Fin de semana completo. Para empezar viernes noche, cena de fin de curso para celebrar el fin de primaria. Casi cuatro horas entre más de setenta personas, intentando mantener conversaciones imposibles sobre cualquier tema. Con unos padres de alumnos, que salvo media docena de excepciones, sólo son conocidos y saludados cuando coincidimos muy de vez en cuando. A la mayoría soy incapaz de relacionar padre/madre con alumno/a.

Afortunadamente la cena fue de pie, por aquello de fomentar el networking (mejor que rollo banquete de boda). Después de tocar casi todos los temas, llegué incluso a hablar de la Eurocopa. Yo, que no he visto todavía ni un solo partido… Apasionante.

Al día siguiente, fútbol. Último partido de la temporada. Otro amistoso. Esta vez con entrenador incluido. Perdimos contra los rivales del mismo club (“nosotros” jugamos en segunda y ellos en primera). Eran los favoritos. Se pronosticaba paliza severa. Perdimos con un 3 a 1, aunque la primera mitad finalizó con un resultado favorable para nosotros.

En la segunda parte se tuvieron que emplear a fondo. Nada especial a reseñar, salvo que el primer gol contrario llegó de penalty inexistente… Y es que el árbitro era el padre de un jugador rival. Sin comentarios.

Hoy domingo tocaba el plato fuerte del fin de semana. Festival de ballet de mi hija. Sin posibilidad de excusarse (es sólo un día al año). De fútbol entiendo poco, de ballet….

La tortura ha durado cerca de dos horas. No había escapatoria. Ni tan siquiera he podido jugar al “bubble breaker” con mi teléfono móvil, era la única forma de mantener pegado a la silla -y quieto- a mi hijo…

La demostración ha sido completa. Especialmente de la profesora, versión ballet del famoso “Sargento de Hierro” interpretado por Clint Eastwood.

Definitivamente hemos cerrado el curso escolar, futbolero y ballet. Estoy psicológicamente agotado. Ahora, hasta septiembre.

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