Escribí hace unos años acerca de los profesionales sin fecha de caducidad, destacando la ‘curiosidad’ como una de las competencias clave de presente y del futuro. Como constataba en su investigación Francesca Gino (The Business Case for Curiosity) “En la mayoría de las organizaciones tradicionales, tanto los líderes como los empleados reciben el mensaje implícito de que hacer preguntas es un desafío no deseado a la autoridad. Están capacitados para concentrarse en su trabajo sin mirar de cerca el proceso o sus objetivos generales”. Afortunadamente, cada vez son más los que contrastan la importancia estratégica que tiene la curiosidad de las personas y las organizaciones. Ahora, leyendo el libro ‘The Curious Advantage, de Paul Ashcroft, Simon Brown y Garrick Jones descubro nuevos aspectos y planteamientos prácticos.

La curiosidad es ideal para tiempos VUCA

Ya sea que quieres saber algo concreto, como el significado de una palabra, un nuevo idioma o conocer una historia concreta. La curiosidad significa explorar, hacer preguntas, experimentar y relacionar ideas, información y conocimientos. También requiere acción.

La curiosidad resulta fundamental para la supervivencia y el éxito en el mundo digital. Impulsa la colaboración, la creatividad y la innovación; fomenta relaciones más sólidas; estimula el aprendizaje continuo y autodirigido; mejora la inteligencia emocional, y nos hace más inspiradores y eficaces.

La curiosidad surge de la necesidad humana de comprender, de resolver misterios y aclarar la incertidumbre. Al contrario de la creencia popular -y mía-, la mayoría de las personas anhelan la ambigüedad, el cambio y la novedad que encienden la curiosidad que conduce al aprendizaje. Cuando experimentamos algo inesperado, las personas conciliamos la nueva información con lo que ya sabemos o creemos. Cuando el aprendizaje nuevo se conecta con el conocimiento previo, el cerebro lo retiene durante más tiempo.

La curiosidad puede volverse adictiva

Según una investigación publicada en la revista Neuron, cuando estamos llenos de curiosidad, el cerebro absorbe mejor lo que le interesa, y todo lo que está relacionado con ello. La curiosidad activa el sistema de recompensas y placer del del cerebro. Éste segrega dopamina, que a su vez permite nuevas conexiones entre las neuronas. Como todo lo que proporciona placer, la curiosidad puede volverse adictiva. Se aprende más rápido y se desarrolla una mayor capacidad para gestionar el estrés y la incertidumbre.

Piensa como un niño

Dice Amanda Lang, en su libro ‘The Power of Why’: “Piensa como niño”. La innovación depende del pensamiento divergente, es decir, ver el mundo de manera distinta a todos los demás. Requiere hacerse habitualmente las dos preguntas esenciales –por qué y por qué no– de las que dependen los niños en su intento por entender el mundo. Ser curioso significa pensar como niño y preguntar sin pudor. Significa mantener una mente abierta y alejarse del conocimiento convencional y las nociones preconcebidas. Aceptar que tu pensamiento puede estar mal, pero nunca te conformas con la primera respuesta simplista. Juegas con el problema, con diferentes aproximaciones, perseverando hasta dar con la solución ideal. Tener la mente abierta significa disfrutar el pensar con creatividad y satisfacer su curiosidad.

Históricamente las sociedades que se mantuvieron abiertas a las ideas del exterior prosperaron.

Las grandes potencias históricas –como la dinastía Ming de China, la Inglaterra victoriana o los Estados Unidos del siglo XX– valoraron y sistematizaron la curiosidad, la apertura y la experimentación. Las sociedades y las naciones que limitan la curiosidad y la exploración, y evitan la diversidad y las ideas diversas, se vuelven aisladas y decaen, lo que también es válido para los individuos y las organizaciones. Afortunadamente, internet y la digitalización ofrecen una oportunidad sin precedentes para conectar ideas, conocimientos y personas.

La curiosidad genera efecto red

Una cultura curiosa ayuda a las personas a aprender más y más rápido. Atrae y retiene el talento porque las personas se sienten seguras, escuchadas, incluidas y respetadas. Esa cultura hace que las empresas sean lugares más innovadores. La gente hace preguntas y escucha, que a su vez, fomenta la colaboración, la cooperación y la confianza. En las organizaciones, la voluntad de diversificar y conectar genera un poderoso efecto en red de conocimiento y curiosidad compartidos.

Reconocer y recompensar la curiosidad y la experimentación, tanto si tiene éxito como si fracasa.

Es necesario un compromiso con el aprendizaje orientado a la acción, no solo el aprendizaje de un solo intento en el que las personas aprenden qué hacer en una situación específica. Hay que ir más allá y ayudar a las personas a explorar lo que deberían hacer y ver si están abordando el problema correcto. Es necesario asegurarse de que las personas tienen las habilidades para tomar decisiones meditadas sobre las mejores acciones dentro del contexto de la organización.

Para crear una cultura de la curiosidad, hay que poner a disposición los conocimientos y la información internos y externos, al tiempo que se establecen conexiones entre personas dentro y fuera de la empresa.

La curiosidad y el aprendizaje no se pueden industrializar

Los nuevos enfoques que integran el aprendizaje en el trabajo y la vida son fundamentales para impartir el aprendizaje en la siguiente generación. El aprendizaje corporativo facilitando plataformas corporativas y un ingente repositorio de cursos no es suficiente…. La curiosidad y el aprendizaje se puede y debe fomentar a través del autoaprendizaje y el aprendizaje social. Fomentar el aprendizaje informal alentando a los empleados a buscar información dondequiera que exista. Los sistemas modernos aprovechan el aprendizaje automático y el contenido fragmentado para ofrecer la información y las micro habilidades que la gente necesita en el flujo de su trabajo.

La curiosidad es un seguro contra la automatización del trabajo

A medida que la automatización y la robótica permeen más procesos de trabajo, la creatividad y la capacidad de hacer preguntas críticas serán más valiosas.

La vida útil de las competencias, especialmente las técnicas, disminuye cada vez más rápido. Por lo tanto, la capacidad y la voluntad de aprender adquieren mayor importancia. Construye una cultura que apoye la curiosidad, fomente el aprendizaje y apoye el intercambio de conocimientos. Esto impulsa organizaciones más rápidas, colaborativas y adaptables que pueden moverse a la velocidad de la digitalización y el cambio.

Construir una cultura de la curiosidad fomentando las 7c.

Según Paul Ashcroft, Simon Brown y Garrick Jones en una organización todos deberían adoptar los siguientes siete principios:

  1. Contexto: El contexto aporta significado e importa tanto como cualquier pregunta o idea. Amplía tu visión para ver los problemas en perspectiva. Cuanto más contexto consideres, mejor.
  2. Comunidad: Las interacciones con los demás potencian la curiosidad. Se entrelazan información e ideas, sintetizan el resultado y lo ajustan según sea necesario. Ya sea grupos formales o informales, hay espacio para diversos roles: guiar la exploración, medir el progreso, mentorizar, criticar, dudar, plantear preguntas, profundizar en temas específicos, aportar conocimientos técnicos, conceptualizar una idea o simplemente animarte a seguir adelante. Busca a compañeros de viaje con los que compartir.
  3. Curación: Sin una selección estructurada, los curiosos podrían lograr poco al ir tras tangentes. La curación de contenidos más reputados y relevantes adquiere un papel fundamental y orienta el camino más prometedor. Las herramientas y tecnologías basadas en la IA permiten personalizar los contenidos según las necesidades y preferencias individuales, así como ayudarnos a encontrar las condiciones y las personas que me pueden ayudar.
  4. Creatividad: las personas que pasan más tiempo explorando antes de enfocarse en la tarea generan soluciones más innovadoras. Para ser más creativas, las personas necesitan tiempo de ocio durante el cual no se enfoquen en una tarea específica. Permitir que la curiosidad te lleve por diferentes caminos sin ningún objetivo concreto.
  5. Construcción: Pasar de la exploración y el aprendizaje a la implementación activa requiere una acción tangible. Es necesario encontrar con quién debatir ideas y formas de probar y crear prototipos de ellas, incluyendo modelos y presentaciones. Hay que usar plataformas que ayuden al proceso y fomenten el ecosistema de curiosidad y aprendizaje, facilitando el acceso a contenidos amplios, profundos y diversos.
  6. Pensamiento crítico: sin ello la curiosidad caerá víctima de las noticias falsas, los prejuicios y las mentiras. Cuestiónate todo. Seamos conscientes de los prejuicios conscientes e inconscientes, investigando si tus ideas funcionarán para personas que no son como tú.
  7. Confianza: La confianza permite la curiosidad y viceversa. El fracaso enseña a recuperarse y a perder el miedo. El aprendizaje a través del fracaso construye memoria. Desafíate gradualmente para que tus fracasos sean pequeños y recuperables al principio. Desafía gradualmente a experimentar, conectarse con otros y aprender en entornos sin miedo al fracaso

Las habilidades blandas como la curiosidad importan y duran más que las habilidades duras.

Dado el ritmo de los cambios, es posible que una nueva tecnología sustituya pronto a la actual y requiera habilidades duras diferentes. Por otro lado, las habilidades blandas más pertinentes de hoy en día probablemente seguirán siendo fundamentales: la creatividad, la persuasión, la colaboración, la adaptabilidad y la inteligencia emocional tienen un largo recorrido. Estas poderosas habilidades, junto con la curiosidad, te posicionan como un profesional deseable incluso cuando la IA y los robots ganen capacidad y sofisticación.

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