Podría parecer un contrasentido pero no lo es. No hacen falta muchos estudios para saber que cada vez hay más usuarios en Internet que consumen video online (Magid Media Futures ™ 2010: Online Video). Este crecimiento no ha venido acompañado por una consolidación de la industria que lo hace posible. De hecho salvo los grandes sitios web de video (Youtube con una 43% de los videos vistos, Dailymotion,…) y las televisiones tradicionales, no son muchos los que destacan a nivel internacional. Sólo Hulu rompe con ese desierto con un 3,2% de los videos vistos.
A nivel local realmente sólo las televisiones ocupan lentamente ese espacio. Algunas con destreza y marcando tendencia –como siempre- TV3. La inmensa mayoría, agazapados. Unos explotando la gallina de los huevos de oro de la publicidad televisiva, otros simplemente quemando las naves de la financiación pública.
Sorprende que ante esa falta de agregación, haya tantos cientos (o miles) de productoras, amateurs o profesionales, huérfanas de plataformas viables sobre las que construir su negocio. Porque ya sabemos que las teles sólo van a comprar una proporción ínfima de esa producción. Y además, lo seguirán comprando a los amiguetes de siempre y –la gran novedad- a unos costes infinitamente inferiores de lo que lo estaban haciendo hasta la fecha.
La paradoja es clara. Nunca se ha consumido tanto video, pero nunca ha sido más complejo ser relevante para las productoras. Sus perspectivas de futuro no son muy halagüeñas. Vivir de la venta de servicios audiovisuales sólo es posible con una escala razonable. A nivel micro, para tapar agujeros y maquillar la cuenta de resultados. Poco más. Es un negocio en claro proceso de comoditización, donde los grandes clientes exprimen un poco más el escandallo en cada contrato y donde la evolución tecnológica ridiculiza la industria a pasos agigantados. Donde antes había que mandar una costosa unidad móvil, hoy funciona con un operario con mochila y teléfono móvil.
En la era de democratización y la desintermediación faltan nuevas figuras en el mercado. Operadores que ordenen, agreguen y acerquen al usuario una oferta de entretenimiento… y transformen esa actividad en negocio. Ese rol es difícil de jugar desde una productora. O por el tamaño o por los egos. O por ambas cuestiones. No me referiré a la experiencia de nikodemo.tv. Es difícil focalizar en una plataforma cuando estás más pendiente de dar de dar de comer a un montón de bocas que producen contenidos. O lo uno o lo otro. Tampoco es más fácil la gestión del talento… y de los egos. Y yo que pensaba que lo más complejo era gestionar los egos de los creativos publicitarios, finalmente tengo que rectificar. El mundo de la producción audiovisual es más complejo y delicado. Una reflexión que me lleva inmediatamente a pensar que si ya es difícil convivir con un gallo, poner a dos en el mismo gallinero, todavía más. Tres supongo que pocos lo habrán intentado.
Pero de la misma forma que hay que encontrar nuevas vías de financiación de los proyectos audiovisuales, también es necesario evolucionar el rol de la agregación del contenido, con sentido, con afinidad y con las capas de personalización oportunas. Donde la propuesta de valor hay que construirla a partir de la marca y su comunidad de seguidores. Con un terreno de juego en el que lo importante es saber explotar la relación entre las marcas, las plataformas de distribución (en sus múltiples modalidades y combinaciones) y el consumidor. Y ese nuevo rol en la “nueva” industria de audiovisual sólo es posible desde la especialización, el tamaño adecuado y la cintura necesaria. Espero que OneMojito tenga ahí su oportunidad.