Me llegan noticias desde dentro del Barça de la absoluta austeridad económica que se ha impuesto la nueva directiva. No es una pose para la galería, es lucha por la supervivencia. El giro copernicano iniciado por la nueva junta directiva contrasta con una mala gestión económica de los anteriores inquilinos del puente de mando culé. Los suntuosos gastos en catering sólo son la punta del iceberg.

En verdad, el crash del fútbol (profesional) ya está aquí. Si no se es más explícito es porque no se quiere crear alarma social, pero en realidad vivimos los últimos coletazos del modelo. La televisión, increíble cuerno de la abundancia durante años, no puede seguir creciendo indefinidamente. Al contrario. Ni de las teles privadas y mucho menos de las televisiones públicas, cuyos déficits seguimos sufragando de nuestro bolsillo. Tampoco los patrocinios públicos, directos o indirectos, se salvan. Son otro escándalo imposible de sostener con unas arcas públicas en quiebra técnica.

Los ingresos de los socios difícilmente pueden soportar la inflación desbocada de los fichajes. Una inflación interesada, seamos claros, por una tupida red de intereses. Estoy seguro que esto no sucederá en la era Rosell, y si sucediera, prometo ser el primero en denunciarlo.

Soplan vientos de cambio en la industria del fútbol. La eternamente aplazada profesionalización, tiene que imponerse a la manga ancha, a la obscenidad de los fichajes o al peligroso nepotismo que han sufrido muchas entidades. No es de recibo que los éxitos deportivos se dilapiden en lo económico.

La excelencia en lo deportivo tiene que traspasarse en la gestión. Los cracks no sólo tienen que estar en el césped, también tienen que estar en los despachos. Son imprescindibles para explorar y explotar nuevas vías de negocio. No hay alternativa si se quiere aspirar a mantener el éxito en lo deportivo.

Acabo de leer un artículo referente a la sostenibilidad económica del fútbol. Es claro,
los clubes de fútbol no deberían poder fichar tanto mientras deben 623 millones al Estado”, desde luego que no. En el artículo se “aboga por imitar a la NBA y establecer topes salariales y de gasto en fichajes, en función del presupuesto». «Difícilmente van a adquirir el equilibrio presupuestario si no introducen mecanismos de racionalidad en el gasto. Actualmente, el 85% de los dispendios de los clubes se va a las fichas y las primas de los jugadores», resalta. Cabe recordar que, al finalizar la temporada 2008-2009, la deuda de los clubes de Primera División ascendía a 3.526 millones de euros”.

Hay que poner en cintura al fútbol, limitarlo y empezar a desinflar la burbuja. O que no cuenten con mi dinero.

PD. Afortunadamente empieza a imponerse el sentido común…»El Congreso aprueba poner límites a los fichajes del fútbol»

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