Si aceptamos que los conceptos ‘estabilidad’ y ‘seguridad’ aplicados al mundo profesional son conceptos anacrónicos o simplemente espejismos, convendrá cambiar la mirada hacia aquel proyecto empresarial al que queremos dedicar nuestro esfuerzo, tiempo y energías, futuras.

Lo pondré más fácil. Imagina que te comunican que solo te quedan un par de años de vida (profesional). ¿Qué harías? Quedarte? Cambiar? Seguir buscando? 

Quizás no estemos en posición de elegir, pero nadie nos podrá quitar la capacidad de activar el modo “en transición”. Se trata de no permanecer más de un minuto del imprescindible en aquella organización que nos consume por dentro y por fuera…. Se trata de subirnos a aquel proyecto que nos entusiasma.

Sea en un sentido u otro, esta es una reflexión que llevo tiempo dándole vueltas y para la que no hay una respuesta única. Por eso, me he inspirado en el “evangelista” por excelencia Guy Kawasaki y en sus mandamientos de la actividad emprendedora. Los he cocinado, y a diferencia de lo que muchos creen, son vigentes y útiles para aplicar a cualquier tipología de organización, sea startup o no.

Mi lista, mezcla de fondo y forma, es:

  1. Sentido. Un proyecto que busca sentido, no (solo) el dinero. Qué tal (intentar)revolucionar un sector? Y un proyecto social?
  2. Mantra. Trabajar con un mantra y no con una misión. No más declaraciones “artificiales”. Solo vale una declaración concisa de lo que quieres representar para tu cliente
  3. Línea recta. En camino, cuanto más recto lo hagamos, mejor. Ya sabes, mejor pedir perdón que permiso.
  4. Nicho. Querer ser ‘El Corte Inglés’ no es una buena idea. Escoge un nicho y explótalo. Son los territorios de más valor añadido, donde suele haber más margen, y donde se hace historia.
  5. Cliente. Aquella organización a la que el cliente no solo se le vende y se le cobra, también se le escucha e implica.
  6. Dime con quién trabajas ¿Con quien compartes proyecto?
    • Si el equipo de dirección tiene coche de empresa, no vayas.
    • Si no hay profesionales de diferentes nacionalidades, no vayas.
    • Si los perfiles son demasiado homogéneos, sospecha
    • Si hay directivos (no accionistas) que llevan más de diez años en la empresa, pregúntate porqué. ¿Encadenando éxitos? O escondiendo su mediocridad?
  7. Ser comando. Mejor pertenecer a un comando, que a un ejército. Los nuevos proyectos se conquistan con poco equipo, equipaje y parafernalia. La flexibilidad, rapidez, se consiguen con equipos reducidos y altamente cualificados. Si los implicados no se juegan su dinero, es como jugar al Monopoly.
  8. El mejor test es el mercado. Aquellas organizaciones en las que prevalece tener el feedback del nuevo producto y menos la obsesión en perfeccionar por perfeccionar
  9. ¿Comités? Si oyes la palabra comité, preocúpate. Si hay más de dos, tú veras…
  10. ¿Innovas o planificas? Una organización en la que no impidan brotar las flores: no sabemos dónde va a surgir una flor, así que simplemente debemos permitir que brote. Las innovaciones pueden atraer a clientes inesperados e imprevistos.
  11. La importancia del entorno:
    • Cuantos más despachos peor.
    • Si la decoración tiene diez años, desconfía. Si tiene aspecto de oficina de correos, escápate.
  12. Ideas potentes. Si para explicarte el proyecto necesitan más de cinco minutos, mal. Y si encima se esconde detrás de un powerpoint, huye.
  13. Marca. La marca es un activo fundamental, motivo de orgullo de cualquier proyecto. Sospecha de la apatía por comunicar y explicar lo que hace. Tanto como de la indiferencia o de la indecisión hacia ella.

Y tú ¿qué añadirías?

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