Es complejo ser objetivo en lo del exceso de lo digital. Amigos, clientes, alumnos, familiares, colegas,… mucha evangelización y dificultad para determinar el uso equilibrado e inteligente ¿La respuesta? En mi caso me la dan los hijos. Con ellos te ves reflejado, entiendes los límites y de los monólogos de “!apaga el ordenador de una vez!” aprendes.

Leyendo en LaVanguardia el artículo de Piergiorgio M. Sandri “Empacho de información”, uno no puede dejar de reflexionar sobre el asunto.

La cuestión es clara. Gracias a la multiplicación de la red y de soportes digitales, la información almacenada o difundida se incrementando en progresión geométrica (se calcula que “el universo digital en el 2011 será 10 veces que el del 2006”).

El “problema” es que somos humanos y nuestro cerebro, capacidad de atención y procesamiento de la información -aunque la ejercitamos a diario- “no evoluciona con la misma rapidez”.

Esta sobredosis de información, según el autor “causa problemas de memoria y confusión”. Saber encontrar donde está límite de cada uno es complicado. Acaso por haberlo experimentado en algunas ocasiones, esa sensación de estar saturado, de ser incapaz de asimilar nada más y de unas necesidades irrefrenables de desconectar todos los dispositivos.

El sentido común aconseja (intentar) gestionar nuestra “dieta digital”. Lógico y necesario. Pero incluso con esta convicción, no impide que nos extrañemos cuando oímos de casos de “enfermos de información” que tienen que ser tratados como si de una enfermedad o –incluso- una adicción se tratara. Reconozco que me suena un poco lejano, más cuando hemos dedicado un montón de energía y tiempo a la alfabetización digital de nuestro entorno o a glosar las bondades de lo digital.

Me ha parecido interesante reproducir literalmente unos claros consejos de Sandri respecto a cómo sobrevivir a este “empacho de información”:

Desconecta: de vez en cuando apaga el móvil, trabaja sin conexión a Internet o cierra el programa de correo electrónico

Focalízate: decide qué es lo que más cuenta en tu vida y aprende a centrarte. Si es necesario, haz (y usa) menos cosas

Selecciona: date de baja de alguna red social o foro que no te aporte nada

Organízate: fíjate franjas horarias: no tienes que estar siempre disponible en el Messenger o en Skype. Los demás tienen que saberlo

Elige un criterio: apúntate a un RSS… para que te ayude a seleccionar información. Recuerda que no estás obligado a leerlo.

Prioriza: cierra los programas o los aparatos que no te sirven. Si estás haciendo una cosa termínala. No es necesario ser multitarea.

Racionaliza: limita el tiempo de uso: cinco frases para un email, cinco minutos en el móvil o un chat, una hora de tele.

La lista aunque puede ser discutible y matizable, es necesaria. Con esa misma devoción que nos aplicamos en la digitalización, no deberíamos olvidar el riesgo que hay de perderse las “otras” cosas buenas de la vida. Creo que en esa lista de “cómo sobrevivir…” hay que añadir un par de recomendaciones, que no por obvias, merece la pena recordar: conservar los amigos “reales”, hacer deporte, la lectura, el contacto con la naturaleza, la vida familiar,…

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