La semana está siendo bastante entretenida. Con el telón de fondo de la situación económica y entre reflexiones de expertos que reclaman austeridad, soltar lastre, recortar lo superfluo, prescindir de lo prescindible, tenemos un interesante espectáculo entre las declaraciones de los políticos y las revueltas de los jóvenes.

Ahora que ya sabemos que a los políticos les encanta competir por su nivel de estupidez e irreflexión como nos demuestran tanto las declaraciones del senador, Manuel Fraga de (“colgar a los nacionalistas de algún sitio”), como las del diputado Joan Tardá (“muera el Borbón”), ya sabemos que no podemos contar con ellos para que nos saquen de esta situación.

Cada uno con sus excesos y a piñón fijo con sus ideas, esa parece la consigna. ¿Para qué escuchar a los demás que seguro que estarán equivocados? La chulería o ignorancia de José Luís Rodríguez Zapatero (que pasará a la historia por negar una crisis, tal como su antecesor pontificaba urbi et orbe, contra las armas de destrucción masiva), desoye las medidas de los empresarios y anuncia que no va a adoptar las reformas estructurales que reclaman los empresarios para salir de este grave atolladero. Desoye el diagnóstico del FMI que ha advertido del riesgo que España entre en una larga recesión…y se pone farruco manteniendo un plan anti-crisis que parece redactado por los sindicatos. O sea, que seguiremos con la sopa boba.

Una milonga que atonta a unos cuantos y convence a pocos. Los que van a la suya, desoyendo a todos, es nuestra “juventud”. Los acontecimientos de Grecia, el plan de Bolonia, o lo que sea,… son excusas perfectas que han creado un efecto bola de nieve, de fácil pronóstico e incierto final.

Tal y como han admitido los expertos, no hay una única razón que explique estas movilizaciones y esta violencia, más bien se trata de una forma de reclamar su protagonismo, una válvula de escape de la violencia social existente. En palabras de Guillermo Ballenato “en el contexto de una sociedad de hastío, desencanto, de lo fácil y superficial, del individualismo y la competitividad…. Carecen de los esencial: de modelos éticos, motivación y valoración del esfuerzo, supervisión, autocontrol y sentido de la responsabilidad”.

Algunos renovamos a diario nuestra confianza y optimismo de nuestra empresa, pero presenciamos (y sufrimos) a diario los efectos de la crisis financiera que se está mostrando mortífera, estrangulando a consumidores y empresas.
Mi queja, como empresario y consumidor, es evidente. Hace unas semanas me tocó revisión de hipoteca, fue muy doloroso. Los interrogantes crecen rápidamente, pero la indignación todavía más. Sólo hay que fijarse en que el tipo medio ponderado que cobran los bancos por las hipotecas sigue más alto que hace un año, cuando ahora el precio del dinero es mucho más barato. No es un detalle sin importancia, porque esto se traduce en que los hogares están sufriendo más que las empresas las consecuencias de la crisis crediticia.
Los bancos son, además, mucho más reacios a prestar dinero a los particulares, lo que incide en una mayor caída del consumo y, consecuentemente, en el agravamiento de la recesión… Muy bonito.
¿Conclusión? con el cariz que está tomando la situación, no me sorprendería que las entidades financieras empezarán a ser el objetivo de las quejas, reclamaciones ¿y por qué no? violencia de la población.
Desde luego a mí, me tocará seguir lamiendo el culo de las entidades financieras, algo que remueve el estómago, pero necesario si quiero seguir pagando la hipoteca, el cole de los niños o pagando las nóminas a final de mes. Pero no descartemos que –vista la inutilidad de nuestros políticos- la gente empiece a tomar la iniciativa y a convertir a las entidades financieras, en objetivo y blanco de sus quejas.
Se está demostrando, que a pesar de sus estudiadas “poses éticas” y campañas publicitarias estúpidamente azucaradas (banca cívica, el valor de las ideas, adelante es futuro, cada día más cerca de ti, ¿quieres? Puedes,…) las entidades financieras, que con su avaricia y sus prácticas nos han metido en esta crisis, casualmente ahora se han convertido en el principal problema para remontarla. Todo una paradoja, pero ¿se dará cuenta la gente?

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