Decir que la publicidad se está reinventando, es casi una obviedad. Que Internet ha llegado a su mayoría de edad en términos publicitarios lo acabamos de comprobar recientemente en Cannes.

Como expuso Paul Beelen en el ya lejano whitepaper de febrero del 2006 estamos ya en un terreno de juego 2.0 dónde todo está cambiando. Unos consumidores que “están hiperconectados, y no dejan espacio para errores, ni permiten al anunciantes mentir u omitir la verdad”. Un lenguaje interactivo, colectivo y multicanal. Cambia incluso el flujo de la información cambia. Del “arriba a abajo” hemos pasado al “de abajo a arriba”. Se acabó la publicidad de masas. El conocimiento del cliente como ingrediente fundamental en el desarrollo de la comunicación,….

La pregunta es: Si la publicidad como actividad empresarial está cambiando rápidamente y de forma tan profunda ¿no crees que la agencia de publicidad como empresa, y los profesionales que en ella trabajan, también deberían hacerlo?

En un mundo cada vez más 2.0 el paradigma de la empresa evoluciona. Como cita Juan Freire en su interesante blog las tendencias podrían resumirse en:

La agencia de publicidad es un negocio de gestión de incertidumbre, ha superado gracias a su flexibilidad y adaptabilidad, pero que ha evolucionado muy poco. Su modelo de negocio, de organización ha cambiado poco o nada.

Sospecho que en un negocio de tan elevada exigencia personal (casi cruel), quién lo ha amortiguado han sido sus profesionales, a costa de una elevada erosión personal.

En un futuro muy próximo quizás veamos agencias de publicidad donde la creatividad y la estrategia son –auténticamente- multidisciplinares. Fábricas de creación experiencias de marca (la comunicación de marca camina hacia una experiencia 360º), no sé si de producción e implantación.

Con un núcleo duro reducido, de generalistas y grandes dominadores de la gestión de equipos de proyectos. Serán facilitadores y bisagras. Mezcladores de sectores, tendencias, contactos y disciplinas. Sin un gran cuartel general, más bien una red de pequeñas oficinas -hubs de talento, sabiduría y creatividad- dispersas e hiperconectadas por todo el mundo, muy cerca del cliente con el que habrá un grado de implicación e involucración desconocidos hasta ahora.

La pregunta no es si el anunciante estará dispuesto a pagarlo. Lo exigirá. ¿Será que el reto es saber romper y desaprender el modelo actual? ¿Cómo lo ves?

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