“Los especialistas lo comparan con un meteorito devastador. Se refieren a la fragmentación de la audiencias a causa de la aparición de nuevos canales – la Sexta y Cuatro-, a la proliferación de redes (internet, cable, TDT, telefonía) y a los cambios de consumo de televisión, especialmente entre la gente joven”.
Lo cierto es que hasta hace relativamente poco -en 2006- los programas que no superaban el 25% de cuota de pantalla se retiraban. Hoy se pueden contar con los dedos de las manos los espacios que alcanzan este porcentaje. Sólo los grandes eventos deportivos emergen con fuerza y mantienen su hegemonía, pudiendo alcanzar cuotas del 50%.
Por eso sorprende algo menos las astronómicas cifras que pueden llegar a pagarse por los derechos para una retransmisión deportiva. Aunque luego, falta saber cuantos anunciantes hay que convencer para sufragar semejante dispendio.
El problema (o la bendita amenaza!) es que el pronóstico de la fragmentación amenaza con “empeorar” y profundizar sus efectos. A la fiesta sólo falta el video online. O mejor dicho, que aparezca el dispositivo que transforme ese contenido en una experiencia televisiva que facilite -por fin- el acceso al contenido ilimitado de la red.
Como cuenta Enguix, para las grandes cadenas (TVE, Telecinco o Antena 3) se considera que el umbral por el que un espacio o programa puede permanecer en pantalla se sitúa por encima del 16% o el 17%. Asimismo, el umbral de fracaso para estas televisiones también ha variado radicalmente: en el 2006 se retiraba un programa que estuviera por debajo del 22%; ahora hay que caer por debajo del 13% o 12% para desaparecer.
Apunta Enguix que “Para Cuatro y la Sexta, un programa que aglutine en torno al 13% de cuota de pantalla en su franja horaria es todo un éxito; y por debajo del 8% peligra su existencia. Es probable que, en un futuro no muy lejano, alcanzar un share del 10% sea toda una proeza”.
La caída de meteoritos arrecia. No debe ser tarea fácil para los directores de programación de las grandes cadenas. Audiencias cayendo, unos costes imposibles, sin dinero para comprar producción y las “nuevas ventanas” laminando progresivamente su poder y haciéndose cada vez más importantes.
Me decía un importante directivo de una cadena de televisión “que cada vez importa menos la ventana, la señal, lo que importa es la marca”. Guuaauu. Las consecuencias para los productores de contenido audiovisual son una incógnita, pero para los agregadores tradicionales no hay duda. Aunque lo disimulen, la procesión va por dentro.
Bueno, la realidad es que personalmente he llegado “tarde” al negocio audiovisual tradicional. Antes te pagaban por los derechos de emisión o incluso te adelantaban dinero para co-producir. Ahora si quieres ver tus producciones en la caja tonta, como ya hacen algunos productores importantes, hay que regalar las series a las teles, para asegurarse su emisión… y rentabilizar vía licensing.
Apasionante. Aunque como me sugería un amigo, experto en la industria audiovisual, si quieres asegurarte su emisión… pronto habrá que pagar para que te coloquen en la parrilla de programción ¿de dónde se supone que saldrá el dinero? De la explotación publicitaria y del licensing.
Una industria audiovisual en plena metamorfosis. Algunos sostienen que no cambiará tanto, pero yo creo que no volverá a ser la misma. Lo que es realmente cierto, es que nadie tiene ni idea de qué sucederá. Todo son especulaciones.
Tengo claro que los que llegamos ahora, tendremos que espabilarnos a buscar los brotes verdes. No es un lamento, es una oportunidad.
Sólo hay algo peor a llegar después de los meteoritos, es ser un dinosaurio. La revolución ya ha empezado, pronto en tu pantalla.
Un efecto curioso.
Por un lado, si antes los de la parrilla de programación te pagaban por incluir tu producción, y ahora lo tienes que regalar (y sacar los ingresos del licensing),… sugiere que el valor de "ser publicado en la tele" es cada vez más alto.
Por otro lado, como bien apuntas, la fragmentación de audiencias, los nuevos canales y los cambios de consumo restan valor a esto de "ser publicado en la tele".
Aparente contradicción que quizá se explica porque "de alguna forma se esté subvencionando" a un medio, la tele, que ahora está en una crisis de adaptación a la nueva realidad, pero que es imprescindible que la supere porque, en el fondo, sigue siendo el único medio que te garantiza un impacto real en la mente del consumidor.
Yo percibo que mis hijos, que están en esta edad que sólo ven youtube (y es cierto que nunca les veo delante de la tele), resulta que también están al día de los anuncios más reconocibles.
Es un fenómeno que se retroalimenta. Por distintos motivos personales mis hábitos de ver la tele han cambiado estos dos últimos años hasta el punto de que prácticamente no veo la tele en abierto (alguna vez el telenotícies cada mil años), sólo dos o tres canales de Digital+ de los que soy asíduo. Eso me ha permitido ver el contraste de estos años, pues al haber hecho recientemente de nuevo un poco de zapping por las generalistas después de mi apagón personal, me encontrado con una televisión de una factura más cutre aún que antes, con una publicidad también más cutre (de estilo tele local), hiperpoblada de formatos publicitarios aburridos e intragables como los "Crono", que simulan un minidocumental que no es más que un publireportaje sin gracia ni contenido real. La revisitación de la tele en abierto después de tanto tiempo sin mirarla me sorprendió, realmente me dió la impresión de estar contemplando un medio en seria decadencia, más bien agonizante. Por otra parte, la retroalimentación y la progresión geométrica de la decadencia parece lógica. Si las audiencias están cada vez más fragmentadas y los presupuestos son por ello cada vez más bajos, es lógico que la calidad haga lo mismo, al menos en un entorno generalista que apenas contempla la segmentación y la especialización. Eso y políticas publicitarias desesperadas y suicidas cierran el círculo descendente, "desfidelizando" y espantando aún más a la audiencia del medio, reduciéndose aún más así los ingresos, con ellos otra vez los presupuestos, y así hasta no sé dónde. Es realmente interesante. "The end of the TV as we knew it"
Y lo mejor de todo es el suicidio de la TDT. Obligas a tus usuarios a invertir en algo para obtener lo mismo, haciendo amigos.
Albert muy interesante lo que comentas.
A lo mejor habría que buscar sistemas parametrizables por los usuarios que les permitieran programarse ellos mismos los contenidos que quieren ver cuando quieran.
Bueno, pues después de dos años hablando de esto, parece que ahora el tema va en serio. Sinceramente, creo que el desconcierto se produce por la crisis de atención y las falsas mediciones que alimentan el sistema. Todo se gobierna por un sistema aceptado por todos (es decir, paga sus sueldos) basado en unas métricas que generan un lenguaje técnico que se supone que permite controlar o intervenir en la experiencia del usuario: grp's, frecuencias y bla. bla. Al final, el usuario enciende la tele que es como un ruido universal y su atención está en cualquier otro lado. Las personas más complejas, tampoco tan pocas, se comporaten como en el relato de Alex: "mi no entender".
El sistema tiene que resquebrajarse en un punto obvio: ¿cuánto le cuesta a nikodemo producir una hora de Cálico? ¿Cuál es el coste medio de una hora de televisión convencional sin incluir coste indirecto? Observemos que una hora de Balzac es más barata que una hora de La 2… por eso el sistema soportará caídas de audiencia por debajo del diez y del ocho como algo normal.
Pero existirán los grandes contenidos que son, a la vez, enormes multiplatforma. ¿O nadie se ha dado cuenta de qué va algo como lo de Cristiano Ronaldo y Kaká? Construir marcas para que se hable de ellas, te las esponsoricen, cobres derechos y licencias. Conseguir la difusión es lo realmente caro y difícil, en la tele de antes, para el que pasaba el filtro, estaba chupado: no había opción. Ahora, todos tenemos una opción.
En USA ya es legal el nPVR: la tele convencional lineal basada en interrupción tiene sus días contados como modelo de negocio básico.
@Pau,
Me gusta la definición de @Gonzalo de la tele como "ruido universal". Ciertamente sigue siendo, porque culturalmente es lo que hemos mamado unas cuantas generaciones de consumidores…
Pero está claro que hay una parte que no cuadra y se resquebraja, son los economics del sistema. Esa parte de la ecuación basada en la "gran mentira" de sus sistemas de medición, asumidos durante décadas como auténtico mantra.
Lo que sucederá ahora será la revelación divina que con la proliferación de canales no se puede justificar determinados números y -por supuesto- determinadas tarifas publicitarias.
Diría que por primera empezaremos a ver una lucha directa de soportes publicitarios de diversa naturaleza….
y desde luego las marcas tendrán que buscar el mix más adecuado que les permita conectar con su público….
Pero sí, todavía sigue vigente ese "glamour" asociado a la TV ¿A qué precio? …es la pregunta
¿Hasta cuando durará? quizás lo que tarde la tv en internetizarse e internet en audiovisualizarse. Entonces, será difícil distinguir donde empieza una cosa y acaba la otra
@AlexS.
Lo que pasa es que actitudes como la tuya todavía no suman suficiente número según los directivos de las televisiones.
Hace poco uno de estos directivos me hizo un comentario que me dejó de piedra. Vino a decirme algo así como que la TV actual era un ejercicio de equilibrio donde lo importante era saber hasta donde podía estirarse la paciencia del consumidor, ofreciéndole basura, sin que éste cambiara de canal o apagara el televisor…
Desde luego que si ahora se corta el gran grifo publicitario, eso significa que estarán obligados a repensar muy mucho que ofrecer a su "fiel" audiencia…
Estoy contigo que estamos al final de todo una Era.
@Jaime Cuesta,
Todavía es peor. Cuando la gente empieza a digerir lo que es la TDT, va y empiezas a plantear que los que quieran ver "pay per view" en la TDT deberán comprarse… !otra cajita!
Antología del disparate… pero ya se sabe, los favores hay que pagarlos
@Gonzalo,
tanto ha tensado la cuerda que han acabado por mosquear al consumidor.
En cuanto, éste sepa que hay una cajita con la que liberarse de la tiranía broadcast, se acabó.
No falta tanto para que sea mainstream