El anuncio que desde el 1 de marzo el sistema operativo de Microsoft, Windows Vista, reduce el precio de Vista un 40% para fomentar su implantación desata todo tipo de comentarios.

No es sorprendente. Hay una lista interminable de casos (muy ilustres) donde la marca rebaja el precio para animar las ventas. Algunos de los recientes fue Sony con su PS3, ante la enorme aceptación de la Wii de Nintendo…. Algo que Microsoft y su Xbox conocen muy bien.

Esta sorprendente decisión obedece a la estrategia de animar la demanda del sistema operativo ante la resistencia de los “obedientes” usuarios a abandonar el XP, aunque no mucho mejor –como mínimo- requiere menos hardware para funcionar.

Doy fe de ello, después de haber comprado una licencia Windows Vista hace pocos días… Ahora puedo comparar los tres SO (Ubuntu, XP y Vista) que tengo instalados en diferentes máquinas. Sólo denunciaré que el Vista es un despropósito incluso comparándolo con XP. Aunque ya me avisaron ¿Qué alternativas tenía?

¿Cuanto tiempo puede un producto tan ineficiente ostentar el monopolio del mercado? La clave la tienen las empresas de hardware que dependen del software de Microsoft para acelerar la rotación del parque de ordenadores. Mientras haya pocos pringados como yo (que compran una licencia para instalarlo) Microsoft dará prioridad a satisfacer las necesidades del fabricante de ordenadores en lugar al usuario final.

El reciente anuncio de un cambio «significativo» en la forma de desarrollar sus programas informáticos, haciendo más accesible el código fuente y los protocolos sobre los que se construyen las aplicaciones, es un intento –quizás demasiado tarde- de mostrar una cara más amable. Difícil de creer viniendo de alguien quienes en un pasado muy cercano tacharon al fenómeno del software libre como una actividad malsana, antiamericana, una amenaza para la propiedad intelectual y la innovación tecnológica

Pero hay más evidencias que Microsoft ha tocado techo. Las normativas anti-monopolio con las que está topando (ha conseguido el dudoso honor de recibir la mayor multa impuesta jamás por la UE de 899 millones de €…), y los poderosísimos competidores con los que se está enfrentando harán el resto.

Los frentes de Microsoft son numerosos. A saber, Google por un lado y el software libre – código abierto por otro… En la batalla por el liderazgo de navegador, después de haber aniquilado a Netscape (D.E.P.) y llegar a superar el 90% de cuota de mercado en 2004, su competición con Firefox le ha ido restando progresivamente cuota de mercado. Su declive es un hecho.

Y más que por méritos de éste (navegar por pestañas, bloqueo de ventanas emergente, marcadores dinámicos, etc…) fue más bien por el extensísimo historial de fallos de seguridad del Microsoft Internet Explorer (MSIE). Además, frente a Firefox, MSIE ya parte con una desventaja emocional imposible de superar, ser de licencia libre y código abierto…

Hay numerosos estudios sobre el tema. Me permito aportar mis datos particulares. Según los datos de mi Statcounter los usuarios de mi blog con MSIE no alcanzan el 50%, el Firefox están en el 44% y el resto se lo reparten entre Safari (4,5%) y Opera….

En el caso del fabuloso negocio de las búsquedas y la publicidad online, no puede decirse que lleve la iniciativa. Este liderazgo le corresponde a (San) Google. La OPA sobre Yahoo delata a las claras su posición de inferioridad comercial (que no financiera, aunque tenga que pedir un crédito).

Un rival, Google, que no cesa en su empeño por hacerse un hueco en el mercado de las aplicaciones. La última una aplicación para crear y editar webs… que se añade a su larga lista de aplicaciones de aplicaciones que compiten directa o indirectamente (Google Office, Android,…).

No hay duda que Microsoft tiene una fuerte presión política-administrativa (Bruselas) y muchos frentes abiertos en los que está cediendo terreno paulatinamente. Se trata de competidores visibles (Google) o invisibles (software libre y código abierto) muy difíciles de batir.

A mí se me antoja imposible que una compañía, por más poderosa que sea, pueda mantener durante muchos años la erosión de tantas batallas simultáneas. Entonces, salvo un cambio de actitud global, la cuestión no es si está en declive o no, sino ¿cuánto tiempo resistirá?

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