Entre conspiraciones, ritos paganos y el futuro

Encaramos el último mes del año, con la presión de las fiestas navideñas en el cogote. Este año no podremos quejarnos de las urgencias, prisas e histerias de todos los finales de año. Si hay trabajo (o mucho trabajo) es señal inequívoca que quizás las cosas no van tan mal como leemos en los titulares diarios.

Justo ayer leía un interesante debate en una lista de correo, donde se planteaba la teoría de que son los medios tradicionales, con sus decaídos negocios publicitarios y de venta de información, los que están poniendo más énfasis e interés en amplificar una situación, incluso más cruda de lo que es.

Siempre se ha dicho que las crisis son –sobretodo- psicológicas, estados de confianza. Pues bien estaríamos hablando de una crisis real muy concentrada en industrias o sectores que se han pasado tres pueblos los últimos diez años (banca, construcción, inmobiliaria), que han provocado enormes agujeros, a base de enriquecerse obscenamente algunos, a costa de planes de salvación millonarios pagados a escote entre todos.

Una crisis de confianza que está acabando por cortocircuitar el riego sanguíneo capitalista (el sistema financiero) y que nos está metiendo el fantasma de la crisis intravenosa.

Estas fiestas se presentan más austeras que nunca (o sea hasta donde llega nuestra corta memoria). Aunque seguramente sería necesario revisar el significado del devaluado término austero. Porque no pasaremos hambre, ni pasaremos frío. Si acaso nos contendremos en los pantagruélicos y fastuosos ágapes navideños, reduciremos el presupuesto de regalos de familiares y amigos, y terminaremos con las tradiciones en permanente cuerda floja (como la condena eterna de los regalos de empresa).

Pero seguro que la fantástica tradición del amigo invisible, no desaparecerá. Seguro que las tiendas de “todo_a_100” notarán poco la crisis. Antes de que empiece el dichoso sprint navideño, con la avalancha de penitencias colectivas, buenos deseos o propósitos y objetivos inalcanzables.

En verdad, no sé si comiendo las 12 uvas tendré un mejor 2009. O quizás siga la tradición griega de quemar un par de zapatos viejos, la noche de fin de año. Ya sabes para que se alejen y desaparezcan los malos pasos. Para otros será cuestión de encender velas, o sólo cuestión de la ropa interior. Otros –quizás aspirantes a druidas- pondrán a hervir la albahaca faltando quince minutos para entrar al año nuevo, después verterán al recipiente de cerámica lo hervido, que colocarán debajo de su cama esa noche para ahuyentar todo lo malo…

Creo que al final no se trata ni de ahuyentar los demonios de la crisis, ni atraer la buena suerte. Es más sencillo que todo eso. Con desconfiar del que te propone asuntos en los que se gana mucho de forma fácil y rápida, esto es desconfiar del que vende suerte o milagros.

Quizás lo que tenemos que hacer es quejarnos menos, dejar de hablar de la crisis y entender que el futuro es la suma de preparación y oportunidades… que hay que salir a buscar.

Post relacionados:

  • No Related Posts

4 comentarios

  1. Como has dicho, Albert, tenemos interiorizada la crisis, como letanía aprendida de memoria y magnificada por diarios, televisiones y rumores de calle creídos a pies juntillas.

    El contrapeso inevitable va a ser volvernos más timoratos, constreñir el bolsillo, va a ser el «no, hijo, que hay crisis», con lo que nosotros mismos iremos agigantando la bola.

    Sería conveniente que desde nosotros mismos – hacia el exterior – vayamos propagando un mensaje de confianza y optimismo (incluso aunque lo veamos muy crudo), si no queremos rodar hacia el vacío que nosotros mismos vamos agrandando.

    Estupendos 2 últimos posts, Albert. Un saludo.

  2. siguiendo con la conspiranoia, es lógico que los medios tradicionales insistan una y otra vez en la gravedad de la crisis, cómo si no iban a justificar sus malos resultados ante unos accionistas que ya empiezan a sospechar que quizás el problema esté en el modelo de negocio…

    la culpa no es nuestra, ¿no lees nuestros periódicos?: es la crisis!

  3. #arturo,

    ¿cuánto tiempo aguantarán -los accionistas- con la venda en los ojos?

    ¿de verdad crees que pasará «algo» cuando esto suceda?

    ahí lo dejo…

Dejar una contestacion

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

 

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.