No merece la pena tener un blog sino sirve para compartir y debatir reflexiones, que aunque todavía aparezcan borrosas, me producen un extraño hormigueo de estómago los últimos meses. Así que me arriesgaré, sin florituras y al grano.

La primera revolución trajo Internet. La segunda, la actual, nos está medio sumergiendo en los social media (o era 2.0). La tercera, como me comentaba un ex colega y amigo, ya estaría en marcha. Se trata de la revolución de los ‘media’. ¿Sorpresa?

Cada una de estas sucesivas revoluciones se caracterizan por muchas cosas, que no voy a detallar ahora, también por solaparse y mezclarse con la anterior. No hay corte claro ni drástico, sino una convivencia que puede durar años en un perfecto abanico de tonos, del blanco al negro, con infinidad de tonos de grises.

¿Cuáles son estas poderosas palancas cuya actuación casualmente sincronizada, estarían produciendo el gigantesco –y quizás imperceptible- movimiento tectónico?

  • Daremos por bueno que los niveles de penetración de uso de Internet alcanzan niveles máximos.


  • Asistimos al caos en la tele clásica: fragmentación de la audiencia con la aparición de TDT, problemas de credibilidad de sus sistemas de medición, modelo de producción audiovisual obsoleto (hay que rebajar urgentemente los costes), modelo de negocio difícil de sostener según las viejas normas,…


  • Poderoso auge del consumo audiovisual (no-broadcast), consumo on demand del video, disfrutamos de más ancho de banda con margen de mejora y estamos asistiendo a una próxima democratización de dispositivos que facilitan un consumo de medios en modo distinto (p.e. un video online que se disfruta en el televisor).


  • Deslocalización del consumo de los media: la imparable fuerza del “lo consumo cuando quiero” tendrá un acelerador llamado (re)nacimiento del tablet, con probables consecuencias:
    • un absoluto “always-on” para los geeks
    • el equivalente “efecto wii” en los adultos
    • Y un montón de poderosos argumentos que combinados pueden provocar efectos “colaterales” importantes e insospechados: geolocalización de la experiencia, portabilidad de las redes sociales, tiempo real, personalización, realidad aumentada,…


  • El inmenso potencial del contenido generado por el usuario. Su progresión geométrica acaba produciendo una competición heterogénea que pugna por captar la atención de la misma audiencia que los medios “tradicionales”. Ni el fenómeno blogging, ni el de video generado por usuario, son hechos anecdóticos.


  • Y por supuesto una tendencia imparable es el mashup de contenidos, aplicaciones y dispositivos, que provoca involuntariamente una metamorfosis en los medios. Se está conformando un sorprendente cocktail explosivo e imprevisible. Mezcla bien: radio, twitter, televisión, redes sociales, móvil, video online, etc… agítese con intensidad durante largo rato. A ver qué sucede.


  • A todo esto la crisis y transformación de la inversión publicitaria, ya no sabemos si es causa o efecto, pero ahí está. Modificando para siempre la estructura de costes de las empresas editoras y agregadoras. Las agencias, tanto creativas como de medios, se están poniendo las pilas, desdibujando otra vez, la frontera entre disciplinas y técnicas. Ni las etiquetas ‘de toda la vida’ sobrevivirán.


  • Jamás -repito jamás- había visto tan asustadas a las productoras audiovisuales, ni a las grandes compañías de servicios audiovisuales. No es coyuntural, es estructural. Su “antiguo” negocio se está desvaneciendo. No de forma abrupta, pero muy rápidamente.


  • Las teles públicas están haciendo aguas, obligadas a una reconversión industrial permanentemente aplazada. Allá ellas. Las teles privadas aguardan “tranquilamente” que lo que tenga que ser, será. Aunque de entrada, deberán acostumbrarse a ganar menos ¿aguantarán?


  • ¿Y sobre la piratería, copyright, etc.? Discúlpame, pero no hay tema. Todo lo digital es susceptible de ser reproducido cuando y donde el usuario le dé la gana. “Si no me quieren vender sus DVDs es su problema, no mi problema”. Por tanto, el que quiera hacer negocio deberá ser aceptando las reglas de los usuarios del siglo XXI, no hay que darle más vueltas.


Quizás lo más interesante es que el nuevo escenario presiona salvajemente los ‘media’ existentes y re-equilibra las fuerzas. Se da entrada a nuevos e importantes actores, muchos de los cuales los tenemos entre nosotros, quizás incluso bajo una apariencia inofensiva del que ni tan siquiera se imagina ser el protagonista de la tercera revolución.

Los proyectos multiplataforma, crossmedia y transmedia empezarán a surgir con fuerza. No es una llamada a la fiebre del oro, sólo es un nuevo escenario forzado por los propios usuarios. Justo el terreno de juego en el que confluirán los supervivientes de la era anterior y los outsiders.

No hay burbuja. Creo que nadie con el mínimo sentido común se metería ahora en el negocio de contenidos y media, para especular. No es un negocio que se pueda construir en cuatro noches…

Los sistemas de medición serán otro punto delicado y la inversión publicitaria recelará al principio, pero no le quedará más remedio que seguir a los consumidores allí donde estén. Los conceptos de difusión, audiencia e influencia, también se están reescribiendo.

La historia se repite. Ha empezado el futuro. La tercera revolución, la de los ‘media’, ya está ocurriendo…

Espero que disculpes mi provocación… pero tú ¿qué opinas?

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