Cada vez es más frecuente la inclusión de publicidad en los juegos, ya sean casual games, juegos de consola o PC, representando una potencial fuente de ingresos para el desarrollador de los mismos.
Según el este artículo de AdAge (“Presence in Console Games Has Little Effect on Purchase”), la publicidad no es mal recibida por el usuario, siempre y cuando tengan algún sentido, estén bien contextualizados y no estorben la dinámica del juego. De hecho, los usuarios se han mostrado receptivos a la misma.

También se ha investigado la posibilidad de una mayor presencia publicitaria a cambio de reducir el precio del juego (a la mitad) o que el incremento publicitario fuera substancial, a cambio de que el juego fuera totalmente gratuito.

La gran conclusión es que si bien muchos usuarios dijeron que estarían más proclives de jugar al juego si éste tenía un precio más asequible, no consideran el precio como el elemento definitivo para adquirir un juego (incluso entre los adolescentes). Lo más importante sigue siendo el atractivo del juego…

O sea que el precio es importante, pero no lo es todo. Primero tiene que ser un buen producto (y reconocido, o sea la marca), luego el precio.

El presente post no sirve mi mucho menos para pontificar sobre las bondades de la explotación publicitaria como panacea de cualquier negocio. En el actual contexto económico podría ser un suicidio confiarlo todo a la publicidad. Aunque todo hay que decirlo según datos de Zenith Vigía 2009 la inversión en publicidad en Internet crecerá un minúsculo 9,2% (un 13,4% si añadimos buscadores y enlaces patrocinados), pero noticia optimista se atendemos a la caída del 10,6% del total de inversión publicitaria prevista.

Con todo, para mí el problema no está en el lado del usuario y la habitual disquisición si publicidad sí o no. Al fin y al cabo venimos de la era de la interrupción publicitaria, y en la web estamos acostumbrados a ello. Más bien el problema está en el lado de la empresa y cómo desarrollar esa vía de ingresos. Fundamentalmente me refiero a la comercialización del soporte. Ese –hoy- es el quid de la cuestión.

Podremos discutir sobre la calidad de tu audiencia, sobre las características y las limitaciones del soporte o de los sistemas de medición, pero el gran problema -para el soporte publicitario- es su comercialización. Con una buena comercialización puedes vender un soporte normalito. Puede que quizás llegues superar a un soporte objetivamente superior, en todos los ámbitos, excepto en el ámbito de la comercialización.

Efectivamente es muy difícil acceder y convencer a los prescriptores de la inversión en los medios (los planificadores de medios). A los decisores (los anunciantes) es casi imposible. La democratización de la intermediación y comercialización de los soportes publicitarios online… sigue siendo un tema pendiente, pero eso ya es asunto de otro post.

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