Aunque a veces no lo parezca ni soy usuario de Mac, ni soy forofo del Barça (no sigo los partidos ni cuando los dan por la tele). Pero esto no quita que sí sea cliente de Apple (tengo un iPod y compro música en iTunes) y sí me alegro cuando gana al Barça, aunque aborrezca esa Barça-adicción permanente.

Steve Jobs y Pep Guardiola. Dos personajes que a priori nada tienen que ver. Parece improbable que Steve Jobs le guste el soccer y más que sea seguidor del Barça. Y no tengo ni idea si Pep Guardiola es un maquero y creyente de Steve Jobs.

Entonces ¿Por qué este post? Porque hace unas pocas horas he terminado de leer
En la cabeza de Steve Jobs”, el libro de Leander Kahney que me mandó la editorial. Una lectura que ha ratificado mi fascinación -por una figura- cuyas propias contradicciones agrandan su leyenda. Además, aunque a principio de temporada no daba un duro por él, Pep Guardiola ha confirmado su doblete del Barça y me entretenido con el artículo de “Pep, símbolo; Pep, mito”. Ya sabes, a veces, surgen conexiones imprevisibles.

¿Cosas en común? Unas cuantas. Les une la inteligencia y la obsesión por su trabajo. El perfeccionismo. “Donde algunos ven un perfeccionismo meticuloso, otros ven la búsqueda de la excelencia”, decía Jobs, añadiendo “es una norma de calidad. Algunas personas no están acostumbradas a un ambiente en donde se espera la excelencia

Personajes forjados bajo unas circunstancias en contra. A Steve Jobs lo despidieron de su primera etapa de Apple. Años más tarde le diagnosticaron un grave cáncer de páncreas. A Pep Guardiola le hicieron una fortísima campaña en contra cuando salió con destino a Italia y luego tuvo que defenderse durante largo años de la acusación de dopaje por nandrolona.

La firmeza. Cuando Jobs tuvo que reestructurar Apple, fue firme. Cuando Pep Guardiola volvió a multar a algunos jugadores, pocas horas después de ganar la Copa del Rey, por llegar unos pocos minutos tarde al entrenamiento, también lo demostró.

Convicción en lo que hacen y ¿amor por el riesgo? Guardiola fue una apuesta de riesgo en un momento de crisis. Una apuesta por un novato que había devuelto el fútbol al maltrecho Barça B. Guardiola, con tan sólo un año de experiencia, se lanzó a la piscina. «Siempre da un paso adelante, es un tipo que está seguro de lo que hace«, dice Guillermo Amor «Afronta los retos con carácter y está preparado intelectualmente«.

Pasión. «¿Quieres vender agua azucarada durante el resto de tu vida o prefieres cambiar el mundo?» preguntó Steve Jobs al entonces, aún presidente de Pepsico, John Sculley, para que aceptara incorporarse a Apple. «No hay secreto: él lo da todo, no se da un respiro. Es un enfermo del fútbol, no sé si se da cuenta de su intensidad. Se implica tanto y hay tanto compromiso por su parte que si no respondes, quedas retratado» dice Xavi Hernández

Su autoexigencia viene de lejos y el estilo también. Steve Jobs es un caso paradigmático. Guardiola también. “Le puede más la rabia por el fallo que la alegría por el premio”. Aún a pesar de eso «Si al final no levantamos nada, esto no tendrá mucho sentido«, expuso Guardiola hace unas semanas. Ganar sí, pero no de cualquier manera. Es un compromiso con una manera de entender el fútbol.

Simplicidad engañosa. Trabajar experiencias, más que los resultados. La atención por los detalles. El equipo de Steve Jobs presta atención a detalles que la mayoría de las compañías, pasan por alto. El diseño es un pequeño gran detalle. Para Steve Jobs el diseño es función, no forma. Para un entusiasta del diseño, los productos de Apple, lo son. Para un amante del buen fútbol, el juego actual del Barça, también. Parece fácil y simple, pero está trabajadísimo.

Trabajo en equipo y un equipo de élite. Aunque a diferencia de Jobs, Pep no es un déspota. Pero ambos saben cómo cuidar al equipo. «Dejó claro que por encima de todas las individualidades está el grupo«, dice Evarist Murtra de Pep Guardiola.

En nuestro negocio ya no lo puede hacer todo una sola persona. Crea un equipo de gente a tu alrededor” (Steve Jobs). A pesar del legendario despotismo de Jobs, éste siempre ha sabido rodearse de colaboradores de primera.

Mente abierta. Steve Jobs escucha, aprende, aporta y delega. Según John Sculley “lo que hace que la metodología de Steve sea diferente a las demás es que él siempre creyó que las decisiones más importantes no radican en qué es lo que hay que hacer sino en qué hay que dejar de hacer

Pero Guardiola no mete los goles, de la misma forma que Jobs no diseña los productos, ni desarrolla el software. Ambos buscan que les cuestionen sus ideas. Jobs no pone a su equipo a trabajar para él, trabaja en equipo. “Es el líder que aporta clarividencia, guía de desarrollo y toma muchas decisiones clave”. Si alguien acaba diseñando el producto, quizás sea un genio, pero no es un líder.

Autócratas. Ambos personajes ejercen un control absoluto sobre lo que sucede alrededor suyo. Jobs ha convertido una gran corporación que mezcla talento, creatividad, tecnología, negocio, marketing y suerte “en una nave rigurosa y disciplinada que cumple con sus plazos de entrega”. Guardiola también lo controla todo, desde la alimentación de sus jugadores hasta sus compromisos publicitarios.

Confía en el proceso. Hay que ensayar y equivocarse, pero establece una fecha límite. Los resultados no se generan por inspiración divina. A esto se le llama trabajo. Jobs no anticipó la revolución de la música digital, luego rectificó y se puso las pilas. El iPod fue gracias al esfuerzo colectivo. Los éxitos deben tener muchos padres. Sólo hay que mirar al Barça actual para corroborarlo.

Hacer equipo y cantera. La gran diferencia entre la cultura de los galácticos y la de Guardiola, es brutal. La gente de casa es la más comprometida, jamás tuvo la cantera tanto y tan buen protagonismo en el Barça. ¿Y Jobs? A diferencia de Hollywood donde los estudios financian ideas e historias, en el Pixar de Jobs se invierten en personas. El centro de la filosofía Pixar -de “invertir en la gente”- se halla la Pixar University, como dice Randy Nelson, su decano, “donde se intenta crear una cultura de aprendizaje, repleta de eternos aprendices”.

Guardiola llegó como apaga-fuegos del incendio institucional del laportismo. “Sin hacer ruido, haciendo del trabajo virtud y de los virtuosos trabajadores, ha colocado al Barça en el cielo futbolístico. Ideas le han sobrado. Modestia, también” La autoridad moral de Pep es tal, que con prácticamente lo mismos jugadores que participaban en el funeral del Barça de Rijkaard, ha metamorfoseado al equipo.

Un poco de locura. En la antología de Jobs figura la frase legendaria de «Stay hungry, stay foolish” (manteneos hambrientos, manteneos alocados). Guardiola también ha demostrado un punto de locura, manteniendo su fidelidad a un estilo de juego cuando el 99% de los entrenadores se habrían arrugado, o convirtiendo en titulares a jugadores que venían de jugar en 3ª división.

Además de talento,…. Hay que tener suerte. Y la suerte es para el que la busca. Ambos han tenido elevadas dosis de fortuna y suerte. Pep Guardiola, no quería a Etoo en el equipo, pero Barça no le encontró destino, ni Guardiola le encontró sustituto. Ahora el camerunés va camino del Pichichi y de la Bota de Oro, y encima profesando pública admiración a su entrenador.

La historia de Jobs da unos cuantos ejemplos. Alguno de ellos bastante peculiares, como el famoso anuncio “1984” y su claim “por qué 1984 no será cómo `1984´”, para muchos considerado como el mejor spot de la historia, creado por la agencia Chiat/Day con motivo del lanzamiento del Mac. Los directores de Apple vieron el anuncio una semana antes de que se emitiera y se horrorizaron. Ordenaron que lo retiraran de la Super Bowl… pero –afortunadamente- la agencia no llegó a tiempo. El éxito posterior, ya es historia.

Post relacionados: