Entrar en la oficina de mi banco me produce una sensación similar (o peor) a cuando piso un hospital. Pocas veces es para algo bueno. El viernes pasado, apurando, fui a pagar el IVA. ¿Qué decir? me daban ganas de declararme insumiso fiscal.

No es para menos, viendo como dilapidan los dineros públicos. La alegría en el gasto de nuestras administraciones me pone los pelos de punta. Cada día que pasa el nivel de atontamiento –generalizado- sigue superado todas las cotas imaginables. Desde luego en España no tenemos la exclusiva, realmente hay alumnos aventajados (“Brown nacionalizará escuelas privadas golpeadas por la crisis”).

De nuestros políticos poco tenemos que esperar. Tan sólo que eviten meter la pata y que controlen la tentación de hacer afirmaciones categóricas (“Zapatero dice que España no entrará en recesión”). Ya sabemos como acaba.

Hasta el ministro tranquilo Solbes se le han acabado los conejos de la chistera (el último “Cebar el consumo con planes de pensiones”). Quemando las naves. Otra demostración más de lo realmente jodidos que estamos.

No puedo estar más de acuerdo con Ramon Aymerich con su «Estado de ánimo«, en que “para salir de la crisis hará falta algo más que una mejora del ánimo; faltan proyectos y más cambios”.

Pero ¿Quién lidera el cambio? Como apunta Fernando Ónega el cuadro político español es desolador (“El cántaro derramado”). Zapatero después de una intervención pública televisiva su obsesión es que “puede haberse equivocado en los diagnósticos económicos, pero no ha querido engañar”. Patético.

A estas alturas, está claro que Zapatero ha presentado su sólida candidatura para aparecer en puestos de honor en el ranking de los peores presidentes del gobierno español… que ya es decir.

Personalmente tengo poca fe en que el inquilino de la Moncloa (Reunión de Zapatero con la banca), pueda convencer a los opulentos banqueros, por aquello de la obscenidad e indecencia de sus beneficios que son la envidia del mundo entero, que arrimen el hombro y faciliten la actividad económica del resto de los mortales. Recomiendo la lectura de «Desayuno con banqueros» de Juan Carlos Escudier

En el microcosmos catalán dos noticias importantes esta semana: que unos empresarios se compran Spanair (me parece bien), con la colaboración de algunas administraciones (¿cuánto nos va a costar el asunto?). La segunda noticia es que
La Generalitat negocia con Industria la salvación del Salón del Automóvil y ya me entra el pánico. ¿Es el Salón del Automóvil estratégico para el país? O la pregunta correcta es ¿Tiene futuro la industria de automoción en nuestro país? Eso duele.

Cada día que pasa estoy más convencido que esta recesión está poniendo todo patas arriba. Empezando por el sistema bancario. También los modelos de negocio empresarial que se están revelando como obsoletos. Ahora sólo falta que los políticos cambien el chip.

Sí, un reset total. Que dejen de pulirse nuestro dinero en estupideces, cuenten la verdad a la sociedad, abandonen el clientelismo, dejen de subvencionar a holgazanes, aligeremos las administraciones (desde las municipales hasta Bruselas) y puede que entonces haya opción para la esperanza.

Mientras tanto, el último…que apague la luz.

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