Ayer estuvimos una parte del equipo de Nikodemo en Madrid. Teníamos un programa de reuniones importante. Como cerramos la agenda con pocos días de antelación, decidimos viajar en avión. Con tan poca anticipación el diferencial de precio con respecto al AVE (nuestra primera opción) era demasiado exagerado. Y viajando tres…ni te cuento.

Ya que estamos en época de apretarse el cinturón, desde administración de Nikodemo se buscó la opción más económica. Se compraron los billetes a través de Rumbo (error político teniendo a eDreams como cliente)…

La ida con Vueling, fue buen. Las incomodidades habituales del avión, el aeropuerto, etc. pero bien. En cambio, en el viaje de regreso, hubo sorpresa. Al ir a retirar la tarjeta de embarque, con los DNI en el mostrador, nos comentaron que no les constaba ninguna reserva para ayer.

La empleada de Spanair nos solicitó muy amablemente el localizador. Se lo entregamos y, ¡Oh! Sorpresa correspondía a una reserva Madrid-Barcelona para… el 3 de marzo. ¡Un mes más tarde! Simultáneamente en el mostrador vecino, dos indignados pasajeros en la misma situación, una reserva para el 3 de marzo. Mientras llamábamos al servicio de atención al cliente de Rumbo, aparecieron más pasajeros con el mismo problema.

Un empleado de Spanair, testigo del fenómeno paranormal del cambio de fechas, nos comentó que es un problema habitual con los usuarios que compran en Rumbo. No se sabe exactamente el por qué, las fechas de las reservas cambian misteriosamente de mes. Incluso pasajeros que pierden enlaces internacionales por culpa de estos errores. Muchas coincidencias.

A todo esto, nosotros sin reserva válida para regresar a Barcelona. Mi episodio con el servicio de atención al cliente de Rumbo creo que es irrelevante, pero la nada agradable operadora me recalcó “que era mi problema”, no el suyo. Que el error había sido nuestro y cuando le comenté la coincidencia, respondió con un “la gente no se fija bien en lo que hace y se equivoca”.

Cierto es que -misteriosa e incomprensiblemente- en el pdf de confirmación de la reserva aparecía la fecha del 3 de marzo y no la del 3 de febrero. Desde luego, culpa nuestra por no verificarlo.

Finalmente, todos tuvimos que comprarnos un nuevo billete. Hacer el cambio de fecha con el billete de Rumbo, significaba –además de admitir que el error era nuestro- una penalización que encarecía exageradamente el billete. Eso sí, aprovechamos para intercambiarnos las tarjetas entre los allí presentes, con la idea de hacer una reclamación conjunta.

Ahora me queda la duda si los que –por casualidad- hemos elegido Rumbo, somos tontos por hacer mal la reserva… o por elegir Rumbo.

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