Una de las experiencias más complicadas para los padres es cambiar de escuela a sus hijos. En nuestro caso es una decisión largamente meditada, madurada y finalmente tomada. Es el inicio, no el final, de un proceso de meses. El primer paso es la compleja aventura de identificar escuela/s, seleccionar las más adecuadas a priori, visitarlas, entrevistarse y realizar (o no) la pre-inscripción…

Ahora mismo estamos en plena elaboración de la short-list. Una especie de benchmark entre ideario, oferta educativa, ubicación, instalaciones y un largo etcétera. Una tarea que requiere dedicación, paciencia y grandes dosis de persuasión dentro y fuera de casa…

Hoy sábado, aprovechando jornada de puertas abierta en dos de las escuelas candidatas, hemos realizado dos largas visitas. La experiencia no ha podido ser más sorprendente, especialmente por el contraste de las dos visitas.

Para no aburrirte te diré que en una te invitaban a participar de su proyecto educativo. En el otro era más bien un “has venido aquí porque has querido”. Una distancia tan grande como la que pueda existir en entorno 2.0 y otra muy 1.0 (¡y gracias!). Los contrastes, de forma, tono, estilo y teatralización han sido tan radicales que os enumero algunos detalles para que juzgue cada cual.

En la “escuela 2.0” tenía repartido por todas las instalaciones, personal educativo pero también estudiantes con distintivos. A la mínima te preguntaban si te podían ayudar, orientar o comentar. Todas las instalaciones abiertas, sin excepciones.

Si se deseaba, la sesión empezaba con una agradable charla con alguna de las tutoras del nivel educativo correspondiente. Sentando a toda la familia alrededor de una mesa y contaba con detalle todas las cuestiones relevantes. Dirigiéndose en agradable conversación, a padres e hijos por igual, con una actitud y sensibilidad de agradecer.

La visita a las instalaciones fue muy positiva. En escuelas tan grandes es relativamente fácil perderse. Para ello tenían repartidos por todas las instalaciones a estudiantes correctamente identificados que te orientaban o te acompañaban. Con un trato exquisito.

Lo mejor estaba por llegar. Visitamos diferentes aulas y laboratorios, charlando amigablemente con los responsables de diferentes áreas. Las conversaciones con las responsables del laboratorio de biología y del aula de música, además de interesantes fueron una delicia, especialmente para nuestros hijos. En tecnología su responsable fue de una amabilidad, realismo y sentido común que daban ganas de quedarse un rato más. Así siguió en el resto de instalaciones.

Personalmente salí de esa “escuela 2.0” con una sonrisa en la cara. Quedaba la segunda escuela… a donde nos hemos dirigido diligentes.

La segunda experiencia no ha tenido el mismo desarrollo. La cualificaría de decepcionante a tenor de las expectativas iniciales. Sin opción a charla particular y bastante desorientados, hemos enfilado hacia el área de ESO. El personal de la “escuela 1.0”, en posición de figurante de cartón piedra, hieráticos, un poco como perdonándote la vida. Paseando por los largos pasillos, en ningún momento se han dirigido a mi hija o a mi hijo. Con una sorprendente actitud pasiva llevando escrito –insisto- en la cara “has sido tú quien quiere venir a esta escuela”.

Nos hemos acabado perdiendo por la escuela. Sin nadie que nos orientara ni comentara nada relevante. ¿Es posible más frialdad?

Todavía es pronto para tomar la decisión definitiva, pero sí que tengo (tenemos) claro que más allá del prestigio del centro, buscamos educar personas -nuestros hijos- en unos valores y comportamientos determinados, con elevada calidad educativa, en un entorno agradable y positivo en el que encajar bien desde el primer momento…

Hemos visitado ambos centros, porque las referencias de personas de confianza eran excelentes. La experiencia de la jornada de puertas abiertas no será definitiva, básicamente porque dependen de los criterios de admisión, tan objetivos como discutibles.

Es evidente que una cosa son los ranking de mejores escuelas (ya tenemos una triste experiencia en eso), otra la información institucional, también los comentarios de nuestra red de relaciones… y luego la experiencia en primera persona.

Por el momento, lo único decidido es que queremos sacar a nuestros hijos del Centre Àgora de Sant Cugat (ahora Grupo Nace desde la desafortunada entrada del capital riesgo). Ahora sólo falta por confirmar si ampliamos la short-list, si Sant Ignasi-Sarrià es menos 1.0 de lo que aparentó en la jornada de puertas abiertas y si Escola Pia – Sarrià es tan 2.0 como parece.

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