Elucubrar es libre y también gratis. Si lo hacen los gurús, también podemos especular los mortales. Desde hace muchos meses que he ido manteniendo conversaciones, más o menos informales, con otros profesionales, acerca del futuro del ‘social media’. Este post es el resumen de la ideas al respecto.

Desde luego no pronostico la “muerte” del social media. Al contrario. Creo que la web social será omnipresente y que aparecerán nuevas aplicaciones que aprovecharán todo el comportamiento humano (compartir la sesión de running, la serie de TV que estoy viendo, las compras u ofertas,…). Por tanto, podríamos establecer que en breve sólo será posible que una estrategia digital sea eficaz, si en realidad se trata de una estrategia social. La estrategia digital, será social o no será.

A pesar de esta omnipresencia ‘social’, esto evoluciona. Mi hipótesis es que los social media perderán un gran carga de ‘media’. Probablemente haya diversas razones que provoquen esa evolución. Miedo a perder la privacidad, la excesiva mercantilización de las relaciones, la saturación del tiempo real, la falta de diferenciación, etc. todo ello hace que una inmensa mayoría de los esfuerzos “promocionales” actuales en social media se convierten en ruido de fondo que pasa habitualmente inadvertido.

Observo la necesidad de un progresivo desplazamiento del eje, de la ‘aplicación’ a la ‘persona’. En cierta forma es un regreso a los orígenes, poner a la ‘persona’ en el centro de todo es normal y lógico. Las personas son el objetivo y el medio para mantener conversaciones y construir relaciones, todo a la vez.

La explosión de aplicaciones sociales generará una gran fragmentación y el universo de puntos de contacto será muy complejo de gestionar por las organizaciones. La superposición de aplicaciones, un mercado inundado de ‘me too’ y su enlazamiento sistemático en numerosas capas, corre el riesgo de generar un colapso a las organizaciones/empresas bajo un ruido ensordecedor. Esto generará miedo y que muchas organizaciones tengan la falsa creencia que si no se meten en social media, se ahorrarán disgustos. Están equivocados. Quien decide si una marca está o no en los social media, no es el brand manager, es el cliente. Por tanto, no hay escapatoria posible.

El impacto más notable es que la exigencia de las organizaciones crece. La coherencia entre lo que se cuenta y lo que se es, deberá ser absoluta. El efecto boomerang amenaza con ser devastador. Eso elevará el listón. Los social media ya empiezan a ser un preocupación de la dirección de la empresa. La ‘actitud social’ se hace corporativa, transformando el ADN de las organizaciones. Será impensable ser activo y estratégico en lo digital, si antes no te has alineado internamente y demuestras máxima coherencia, empezando por la propia dirección.

Cambian las formas pero también el contenido. Del ‘social media’ al ‘social business’. El Social media reconvertido en una actitud y aptitud corporativa, que animado por un movimiento de placas tectónicas post-crisis, apunta una tendencia hacia posiciones más éticas, próximas al social business que pueden (y deben) transformar los cimientos de las propias organizaciones. Se deberá circular por la misma vía que la responsabilidad social corporativa (RSC), también llamada responsabilidad social empresarial (RSE). Quizás no vaya tan lejos como el ideario propuesto por Muhammad Yunus en el World Economic Forum en Davos’2009, pero el panorama corporativo ya está cambiando hacia “la contribución activa y voluntaria al mejoramiento social económico y ambiental por parte de las empresas. Generalmente con el objetivo de mejorar su situación competitiva y valorativa y su valor añadido”. La tendencia es que se agudiza y que las estrategias sociales, convergen.

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