Hace 5 años recomendaba hacer énfasis en la cultura emprendedora. Hoy el problema sigue siendo el mismo, puesto que se trata de un déficit estructural que tardaremos una generación entera en «solucionarlo». Hay espacio para el optimismo. Confío en la solución cuando veo que esa ‘espíritu emprendedor’ se mueve.

Hay muchas iniciativas, algunas de cartón piedra, otras reales. Se intenta trabajar con el despliegue de iniciativas testadas  a nivel de pruebas pilotos -con excelentes resultados- en escuelas de enseñanza primaria. Escuelas con metodologías que plantean el «emprendedurismo» como un algo transversal. O sea no creando la «asignatura» de emprendedurismo, sino incorporándolo de forma transversal a una gran parte del itinerario/asignaturas: explicando una cuenta de resultados en matemáticas, algunas habilidades emprendedoras clave como la síntesis y exposición en público en lengua o el diseño del logotipo en plástica.

Ahora que una parte de la sociedad empieza a incorporar ‘emprendedurismo’ como algo normal y necesario, seguimos esperando que el gobierno de Rajoy apruebe algún día una «ley para emprendedor@» digna, tenemos otro problema cultural endémico. Éste es casi tan difícil de resolver como el anterior y precisa encontrar soluciones trascendentales: la falta de vocaciones tecnológicas. Un problema a nivel europeo y habitual en países desarrollados.

El sistema educativo no está generando ni el número ni el tipo de técnicos que necesita el tejido empresarial (ni ciclos, ni grados ni posgrados). De hecho muchas facultades de ingeniería se están vaciando y ya no se llenan con nuevas promociones. Algunas incluso han tenido que cerrar.

La situación es peculiar ya que es de las pocas carreras que ‘garantiza’ profesionalización inmediata (aunque sea en las ‘cárnicas‘) pero no se logra cubrir las ofertas de empleo. Conozco de primera mano casos donde el número de ofertas de empleo, duplica al número de alumnos. Situación un tanto surrealista con un paro del 25% y escandalosamente superior en la franja de menores de 30 años.

La situación tiene diferentes razones. Algunos estudios señalan que el sistema debe dotarse de mayor flexibilidad, estar más imbricadas socialmente y más abiertas a la innovación. No ayuda la excesiva atomización de titulaciones de ingeniería y sobre especialización. Es necesario vencer (enormes) rigideces universitarias y reformar los estudios de ingeniería para hacerlos más útiles a la sociedad y motivadores para los estudiantes, etc.

Las soluciones no son evidentes y requieren poner patas arribas un modelo más propio de mediados del siglo pasado. Los expertos dicen que el atractivo de la ingeniería tiene que adecuarse a las tendencias actuales (visión 2010 vs visión 2020).

  • De un perfil predominante masculino a otros equilibrado por género
  • Visión técnica vs visión sistémica global
  • Técnico especialista vs gestor de proyecto, líder
  • Aplicador de tecnología vs creador de tecnología
  • Individual vs equipo interdisciplinar
  • Solucionador de problemas vs emprendedor/intraemprendedor
  • Sesgo teórico vs balance diseño-tecnología
  • Forma parte del back-office vs tiene presencia social

La necesidad de tener más ingenier@s no es capricho. Tanto en sectores industriales nuevos, como en los maduros, se precisa técnicos polivalentes con alta capacidad de innovación y/o capacidad de incorporación de nuevas tecnologías. Y se necesitan cuanto antes.

Ha habido muchos intentos y ninguno ha acabado de funcionar. En cualquier caso parece que la estrategia pasa por  propuestas atractivas que fomenten las vocaciones tecnológicas entre un público escurridizo a una temprana edad (a partir de 10 años o menos) y hacer una apuesta a largo plazo (5-7 años) para empezar a recoger sus frutos en forma de bachilleratos científicos y tecnológicos. Aunque en ese plazo de tiempo seguro que el ministerio del ramo habrá cambiado un par de veces de modelo educativo.

Por aquel entonces quizás ya se habrá aprobado la «ley de emprendedor@s», puede que por imposición de la Sra.Merkel, después de que los recortes y las amnistías fiscales a defraudadores hayan demostrado su ineficacia. De momento parece que son más rentables los debates ideológicos y la educación como arma de adoctrinamiento y destrucción masiva, antes que asegurarnos de tener los ingenieros e ingenieras que necesitaremos para que nuestra economía funcione. ¿O en algún momento futuro le pediremos a la Sra.Merkel todos nuestros ingenieros expatriados?

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