Hace unas semanas afirmaba que los proyectos sociales son una parte de la solución habida cuenta de los drásticos recortes de los presupuestos públicos, ponen en evidencia una gran cantidad de proyectos imposibles sin el apoyo del gasto público. La mejora de nuestra situación económica exige un fuerte recorte de gastos. Algo impensable sin un profundo cambio de chip, más allá de priorizar inversión y reducir fuertemente el gasto.

El enorme espacio que deja la falta de recursos públicos, plantea serios interrogantes. ¿Qué sucede con las situaciones de marginalidad, precariedad y pobreza de aquellas personas que no se pueden valer por sí mismas? Debe seguir existiendo una solidaridad personal y social, que sea garante de los derechos y de la dignidad de esas personas.

En este sentido me gusta la propuesta que hace Carlos Losada (‘El recorte del gasto público’), que resumo en:

1) Grupos socialmente prioritarios: centrarse en garantizar los derechos y la dignidad de los más débiles (mayores sin apoyo familiar, personas enfermas sin recursos que viven en la marginalidad, etc.). Hay que ampliar hasta tener los recursos necesarios.

2) Las Administraciones Públicas cambian de rol: las políticas y los servicios deben ser habilitadores, “posibilitadores” de cada persona, familia o grupo social pueda valerse por sí mismo. No confundir inversión social y desarrollo humano, en subsidio que genera actitudes rentistas y dependientes. Políticas públicas para estimular comportamientos sociales deseados, no para adormecer el empuje, la vitalidad de los ciudadanos, inhibiendo sus capacidades y responsabilidades. Ello significaría el fin de la gratuidad total y para los que pueden, el copago de la acción pública.

3) Revisar la “oferta de servicios” que no se ajusten a los dos parámetros anteriores, incluid como dice Josep Martí Font (‘Capitalismo en evolución’), recortando el gasto público en aquellas entidades ajenas a los servicios públicos básicos y que están incluidas en los presupuestos del Estado, las Autonomías o de los ayuntamientos, por motivos ajenos al interés general (extrañas fundaciones, sorprendentes empresas públicas, etc.)

4) Luchar contra el abuso del Estado del bienestar, especialmente de las corruptelas individuales y colectivas. Que demasiado a menudo está ligado al punto anterior…

Personalmente añadiría algún apartado más.

5) Las Empresas Sociales como cambio de chip social y empresarial: El enorme espacio que deja la falta de recursos públicos, sólo puede ser cubierto por la iniciativa privada. Y no me refiero a iniciativas sin ánimo de lucro. Ni tan siquiera a modelos híbridos. Me refiero al modelo de empresas sociales con ánimo de lucro.

Quizás pueda parecer una incoherencia hablar de estrategia social cuando una gran cantidad de empresas luchan por supervivencia. Ese es el error de planteamiento. La enorme corriente del Social Business, no aboga por la caridad y el proselitismo, o una especie de Responsalibilidad Corporativa vitaminada.

Muhammad Yunnus lo deja muy claro: “es la equivocada interpretación de la naturaleza humana. En la interpretación vigente del capitalismo, los seres humanos dedicados a los negocios aparecen retratados como seres unidimensionales cuya única misión es maximizar sus beneficios. O sea los seres humanos persiguiendo un único objetivo: el económico.

Yunnus dice que esta es una visión muy distorsionada del ser humano. No somos robots de fabricar dinero, somos seres multidimensionales, nuestra felicidad procede muchas fuentes, no sólo de la capacidad de hacer dinero. Un visión que niega cualquier importancia a otros aspectos de la vida: políticos, sociales, emocionales, medioambientales, espirituales,…

La necesidad de dos tipos de negocio: uno para la obtención de un beneficio personal, otro dedicado a ayuda a los demás.

No es necesario transformar las empresas en ONGs, pero están surgiendo empresas que han evolucionado y representan un modelo de empresa innovador. Deberíamos fomentar la idea de crear empresas para ayudar a resolver algún problema social y no exclusivamente para maximizar beneficios. Aunque no hay que engañar a nadie, porque para cumplir con su propósito social tienen que ser económicamente viables, sin obligación ni dependencia de subvención alguna.

PD. Hay dos lecturas recomendadas: ‘Las Empresas Socialesde Muhammad Yunus, y también ‘Capitalismo 2.0’ de Patricia Sáez y Luis Pareras.

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