Lamento profundamente empezar el post con semejante título. Pero eso es lo que literalmente me comentaba un empresario de la industria de la publicidad en Internet, cuando le inquiría -mal intencionadamente- sobre si “¿se está enfriando la inversión publicitaria?

Esperaba una respuesta lacónica, contemporizadora, un topicazo. Pero me sorprendió con un “más que enfriarse… se expone a un invierno nuclear”. Glupss.

Y añadió “A la larga esto es bueno para Internet. A corto, pues… hay que estar pertrechados. Nosotros hemos guardado algún dátil para la travesía del desierto

La buena noticia para la industria digital es que según comentaba mi amigo “En Internet hay más miedo a la crisis que crisis, a muy corto plazo el tema está duro pero creo que en diciembre repuntaremos un poco y luego enero y febrero serán muy malos. Para empezar a movernos en marzo… la inversión publicitaria no va a cortarse totalmente y dentro de lo poco que haya la parte proporcional de Internet crecerá mucho, y con ella, el volumen total de inversión en Internet. Eso sí, tocará trabajar más y demostrar más cada cosa…”

Y por si acaso me quedaba alguna duda, se aseguró que me quedara claro con “Los dinosaurios son la TV, la prensa… morirán bajo la nube de polvo que ha levantado el meteorito financiero.”

Siguiendo con “Internet es un mamífero, más pequeño, ágil, instantáneo, de sangre caliente. Al principio pasará hambre pero después ocupará los huecos biológicos que dejan los extintos dinosaurios. Sólo hay que aguantar y posicionarse bien estos próximos meses”.

Me gustaría que mi amigo no tuviera razón, pero todos los hechos coinciden en confirmarlo. Todo el mundo lo ve, salvo los optimistas patológicos, los pasotas profesionales o los que están (o siguen) en Babia.

Por último recomendar el artículo El dinero como mercancía que acabo de leer hace un par de minutos. Es de Josep Piqué (sí, el ex Ministro y ex muchas cosas) que además de hacer su particular acto de contrición en su fe liberal, propone ideas curiosas y tremendamente interesantes para intentar remontar el vuelo. Y no un vuelo gallináceo, sino un despegue de verdad y es que ahora, más que nunca, ¡Toca moverse!

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