Hace un par de días el director de marketing de una empresa de videojuegos declinaba nuestra invitación a anunciarse en www.calicoeletronico.com. No me sorprendió su negativa (sería demasiado aburrido si todo el mundo aceptara a la primera) sino su argumento.

Me explico. El directivo comentaba que en nuestro site habían enlaces a otras páginas web en las que se hace apología de la piratería (que no piratería), que es algo que afecta y daña a su sector, etc.

Evidentemente las empresas son absolutamente libres de anunciarse donde les venga en gana. Ese no es el tema. Pero creo que si las empresas cambiaran el chip y aceptaran las nuevas reglas de negocio, darían más satisfacciones a sus accionistas. Al menos no irían irremediablemente al colapso como ha ocurrido con otras industrias ¿A alguien le suena esta música?

Hay innumerables modelos de ingresos, pero hace falta actitud y aptitud para implantarlos y desarrollarlos. De lo contrario, nunca habrá suficientes sistemas de flotas, de galeones, ni de fortificaciones para protegerse.

En Internet, de la misma forma que nadie tiene la patente de corso, tampoco los reyes absolutistas triunfan. Los tiempos han cambiado, es obvio. Seguramente les gustaría regresar a un entorno idílico, confortable, donde todo el mundo pagara alegre y disciplinadamente sus precios. Pero esto ya no funciona así. Y esos tiempos no volverán.

Cada vez más el negocio de los videojuegos son experiencias de marcas, con historias transmedia que ya no nos sorprende si saltan a múltiples pantallas y entornos. Negocios cuya clave es una intensa relación emocional con su legión de parroquianos… que han situado esta industria en primerísima división (en España ya gana más dinero que el cine y la música juntos).

Entonces ¿por qué persistir en la decadente persecución contra los que te dan de comer? Cuando sabes que no ganarás y –más aún- cuando se ha demostrado que la participación de los consumidores es… el auténtico tesoro (grassroots marketing).

¿Acaso no es preferible buscar y experimentar con rutas o modelos de negocio más abiertos y cercanos a ellos, donde su interacción e involucración multiplica el valor de la franquicia?

Algunos, incomprensiblemente, esperan a que les hundan su última carabela.

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