De vez en cuando acepto algún reto de mi hijo con su PS2. El resultado siempre es el mismo. Monumental paliza y una –muy bien llevada- humillación paterna. Vamos, que estoy lejos de ser un jugón.

Pero lo cierto es que sin necesidad de apelar a los videojuegos, la jugabilidad de nuestras vidas -gracias a múltiples dispositivos y a unas conexiones ubicuas- va creciendo lentamente.

La acepción de realidad jugable es muy amplia. No me refiero a ningún tipo de juego en concreto. Ni tan siquiera a un dispositivo ni a ninguna plataforma. Me refiero a la sensación de “estar jugando” o lo jugable que es a menudo la realidad.

En tiempos de la web 2.0, enredados socialmente, debatimos, compartimos, colaboramos… sumamos (¿competimos?) contactos directos en Facebook, LinkedIn o Viadeo. Observamos el tamaño de nuestra red. Acumulamos contactos en el messenger…

Los bloggers echamos una ojeada de vez en cuando a la «autoridad» en Technorati o los visitantes únicos en Google analytics. El irresistible crecimiento de los juegos -y de las apuestas– online. ¿Qué hacemos si no en SecondLife, Hattrick o Habbo Hotel? Las intranets corporativas en mundos virtuales, con experiencias inmersivas más colaborativas y jugables. En el tren o en la consulta del dentista matamos el tiempo jugando a Bubble breaker o al Tetris…. Sin competir, compitiendo contra otros o consigo mismo. Da igual.

¿Será casualidad que la industria del videojuego se consolida como elnuevo Hollywood?

En QuinTeam ya hemos comprobado el atractivo y aceptación de realizar actividad comunicacional jugable. ¿Qué otros planteamientos de comunicación lineal o no-lineal consiguen la involucración de un advergaming durante tanto tiempo y con tanta eficacia?

Una vez superada la interactividad 1.0, sea por la acumulación de puntos, por demostrar tu habilidad o destreza. No importa si compites, contra qué o quién. O si lo haces por dinero, por pura diversión, por desafío o reto de mejora. Lo jugable está cada vez omnipresente. Nos atrae y nos engancha, colándose sigilosamente en más ámbitos de nuestra existencia.

¿La prueba definitiva? cuando hacemos jugable el proceso de aprendizaje. Creando un encuentro dinámico con el conocimiento. Asimilado más fácilmente y de una manera más participativa. Lejos de la rigidez…de forma lúdica y agradable.

Quizás no hay que ir tan lejos –todavía- como sugiere Rex Sorgatz en Wired (“When reality feels like playing a game, a new era has begun”).

Mientras, en QuinTeam, estamos escogiendo la consola con la que compartiremos los ratos de ocio y descompresión en la oficina. Convivirá -por muchos años- con un solicitadísimo y clásico futbolín. De los de antes. Con el que todos hemos jugado ¿o no?

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