Era cuestión de tiempo. El cliente se mueve en un entorno multicanal. Hay que interactuar con él cuando éste lo desea y a través del medio que él considera más oportuno.

El fundamentalismo interactivo que bajo el mantra tecnológico tuvo su virtual reinado –nunca mejor dicho- en la era pre y puntocom, ha pasado a mejor vida.

Me temo que en muchos casos no ha sido una conversión ideológica, sólo pura supervivencia.

El mercado –mejor dicho la demanda- es soberana y la tendencia era clara. Grandes e ilustres agencias interactivas, abrieron o están abrazando también el mundo offline.

La realidad es obstinada. Sigue siendo infinitamente más rentable hacer un anuncio en prensa o un catálogo (de papel) que una microsite. Y ya no digamos si comparamos un spot de televisión con un website…

Algunos ya estábamos convencidos hace tiempo. En concreto desde que desaprendimos lo que teníamos que desaprendrer del Internet jurásico. El resto ya es historia. Intentar desarrollar planteamientos crossmedia, integrando disciplinas e incorporando a talento, capaz de interpretar su parte de una única partitura.

Como dice Chan Suh, el mítico fundador y presidente de Agency.com, que llegó a ser la mayor agencia interactiva del mundo… Our clients need all of this, not just digital or analog”.

Será interesante ver cómo resuelven y se adaptan los grupos multinacionales a los nuevos tiempos. Con su imposible cocktail de empresas especializadas. Su exceso de costes de estructura. Herencia de tiempos en los que los dinosaurios publicitarios se hacían de oro en cada campaña. Porque cada vez está más claro lo que quiere el anunciante y lo que está dispuesto a pagar.

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