo sin saberlo.

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