El anuncio que Telefónica quiere recortar el 20% de su plantilla en España ha generado polémica. La bajada de su negocio en España es una buena razón para aligerar parte de los costes que representa una plantilla –sólo en España- de 32.000 empleados, de los que unos 28.000 trabajan en la división de telefonía fija, de donde saldrán gran parte de los 5.600 empleos recortados.

Paralelamente, Telefónica va a proponer a su Junta General de Accionistas aprobar un plan de incentivos para su personal directivo, incluidos sus tres principales ejecutivos, por importe de 450 millones de euros. Este plan, ligado a la evolución de la cotización de Telefónica y el resto de las grandes telecos del mundo, beneficiaría a unos 1.900 directivos

Reducir los costes de estructura me parece lícito. Intentar mantener el nivel de beneficios, cuando el margen baja, también. O motivar a los directivos para que alcancen los objetivos. Éstas son prácticas habituales en empresas que quieren sobrevivir. Otra cosa es luego cómo lo encajas a nivel comunicacional, responsabilidad social corporativa, etc.

Personalmente lo lamento por ZP. Aún recuerdo su último encuentro con los treinta responsables de las grandes empresas de este país “para buscar soluciones para remontar la crisis” y se hablaba de “crear empleo”. Seguramente, César Alierta no oyó esa petición.

Por lo demás, las reacciones no me han sorprendido. Están al nivel que nos merecemos. Empezando por las declaraciones populistas del vicepresidente primero del Gobierno y ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, afirmado un «no estoy de acuerdo. Más claro no se puede ser«.

El ruido generado en la Red, un vez pasado los primeros minutos de impacto, me ha sonado al típico idealismo y buenrollismo. Actitudes airadas, como si cayeran de un guindo, intentando inflamar con proclamas de boicot “que los clientes de la compañía se den de baja y vayan a otro operador”. Ruido en la Red. Telefónica consiguió ser trending topic, unos hastags para la ocasión (#portabilidadmasivaaotracompañía o #estepaissehunde) y los típicos RT a tuits bordados para la ocasión. Sería interesante saber cuántos clientes ha perdido o va a perder Movistar por este episodio…

Me temo que en general la sociedad sigue sin entender de qué va esto. ¿Acaso creen que hay algún operador de telecomunicaciones del mercado español que no haya ajustado sus plantillas, con ERE o sin, con beneficios o sin ellos?

Las empresas tienen unos accionistas que quieren grandes beneficios y un dividendo generoso que llevarse al bolsillo. No confundamos Responsabilidad Social Corporativa, con renunciar alegremente a beneficios. Telefónica no es una telco social, pero tampoco es Lehman Brothers. Es una multinacional que el pasado ejercicio ganó más de 10.000 de euros de forma legal.

Este ruido social me suena extrañamente parecido a la letanía por los recortes en la sanidad pública catalana, antesala del tijerazo que habrá en todas las AAPP una vez se supere la cita electoral del 22 de mayo.

Esto no es una crisis, es un cambio histórico. Nadie está al margen. Incluso el propio Intermón Oxfam tuvo que hacer un ERE con el 18% de su plantilla hace poco más de un mes. Bajan las donaciones, pero sobretodo retrocede la ayuda oficial.

Es lógico que la gente considere el recorte de Telefónica o los recortes de la sanidad pública, como injustos. Incluso que se hable de “provocación” o “ataque” a unos derechos adquiridos. Son las consecuencias de un cambio abrupto y acelerado. La mayoría sufre, y sigue engañada respecto a cuando y cómo remontará. El frame todavía es que el estado del bienestar proveerá. Error, es insostenible y empeorará. Nadie quiere poner el cascabel al gato, para no crear “alarma social” o perder elecciones. Pero hay que decirlo alto y claro, el futuro depende del ajuste, sacrificio y esfuerzo (seguir pedaleando) de hoy.

Mientras esto sucede, algunos políticos, tertulianos y demás especímenes, siguen blandiendo un fundamentalismo social anacrónico y equivocado. Esa no es la vía. En todo caso ese es el camino para llevar –irreversiblemente- nuestra economía a la quiebra. Sólo hay que hacer caso a cualquiera de esos personajes sacados del pasado, como el coordinador general de Izquierda Unida, Cayo Lara, que anunció que su partido pedirá en el Congreso de los Diputados que Telefónica, vuelva a manos del Estado. O mejor,  “exprópiese” como diría aquel. Hilarante … y preocupante.

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