Ayer se celebró el cocktail de navidad con los alumnos del Máster en Marketing directo y digital. Antes, tuve la ocasión de charlar largamente con Josep Mª Fábregas, co-Director del programa. Hablábamos de presente, pero especialmente del futuro y de la preparación del programa para el curso 2009-2010.

Con los datos en la mano (evaluaciones de los asistentes), el Máster está consiguiendo un nivel de notable alto-excelente. Las cifras de matriculaciones acompañan y –lo más importante- es la sensación de que cada edición conseguimos subir un peldaño en la mejora de la experiencia del alumno y en la entrega de valor final.

A base de revisar, mejorar e innovar en todos aquellos aspecto sobre los que podemos actuar: la actualización constante del programa, la distribución y los pesos relativos de cada área de conocimiento, el claustro de profesores, los profesionales invitados, las tesinas, los sistemas de evaluación,…

Entre el grupo fundador del programa siempre hemos tenido la aspiración de convertirlo en referencia internacional en marketing directo y digital. Contar con la potente plataforma del Idec-UPF ha supuesto una enorme ventaja. Sin el prestigio y la titulación de esta universidad habría sido muy difícil arrancar.

Pero como siempre, para competir algún día por el top of mind tenemos que tener suficiente visibilidad y reputación. Imprescindibles para convertirnos en un auténtico puente entre el mundo docente/universitario y la industria, la profesión. Algo realmente al alcance de la mano porque prácticamente todo el claustro de profesores son reconocidos empresarios o profesionales en activo.

No obstante, el master tiene que seguir avanzando en tener –dentro del Idec-UPF– un perfil suficientemente diferenciado. Una voz propia, diferente al sonido corporativo y oficial, que tanto cuesta aproximar a la realidad cotidiana.

A menudo es muy sano y esclarecedor revisar las tesis del Cluetrain Manifesto.
En un mundo hiper-conectado, donde cada vez hay menos secretos, necesitamos aligerarnos un poco, y tomarnos menos seriamente. Una afirmación que podría provocar taquicardias a algunos habitantes de las universidades. Hablo en general, pero es que el lenguaje inflado y pomposo que a menudo se utiliza (en la prensa, en conferencias, en folletos) ¿qué tiene que ver con nosotros?

Hablo del fondo, pero muy especialmente de la forma. Usar un lenguaje menos formal y arrogante contribuye a acercarnos a nuestro público. No hablo de magia, me refiero a hablar con una voz humana, capaz de compartir las preocupaciones de nuestra comunidad, basadas en el diálogo, en conversaciones humanas acerca de inquietudes humanas. Nosotros somos y formamos parte de esa comunidad.

Los mercados no quieren conversar con charlatanes y vendedores de feria. Quieren participar en las conversaciones tras la pared de protección institucional. Y como afirman en el Cluetrain Manifiesto “La comunidad del diálogo es el mercado” y “las compañías que no pertenecen a una comunidad de diálogo, morirán”

Esa conversación abierta, sin barreras, es más interesante que la mayoría de las ferias comerciales, bastante más entretenida que un folleto y ciertamente más apegada a la vida real que cualquier web corporativa… Nada más.

Y hoy, en vísperas de la Navidad, momento de reunión familiar, de alegría pero también de introspección, reflexión y buenos propósitos, permíteme un párrafo de Luís Foix (“Valores y conductas”) leído ayer: “Una sociedad más justa, que no igualitaria, en la que los valores del esfuerzo, la honradez, la capacidad inventiva y de producción sean capaces de crear una sociedad más libre, que es la que siempre genera más progreso”.

Feliz Navidad / Bon Nadal

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